La tragedia vivida en junio de 2017 en A Cañiza con el conocido como crimen de la desbrozadora se revivió este martes en la Audiencia Provincial de Pontevedra a través de las palabras de parte de los implicados. José Luis Vieitez, acusado de matar a su vecino e intentarlo con la hija de éste, relató cómo "perdió el uso de la razón"; la víctima superviviente ahondó en cómo temió por su vida; y la viuda y el otro hijo del fallecido se derrumbaron en la sala de vistas al rememorar lo sucedido dos años atrás.
José Luis Vieitez abrió con su interrogatorio la segunda sesión del juicio con jurado en el que la Fiscalía y la acusación particular piden que sea condenado por un delito de asesinato y otro de asesinato en grado de tentativa a 18 y 40 años de cárcel, respectivamente. El hombre reconoció que atacó a sus dos vecinos, pero se justificó alegando que se asustó al sentirse atacado por quienes se convirtieron en sus víctimas, con quienes tenía muy malas relaciones previas, con tres denuncias de él, una del fallecido y otra cruzada de los dos, y un pleito civil por la titularidad del camino en el que empezó todo.
Ese día estaba con la desbrozadora encendida en el camino cuando salieron padre e hija del portal de su casa, que daba directamente al camino, y se aproximaron a él. José Carlos Álvarez, el padre, "se puso matón y chulo", una "costumbre" que tenía para intimidarle y él considera que "si vino era para algo, ya me imaginé que iba a hacer algo". El hombre no le atacó, pero asegura que su hija sí, pues se acercó por un lado y le golpeó la cabeza con algo que le pareció el móvil. En ese momento, los recuerdos los tiene un poco difusos, pero sí recuerda que "les golpeé para librarme de ellos".
No sabe explicar bien cómo les atacó ni dónde ni cuántos golpes, pero sí que tenía miedo. "Me asusté. Yo he pasado con este hombre la de San Quintín", recordó. Y se sintió "acorralado", de modo que les atacó. Estaba "enfurecido" y "perdí el uso de la razón", se justificó. Según relata, atacó a la hija y, después de que el padre la llevase hasta el portal y saliese de nuevo "a por mí", le persiguió a él.
Según su relato, no fue tras él para matarle, sino "con ánimo de hacerle pasar miedo, igual que me lo hizo pasar a mí". Y, cuando le dio alcance, le golpeó, hasta que una persona, no sabe distinguir quién, les separó. En ese momento, se fue a casa y, al llegar, llamó a la Guardia Civil y confesó. Durante el tiempo que lleva en prisión, casi dos años, ha estado a tratamiento psiquiátrico y cree que ha mejorado, aunque asegura que "bien aún no estoy".
La versión de la víctima superviviente dista bastante de la suya. Jessica Álvarez Domínguez relata que salió con su padre del portal y, nada más poner un pie fuera, vieron al acusado, al que evitó citar con su nombre e identificó como "esa persona", y les atacó. "Sin mediar palabra, le cortó la punta de la nariz a mi padre", explico. Luego, le dirigió la desbrozadora al labio y su padre cayó al suelo.
En ese momento, ella, que estaba detrás de su progenitor, sacó el móvil "para intentar asustarle", pues en enfrentamientos anteriores, cuando pensaba que le grababa, se iba. En esta ocasión, no le funcionó, pues reaccionó dándole con la desbrozadora en las manos. El móvil cayó al suelo y ella recibió otro golpe: "me cortó la cara desde el párpado superior derecho al pómulo izquierdo".
Tras esa segunda agresión, cayó al suelo y quedó boca abajo mirando a su padre. Pudo comprobar que estaba "en shock" y "no reaccionaba". El acusado siguió atacándola a ella por la espalda hasta que su padre finalmente logró reaccionar y echó a correr y, en ese momento, la dejó a ella para salir tras él. Jessica ya no vio más agresión, pero sí escuchó a su padre pedir auxilio.
Ella logró levantarse y entrar en el portal de casa para pedir ayuda. Su hermano, al escucharla, salió y le pudo relatar que estaban atacando a su padre, de modo que se fue en su busca mientras ella intentaba entrar y llamar por teléfono. No lo logró porque "en los dedos no tenía tacto" -uno lo perdió- y porque, al verse en un espejo la cara ensangrentada, se quedó paralizada. Finalmente, fue su abuela la que la socorrió, pero tan sólo unos instantes después decidió salir de casa.
A su salida, se cruzó con el acusado y le llamó "asesino, hijo de puta", a lo que él, según su relato, respondió: "estavos ben, é o que merecedes". Ella se cayó y acabó sentada en el suelo contra el portal, pero su hermano la sacó del letargo a gritos: "Jessi, corre, que papá morre". Fue corriendo hacia el lugar en el que José Carlos se desangraba.
Rememorar el brutal ataque la puso muy nerviosa, por momentos rompió a llorar y por otros la invadió la rabia. Según relató, temió por su vida mientras el acusado la atacaba con la desbrozadora: "me estaba mirando fijamente con mucha rabia y muy agresivo", aseguró.
Su madre se mostró todavía más superada por las circunstancias y los recuerdos que ella. Su interrogatorio fue breve por parte de todas las partes y tan sólo relató que poco antes del ataque, esa misma mañana, cuando ella salió de casa en coche para llevar a su padre al médico, se cruzó con el ahora acusado. "Él me miró, saludó y sonrió, cosa que jamás hacía", rememoró, "me dio un pálpito el corazón". Fue premonitorio.
Su hermano relató que se enteró de todo al escuchar sus gritos y, cuando salió de casa, ya se la encontto´en el portal, ensangrentada, y se dirigió al lugar en el que su padre estaba siendo atacado. Antes de encontrarse con él tirado en el suelo con graves heridas y rodeado de un charco de sangre, se cruzó con el acusado, que iba seguido de un vecino y "me miró, giró la cabeza hacia mi y sonrió".
Un agente de la Guardia Civil que habló con el acusado desmintió parte de su versión de los hechos, pues asegura que no llamó voluntariamente para confesar el crimen, sino que los vecinos ya habían llamado y habían dicho quién era el atacante. Buscando en su base de datos, encontraron el número del acusado y le telefonearon, pero no respondió. Poco después, les devolvió la llamada y, eso sí, sin que ellos le preguntasen nada, ya confesó. Este guardia se mostró muy sorprendido por su reacción tranquila pese a la situación. "Muy correcto, muy colaborador, pero muy tranquilo".