Un sargento de la Brigada Galicia VII, Brilat, acaba de ser procesado y llegará a juicio por presuntamente extralimitarse en sus funciones mientras dirigía una instrucción y ordenar a un grupo de militares reptar por una pendiente en vertical de casi 90 grados que era "imposible", según los participantes, que consideran que fue una represalia porque algunos de ellos se quedaron rezagados.
El sargento intentó recurrir su procesamiento alegando que "reptar por el suelo es una actividad propia de la instrucción y entrenamiento de los militares de infantería, no suponiendo en ningún caso un castigo", pero el Tribunal Militar Territorial de A Coruña ha desestimado su recurso y ha decidido que sea juzgado.
El procesado es sargento del Ejército de Tierra destinado en el Regimiento de Infantería Isabel La Católica 29, con base en Figueirido y el delito que se le atribuye es extralimitación en el ejercicio del mando, castigado con penas que van de tres meses y un día a dos años de prisión. Actualmente está en libertad provisional.
Los hechos ocurrieron el 18 de noviembre de 2022, durante un ejercicio del programa de instrucción semanal que dirigió el citado sargento como jefe accidental. Realizaron una carrera continua y algunos soldados se quedaban rezagados, puesto que no podían seguir el ritmo de la carrera que les marcaba, por lo que otros compañeros decidieron esperar a los que venían más atrás.
Primero, el sargento les ordenó esperarles haciendo una plancha, pero, pasado un rato, algunos soldados volvieron a quedarse retrasados y los que iban por delante retrasaron su ritmo para evitar que se perdiesen. Según los militares participantes, eso "provocó el enfado del sargento, que les manifestó que, ya que no querían correr, iban a reptar".
El sargento les ordenó a los soldados reptar por un terreno que, tal como definen los testigos, "estaba recién desbrozado y lleno de zarzas, palos y ramas", además de tener cierta pendiente que se hacía muy pronunciada al final del tramo, lo que "provocaba que fuese prácticamente imposible subir reptando sin levantar la cadera o hacerlo a gatas".
El mando consideraba que algunos soldados no reptaban dicha pendiente correctamente, les obligaba a bajar y subir de nuevo del mismo modo, reptando, por lo que algunos de ellos tuvieron que hacer el recorrido en varias ocasiones, como fue el caso del soldado que, con su actuación, dio a conocer lo ocurrido.
Este soldado, al llegar a ese punto de gran pendiente, se levantó. El sargento le ordenó que continuara, le respondió que era imposible reptar esa pendiente que era vertical, el sargento le dijo que incurriría en una falta grave si desobedecía sus órdenes y el soldado contestó que le pusiera la falta, que iba a la furrilería, como así hizo, para dar novedad a los jefes de lo que había pasado.
Tras este incidente, los demás continuaron con la carrera. Aprovechando que había un gran charco de barro, el sargento ordenó a los soldados pasar el mismo reptando e introducirse bien en el charco, obligándoles a sumergir incluso la cabeza. Un soldado indicó que no podía introducir la cabeza en el charco porque estaba recién operado de la vista, por lo que le exoneró únicamente a él de hacerlo.
Continuaron la carrera hasta llegar a una especie de pilón lleno de agua, ordenándoles el sargento que entraran en el mismo para quitar el barro, de modo que salieron empapados. El sargento les dijo a los soldados que lo que había pasado allí se quedaba entre ellos, a modo de secreto y para que no contasen nada.
Los soldados que formaron parte del grupo de carrera explicaron que no les cupo duda alguna de que el sargento les ordenó reptar durante la carrera "como castigo y represalia porque algunos se quedaban rezagados", lo que provocó que otros bajasen el ritmo para esperarles y evitar que incluso se perdiesen durante el recorrido. Igualmente los soldados coinciden en que la pendiente final del tramo que hicieron reptando era casi vertical, uno incluso declaró que era imposible de reptar puesto que tenía una pendiente de casi 90 grados.