La rocambolesca historia de un gatito escondido en un motor que acabó en multa

Pontevedra
23 de junio 2022

Decenas de personas se vieron implicadas en el rescate de un gatito que se metió en el motor de un turismo estacionado en una zona de servicios de Uxío Novoneyra y acabó en otro motor de un coche en movimiento. Entre medias, una multa y varios intentos de liberación fallidos. A las tres de la tarde, quedaba en un garaje 

Acciones ciudadanas para rescatar a un gato en Uxío Novoneyra
Acciones ciudadanas para rescatar a un gato en Uxío Novoneyra / Mónica Patxot

La escena vivida a mediodía de este jueves en la calle Uxío Novoneyra bien podría dar para sketch de un programa de humor o para un programa de cámara oculta. Decenas de personas se vieron implicadas en el rescate de un gatito que a las once de la mañana se metió en el motor de un turismo estacionado en una zona de servicios y alrededor de las 13.40 de la tarde acabó en otro motor de un coche en movimiento.

Entre medias, una multa y varios intentos de liberación fallidos. A las tres de la tarde, su destino era un motor de un coche aparcado en un garaje de la misma calle del que resultó imposible sacarlo pese a utilizar incluso comida y maullidos de otros gatos como reclamo.

Delio Martínez es el propietario del turismo Nissan en el que se escondió en primer lugar. Este vecino de Vilanova de Arousa acudió a Pontevedra para llevar a su mujer a recibir un tratamiento para la esclerosis en el Hospital Provincial y aparcó el coche en la zona de servicios de Uxío Novoneyra para acompañarla. Después, regresó, se sentó en el asiento del conductor y sintió el maullido de un gatito.

Eran las 11 de la mañana y comprobó que había un gato dentro del motor de su coche. Preguntó en varios negocios de la zona cómo podía hacer para sacar al animal de allí, pues "si lo arrancaba, lo mataba y me cargaba el motor; y no puedo pagarlo". Le recomendaron telefonear a la Jefatura de la Policía Local y así lo hizo unos minutos después, pero le comentaron, según recordaba él horas después, "que no podían hacer nada".

Allí siguió, intentando que el gato saliese del coche, haciendo ruidos y moviéndolo. En esas estaba cuando se acercó una patrulla de la Policía Local y, según el relato de este ciudadano y de varios comerciantes de la zona, le entregó una multa porque llevaba estacionado en ese lugar más tiempo del autorizado, ya que es un área reservada para servicios y limitada a 15 minutos. Delio señala que intentó relatar a los agentes que no podía mover el coche, pero no le hicieron caso y le notificaron la sanción.

La sanción es de 100 euros, que queda reducida a 50 por pronto pago. En ella le notifican que el motivo es "estacionar el vehículo en un carril o parte de la vía reservada exclusivamente para el servicio de determinadas usuarios (zona de estacionamiento de servicios) superando el tiempo máximo permitido". La hora de la sanción, las 12.21 horas.

La historia de Delio fue despertando cada vez más interés entre los vecinos y comerciante de la zona y a las 13.20 del mediodía había un grupo de personas intentando rescatar al gato, que resultó ser un cachorro y medir apenas un palmo. Un vecino intentó atraerlo con carne y un vecina incluso acudió a la Comisaría de la Policía Nacional, que está muy próxima al lugar del incidente para relatársela a un agente que se encontraba en la puerta.

Finalmente, sobre las 13.35 horas, una patrulla de la Policía Nacional se sumó a los intentos de liberación y, utilizando un paraguas y mucho ingenio, entre policías y vecinos lograron que el gatito dejase el motor. El problema es que resultó escurridizo, se movió por debajo de varios coche se incluso cruzó la calle, hasta que fue a parar al motor de otro coche, un Audi.

El coche, conducido por María Isabel Argibay, estaba en movimiento porque acababa de salir de su garaje y se detuvo en el paso de peatones. En se momento, "me llevé un susto", reconoce, porque varios ciudadanos y policías empezaron a tocar su coche y hacerle indicaciones de que no podía moverlo.

Finalmente, con las indicaciones recibidas, acabó estacionando el coche sobre una acera, todavía sorprendida. El gato estaba también dentro, se sentía maullar desde el interior y desde el interior, pero pese a que abrieron el capó, movieron las ruedas y realizaron todas las tareas que se les ocurría, nadie logró que saliese.

Pasados varios minutos, se vio que la tarea era imposible. En la calle empezaba a llover, había decenas de curiosos y retención de vehículos, de modo que le recomendaron que volviese a meter el coche en el garaje moviéndose despacio para intentar allí que el cachorro saliese. 

Así lo hizo y, ya en su garaje de Uxío Novoneyra, estuvo durante otra hora más intentando liberar al animal. Se sumó su hija, Noelia Rey, y un conductor con una plaza alquilada en ese garaje, Camilo Boente. Allí, María Isabel reconoció que estaba "flipando" con la situación. "Pensé que era una cámara oculta", confesó, sobre la rocambolesca escena vivida en la calle, de policías, ciudadanos y una fotógrafa disparando. 

Para la liberación en el garaje acabaron utilizando un gato mecánico para levantar el vehículo, reprodujeron sonidos de gatos maullando en el móvil e incluso llevaron jamón York y leche en un cuenco para atraerlo. Todo imposible. A las tres de la tarde, el gato quedaba en el interior, maullando asustado, y en el exterior le había preparado una cama con comida y bebida para que, si salía, tuviese donde acurrucarse y no entrase en otro coche. 

También pusieron los hechos en conocimiento de la asociación Difusión Felina, para pedir ayuda, pero esta entidad aseguró estar tan desbordada que en ese momento no podía hacer nada para socorrerlo.