Una prolongada sequía que dio paso al diluvio

Pontevedra
30 de diciembre 2022

La mitad del año hemos vivido un prolongado periodo de sequía y olas de calor con valores récord de temperatura y nuevos máximos de días consecutivos sin caer gota de agua. En la otra mitad se han concentrado las lluvias que han caído de manera torrencial

Calle inundada en Vilagarcía
Calle inundada en Vilagarcía / PP de Vilagarcía

El 2022 ha resuelto las dudas de aquellos que recelaban de la existencia del cambio climático.

La mitad del año hemos vivido un prolongado periodo de sequía y olas de calor con valores récord de temperatura y nuevos máximos de días consecutivos sin caer gota de agua. En la otra mitad se han concentrado las lluvias que han caído de manera torrencial.

Los expertos ya advierten de la necesidad de adaptarse a esta emergencia climática implantando medidas efectivas para mitigar sus efectos como son, entre otros, los devastadores incendios o que las rías dejen de producir como hasta ahora estaban haciendo.

El 7 de febrero, Augas de Galicia decretaba el estado de prealerta por sequía en la cuenca del río Lérez y en otros 12 de los 19 sistemas de abastecimiento de la demarcación hidrográfica Galicia-Costa. La conselleira de Infraestruturas, Ethel Vázquez, hablaba entonces de un "invierno anómalo" y meses después la concejala pontevedresa, Carme da Silva señalaba que "o ano hidrolóxico está por debaixo da media. Pode ser complicado"

En junio los datos de MeteoGalicia sobre el aforo del caudal del Lérez resultaban tan bajos que hicieron dudar de su veracidad, pero los números eran correctos y la reducción "abrupta" que había sufrido el caudal del río llevó a la Xunta de Galicia a activar la "prealerta por escasez"en Pontevedra y los municipios que se abastecen de agua desde la capital: Poio, Marín, Sanxenxo, Bueu y Ponte Caldelas.

Entre las medidas fijadas para este estado en el plan de sequía autonómico estaba el incremento de la sensibilización y concienciación a la población, la intensificación de las acciones de vigilancia y control, el ahorro en consumos municipales y, en general, cualquier uso del agua no prioritario. Además, la Xunta advirtió a Ence de esta circunstancia y de su obligación de garantizar el cumplimiento del caudal ecológico. La fábrica tuvo que parar.

Los concellos afectados propusieron algunas alternativas como emplear las presas hidroeléctricas o utilizar canteras abandonadas, que, después de ser estudiadas, no resultaron viables. Incluso la Deputación habilitó una línea de ayudas extraordinaria.

Y llegó octubre y con él vino el diluvio. Fue el mes más lluvioso de los últimos nueve años en Galicia, con una precipitación media acumulada de 226 litros por metro cúbico, un 37 % superior al valor climático normal. Tanta agua cayó que a principios de noviembre la Xunta ya consideraba que lo peor de la sequía estaba superado.

Pronto se pasó de la alerta por sequía a la alerta por riesgo de desbordamiento de los ríos. En todos los municipios se registraron inundaciones, especialmente en Caldas de Reis, Vilagarcía y Pontevedra donde algunas son "case imposibles" de impedir como las de la calle Fernando Olmedo, según los responsables municipales.