Santiago Posteguillo: "Si Julio César hubiera sido como Putin, habría matado a todos sus enemigos"
Roma soy yo (Ediciones B) es, probablemente, el proyecto literario más ambicioso que jamás ha emprendido Santiago Posteguillo (Valencia, 1967). No es solo una novela. Es el punto de partida de un gran relato por entregas al que, asegura en esta entrevista con PontevedraViva, dedicará los próximos años de su vida. Su protagonista, Julio César.
Él fue un hombre destinado, desde su nacimiento, a convertirse en una leyenda. Y, a pesar de todo lo que se ha escrito sobre él, su historia nos sigue sorprendido y apasionando a partes iguales. Y más si, como es el caso, llega a nuestras manos narrada con tanta maestría. La librería Cronopios fue el lugar elegido para su presentación en Pontevedra.
De un personaje que se ha escrito tanto como Julio César, ¿queda algo por contar?
Hay mucho que descubrir de Julio César porque a veces cuando un personaje llega a tal nivel de leyenda y de mito, lo que suele ocurrir es que terminan siendo conocidos por una serie de grandes trazos que pueden aproximarse o no a la realidad del personaje. Y desde luego, si hay algo que es muy desconocido es el ser humano que había detrás de Julio César.
En esta novela vamos a conocer una parte suya muy desconocida. Al Julio César que fue abogado. Era relativamente frecuente que los patricios romanos ejercieran como acusadores o como defensores en juicios que eran públicos y al que asistía el pueblo de Roma. Era una oportunidad magnífica para darse a conocer en su oratoria o en su ideario político.
Ese juicio contra el senador Dolabela -mano derecha del dictador Sila- en el que él ejerce como acusación es el punto de partida de esta novela. ¿Qué tenía ese episodio de especial?
Fue el momento en el que él se dio a conocer realmente ante el pueblo de Roma y la gente ve que, de pronto, tienen otra vez un líder que reclama sus derechos. Por eso me pareció tan importante ese momento y, a la vez, tan desconocido. Esa combinación me parecía un muy buen arranque para esta esta serie de novelas que quiero hacer.
¿Fue ese proceso judicial un punto de inflexión para él?
Para él y para la gente, que detectó que en él volvían a tener un líder. El pueblo romano exigía un mejor reparto de derechos y de riqueza. La oligarquía senatorial no atendía estas demandas. Todos los tribunos que reclamaban eso iban siendo asesinados. Uno tras otro.
Julio César entra en esa línea. Le ven como un líder audaz que se atreve a encausar a un criminal corrupto sin importarle nada. Ni el dinero que tiene, ni que tenga sicarios ni que haya comprado al tribunal. Que alguien se enfrente a eso llama la atención del pueblo y por eso es un momento clave y, a la vez, desconocido porque el texto del juicio está perdido.
Sin esa documentación, ¿cómo has reconstruido la historia?
Hay datos que se conservaron, incluida la sentencia. Eso no ayuda para que lo noveles pero como soy muy cabezota, le he dedicado mucho tiempo a documentarme. Leí juicios similares de la época y recurrí a un catedrático de derecho romano. Pero los diálogos son míos y el modo en el que lo cuento es la fórmula que yo aporto para que resulte como una película.
La novela va a ser traducida al inglés y cuando estaba negociando con los editores norteamericanos no lo veían claro. Al final les dije, mira esto es una novela de John Grisham con un juicio de hilo conductor, con saltos atrás en el tiempo para explicar la lucha por el poder en Roma a lo Juego de Tronos. Y lo entendieron.
Después de haber escrito tanto sobre la Antigua Roma, ¿te sentías ahora más preparado para abordar una figura de tal calibre como la de Julio César?
No sé si es el momento más adecuado pero sí el que yo necesitaba. Tenía que estar cómodo escribiendo sobre Roma y tener un poco más de confianza en mi capacidad de narrar y comprender el mundo romano. Haber escrito antes de Escipión, de Trajano o de Julia me ha permitido conocer el contexto en el que surge Julio César y las causas por las que surge.
¿Podríamos decir que el esplendor de la Roma clásica nace y muere con Julio César?
Lo que pasa con Julio César es que es la bisagra de la transformación político social en Roma. Hay una oligarquía de unos pocos que mantenían todo el poder y contra eso él se rebela. Lo transforma en un sistema que, dependiendo del emperador que hubiera, podía atender más las necesidades del pueblo que la fórmula dictatorial. Él lo cambia todo.
En este primer libro de los seis que has trazado, también conocemos detalles de la infancia. Las madres siempre marcan el carácter de sus hijos, ¿pero quizá más la de Julio César?
Creo que no habría sido ese líder indómito para quien no existe la derrota o la rendición como una posibilidad si no es por ella. Aurelia forja un héroe audaz. Es un personaje muy interesante porque ahí vamos a ver que ella sufre una contradicción sentimental. Ha creado ese hijo heroico, que es lo que ella quería conseguir, pero se da cuenta que eso le acarrea enemigos mortíferos.
En esos años en los que se está forjando su carácter, como decías, no era una persona extremadamente popular, pero ya apuntaba maneras, ¿no?
Desde luego. La primera vez que entra en combate consigue una gran condecoración militar. Ya con 18 años se enfrenta contra el dictador Sila, el gran enemigo de su familia. Solo en estos dos pequeños trazos él ya muestra que se sale de lo habitual, hasta tal punto que será el propio Sila el que quiera acabar con él. Sabía que le iba a dar muchos problemas.
Vista la cantidad de enemigos poderosos que tenía, ¿cómo logró sobrevivir tanto tiempo?
Lo sorprendente no es que lo mataran cuando lo mataron sino que llegara vivo hasta los 56 años. Lo intentaron matar constantemente. Los senadores tenían claro que era un enemigo muy peligroso y que no le podían controlar. A los 23 años ya le habían intentado matar tres veces. Era un genio militar. No pudieron con él hasta que lo rodearon a traición y lo mataron.
Gobernó con disciplina férrea pero también perdonó a sus enemigos. ¿Fue ese su error?
Desde un punto de vista egoísta lo fue, evidentemente. Julio César perdonó a todos a los que derrotó en la guerra civil. Si hubiera sido como Putin, los hubiera matado a todos. Fue su error político pero fue una muestra de la generosidad de su carácter.
Ahora dicen que Julio César fue un dictador y un genocida. Hay un revisionismo que trata de explicar el siglo I AC desde los valores del siglo XXI. Entonces no había Convención de Ginebra, no estaba la ONU. Para resolver los conflictos territoriales había que dar primero y dar mejor.
Pero dentro de eso tiene la magnanimidad que no tiene el dictador que entendemos hoy en día. Putin mata a sus enemigos. Pero no con un puñal. Los envenena con productos químicos. Y, a veces, espera a que pasen dos o tres años para que esa persona no esté en primera plana. Pero los mata a todos. Eso es un dictador incuestionable.
¿Hay ahora mismo alguna figura que te pueda recordar a Julio César?
Me cuesta mucho. Los políticos en la Antigua Roma solían hacer coincidir sus palabras con sus acciones. Julio César se creía lo que decía y actuaba en consecuencia. Eso hoy en día no es habitual. A mí me llama la atención Zelenski. Todos pensábamos que en cuanto los rusos entrasen con el ejército cogería un avión y saldría del país.
Eso es lo que probablemente haría cualquier político occidental. Pero se puso un casco y dijo que no se iba. Luego hay que ver la evolución que tendrá pero hay que reconocer que le ha echado arrestos y está siendo consecuente con lo que ha dicho. No estamos acostumbrados a que un político lo sea y más jugándose la vida. Julio César hizo eso.
Y ahora mismo que estás en Galicia, en donde los romanos dejaron mucha huella, no me resisto a despedirme sin preguntarte: ¿veremos en tus próximos libros a Julio César por estas tierras?
Tengo que ver cómo lo hago porque es verdad que Julio Cesar estuvo tres veces en lo que era Hispania. Si cuento absolutamente todo lo que hizo este hombre, no me llegan ni veinte novelas. Tengo que ver cómo cuento las cosas para que el relato nunca pierda ritmo.
No quiero comprometerme a decir que saldrá paseando por Galicia porque tengo que valorar bien qué episodios bélicos, personales, sociales y políticos cuento. Se trata de contar una buena historia, de la forma más entretenida posible y buscando que el lector salga con la sensación de haber aprendido algo. Yo hago novelas para entretener y lo digo con todo el orgullo del mundo.
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