Un pontevedrés sigue los pasos de John Rahm. Es el golfista Alberto Domínguez, que a sus veinte años ya destaca como uno de los deportistas más prometedores del panorama universitario de Estados Unidos, donde acaba de ser incluido en la prestigiosa lista All-Nicklaus Team, que selecciona a los 24 mejores golfistas en edad universitaria del país americano.
"El 2021 ha sido un gran año y aun estoy intentando conseguir mejorarlo. He ganado dos torneos importantes y he tenido el reconocimiento a mejor jugador de mi conferencia", relata orgulloso Domínguez. Y la guinda llegó este verano con la inclusión en este selecto grupo que cada año apadrina la leyenda del golf, Jack Nicklaus, famoso no solo por sus éxitos sobre el green, también por su empeño en el desarrollo de los jóvenes golfistas.
"Eligen a los 24 mejores jugadores de América, pero de División II solo eligen a cuatro. Estar ahí es un honor, te sientes bien porque todo el trabajo que has hecho ha dado sus frutos", explica este pontevedrés que se enamoró del golf a los 4 años en la localidad gaditana de San Lúcar de Barrameda, en que vivió con su familia.
Pero el deseo de Alberto de seguir mejorando hasta convertirse en jugador profesional de golf es firme y en su cabeza ya tiene claros los pasos a seguir. El primero es ascender de categoría. Actualmente milita en el equipo de su universidad, Erskine College, de segunda categoría, pero el próximo curso dará el salto a una universidad de mayor prestigio, Clemson, también en Carolina del Sur, cuyo equipo está en entre los veinte mejores de la primera categoría.
Una vez finalizada la etapa universitaria, se dará un plazo de cinco años para conseguir alcanzar el salto a la élite. "Trataré de conseguir patrocinadores para hacerme profesional", sostiene satisfecho con su evolución desde su llegada a Estados Unidos hace dos años y medio. "Estoy muy contento, venir a América me ha dado mucha confianza, madurez y mucha organización", reconoce, al mismo tiempo que lamenta que no le quedó más remedio que cruzar el charco porque "en España no te dan la oportunidad de estudiar y jugar al golf al mismo tiempo".
Esa, la de seguir estudiando, fue una condición innegociable que le puso su padre, que ejerció de médico para el Pontevedra CF, para seguir practicando su deporte. "Mi objetivo es ser jugador profesional, pero llegué a un acuerdo con mi padre de tener un plan B, estudiar una carrera. Entonces la única posibilidad era venirse a América", confiesa al mismo tiempo que reconoce que podría tener mejores notas en sus estudios de Business (ADE) de no ser porque dedica al golf la mayor cantidad de tiempo posible.
Y los últimos logros no han hecho más que intensificar esa férrea convicción de hacer carrera de su pasión. "Te vas dando cuenta de que eres bueno, que tienes el nivel y que realmente tus sueños están cerca", apunta con emoción y sin olvidar a los que lo han elevado tanto hasta poder tocar el cielo con sus manos. "Sigo con el mismo entrenador de siempre que se llama Alfonso Liniers y le doy muchas gracas por todo porque sin él no podría conseguir nada. Ni sin mis padres, obviamente", agradece.
A Liniers, director de una academia en Jerez, lo conoció cuando solo tenía 4 años, cuando su familia comenzó a practicar este deporte. "A mí me gustó, mi entrenador dijo que tenía habilidades, he seguido entrenando y aquí estoy", resume un proceso de madurez que todavía no ha concluido.
Llegar a jugar una Ryder Cup, unos Juegos Olímpicos o ganar uno de los grandes torneos es su gran sueño, y para lograrlo tiene dos referentes: John Rahm por su juego y porque "lo que él ha hecho es el camino que yo quiero seguir; y a Seve Ballesteros por su filosofía, "por todo lo que ha conseguido viniendo desde España, que no lo conocían, y todo lo que ha hecho por la Ryder Cup", confiesa Domínguez.