Cada día a las ocho de la tarde la ciudadanía homenajea con un aplauso el trabajo sacrificado del personal sanitario durante esta pandemia del coronavirus. También en las casas del rural.
Mientras que en las ciudades los vecinos parecen descubrirse estos días, en el pueblo las relaciones son muy estrechas, todo el mundo se saluda porque se conoce por el nombre y ya existían antes del confinamiento pequeñas redes de solidaridad.
La dispersión poblacional y la soledad son dos características que diferencian estos aplausos de los que resuenan en las urbes.
Durante estos días son muchos los que se acuerdan de que en las aldeas internet no va tan rápido pero compensa el hecho de tener fincas, ya no solo por las vistas o por disponer de una huerta que es una despensa de productos de temporada, sino para salir de casa sin peligro.