¿Y qué comen ahora las palomas y gaviotas urbanitas?
Por Manu Otero
¿Pero es que nadie va a pensar en los niños?. Es una cita célebre de una de las series de animación más popular de la televisión. Y esta típica frase de los Simpsons, sobreexplotada en miles de memes, podría reciclarse en esta época de confinamiento que atraviesan las ciudades: ¿Pero es que nadie va a pensar en las palomas y gaviotas?.
Desde que se decretó la cuarentena y las plazas de Pontevedra, otrora desbordantes de actividad, se vaciaron, estos pájaros urbanitas parecen deambular desconcertados preguntándose dónde están los bizcochos, frutos secos o migas de pan con los que saciaban sin gran esfuerzo su voraz apetito. Pero la respuesta a esta cuestión es sí. Por preocupación o aburrimiento, todavía hay personas que aprovechan sus contadas salidas a la calle para alimentar a estas aves.
En plazas como la del Teucro o A Verdura son numerosos los vecinos que han visto como humanos preocupados por el hambre de palomas y gaviotas le lanzan migas de pan o frutos secos. También en A Ferrería, el vergel alimenticio para estas especies, sigue habiendo comida en abundancia. Trabajadores de una pizzería de la zona lanzan las sobras a estos pájaros que siguen pasando las horas descansando sobre las losas de granito.
Pero este comportamiento no solo es inadecuado, también es nocivo para estas aves. El representante de SEO Birdlife en Galicia y natural de Sanxenxo, Gustavo Ferreiro, recuerda que "no es recomendable alimentar a estas aves, son especies silvestres que saben adaptarse perfectamente", remarca el ornitólogo.
Lejos de afectar a su salud o bienestar, esta nueva situación será beneficiosa tanto para palomas y gaviotas, como para los gorriones. "La alimentación que encuentran en las ciudades es mala. Si es comida basura para nosotros, también lo es para ellos. Con una diferencia, que nosotros la alternamos con otros alimentos, pero ellos no", subraya Ferreiro.
El descenso de este alimento fácil y abundante, obligará a los individuos a buscar alimento en otros lugares. "Ya se han visto gaviotas revolviendo en contenedores, otras tendrán que volver a la costa. No tendrán problemas, son muy plásticas", sostiene el representante de una de las asociaciones de protección de las aves más importantes del país. También las palomas se adaptarán. "Volverán al rural o zonas como los ríos, parques o a la Xunqueira para buscar pequeños insectos o semillas de frutos silvestres", apunta un despreocupado Ferreiro.
Una de las especies más afectadas por las rutinas urbanas son los gorriones. "En ciudades como París o Londres están extinguidos", confiesa este experto que apunta a la mala alimentación como uno de los factores de la drástica caída de individuos.
"Yo no me plantearía abrir comederos y mucho menos en esta época de primavera en la que ya empiezan a haber insectos. Si ocurriese esto en un invierno duro, igual sí que habría que tomar alguna medida", admite Ferreiro, quien considera que la única consecuencia de estos cambios de hábitos puede ser el retraso de la temporada de reproducción o un descenso del número de nidos de palomas.
Otro aspecto positivo de este confinamiento está relacionado con especies más silvestres. La agrupación de Pontevedra de SEO Birdlife tenía en marcha esta primavera una campaña de control de las poblaciones de chorlitejo patinegro, una especia que anida en las dunas de numerosas playas de O Salnés, Arousa y Sanxenxo. "Se nos truncó la campaña, pero también les afectaba la presencia de humanos y sobre todo de perros, esperemos que esto sí les ayude", confía el ornitólogo.
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