Moda, emprendimiento y ecología se dan la mano en la iniciativa que acaban de impulsar la pontevedresa Tatiana González y el cacereño Jorge López. Esta pareja con domicilio en Pontevedra está detrás del proyecto Beflamboyant, reconocido en la categoría de diseño, moda y decoración de la última edición del evento Pont-Up Store y que a finales de este mes de octubre habrá llegado a su momento cumbre con la puesta en marcha de una tienda on-line.
El resultado de este proyecto de emprendimiento son unas zapatillas respetuosas con los animales y con el medio ambiente. El origen, un viaje de esta pareja a países del Caribe. Allí, según explicó Tatiana González, fueron conscientes de que "las condiciones de ciertos trabajadores no eran las idóneas" y, sobre todo, de que "la industria de la moda y el calzado son los que tienen peores condiciones para los trabajadores y son muy contaminantes en el medio ambiente usan animales".
"Eso no debería ser. Ahí decidimos crear nuestra propia empresa", rememora. Además, para el nombre de su nuevo proyecto emprendedor decidieron inspirarse en el Flamboyan, un árbol que se da en el Caribe y que recoge la filosofía de respeto al medio ambiente que pretenden impulsar.
Tras regresar de aquel viaje, el verano pasado, empezó el proceso de creación de la empresa, a la que ambos dedican el tiempo libre que les deja su trabajo como funcionarios. El pasado 17 de junio lanzaron una campaña de micromecenazgo en la plataforma Kickstarter para recaudar fondos con los que fabricar su primera colección y cuando la cerraron un mes después había sido todo un éxito.
La campaña incluía recompensa para el mecenas y se habían marcado el objetivo de llegar a los 18.000 euros. En una semana ya habían vendido 300 pares de zapatillas y el 17 de julio estos dos emprendedores de 28 y 29 años contaban con 576 patrocinadores y más de 53.000 euros recaudados.
El propósito estaba alcanzado al 298% y ya pudieron poner en marcha la fabricación de las zapatillas Beflamboyant para enviar a esos mecenas que les han permitido hacer realidad su sueño emprendedor. Para ello optaron por una fábrica ubicada en Felgueiras, en Portugal que, por un lado, garantiza condiciones de trabajo dignas y adecuadas de las personas responsables de la elaboración y, por otro, permite hacer seguimiento personalizado de todo el proceso y "ver cómo las artesanas están cosiendo nuestro calzado, cómo tienen las condiciones", por su cercanía con Pontevedra.
Todo el proceso de elaboración es artesanal y, según explica, una de las cuestiones que les pareció más curiosas es que "la propia dueña de la empresa es una de las trabajadoras que cose sus propios productos".
Las zapatillas tienen el certificado europeo Vegan Label que acredita que no contienen ningún componente de origen animal, y todo el material utilizado es natural o reciclado y, además, han apostado por el 'zero waste' en el empaquetado, de tal manera que "todo lo que tú recibas con tus zapatillas lo puedes volver a reutilizar y reciclar".
Al respecto, explica que se envía en una bolsa de yute reciclable y reutilizable, que los pegamentos que lleva la etiqueta son sostenibles, no perjudiciales al medio ambiente y que cada zapatilla llega al comprador acompañada por una tarjeta de agredecimiento que lleva semillas. "La metes en agua hasta que germine, la trasplantas y sale manzanilla", indica.
"Nuestro concepto es que no lleve plásticos y no generar residuos", explica Tatiana, la parte pontevedresa del proyecto, si bien su pareja también se ve de la ciudad de adopción. Ninguno tiene formación específica en diseño ni en cuestiones medioambientales, sino que ella viene del campo de la Criminología y él estudió Administración de Sistemas Informáticos, pero las ganas les han permitido sortear cualquier posible obstáculo y en nada las primeras zapatillas saldrán hacia sus mecenas y sus primeros clientes, que las compraron al precio especial de lanzamiento de 59 euros -luego subirán-.
Además de los mecenas, ya tienen compradores para su colección de distintas partes de España y de otros países a través de Internet. A nivel europeo les han contactado incluso tiendas físicas para venderlas, en especial de Alemania, y es una línea de negocio que no descartan una vez que tengan ya en marcha todo el entramado y hayan servido los 1.000 primeros ejemplares que ya tienen vendido.
Las Beflanoyant son unisex y se venden en blanco combinado con otros siete colores y el éxito ya alcanzado les hace tener esperanza en que el futuro del negocio: "No se había fabricado y la gente ya estaba interesada en él y creía en él. Nos hace pensar que es un producto bueno, bonito y atractivo para la gente", confiesa Tatiana, totalmente volcada en la actualidad en ese envío inminente a finales de octubre y la apertura de la tienda online.
Además, confían en poner su granito de arena para cuidar un poco el planeta y reducir la huella ecológica del sector de la moda. Como parte de su filosofía de empresa, por cada zapatilla vendida plantan un árbol. En este momento lo están haciendo en California porque buscaron que la plantación fuese en Galicia, pero no encontraron socio colaborador. La opción estadounidense no les disgusta, pues contribuirán a reforestar una zona arrasada por los incendios, pero en el futuro estarían "encantados de poder hacerlo más cerca, que fuese más visible, poder colaborar con expediciones e incluso hacerlo nosotros manualmente".