¿Qué me hace poderosa? Los cambios.
La aceptación de que puedo transformarme de acuerdo a mis vivencias y mis experiencias. He entendido que si no hay cambios no hay evolución. Tenemos que conocernos bien para ser capaces de evitar hacernos daño a nosotros mismos en medio de nuestros procesos. Saber hasta dónde llegar y poner límites sin temor a nada ni a nadie. La perfección no existe en este plano. Creo que venimos a experimentar cosas, situaciones y sentimientos que nos van guiando a lo próximo.
Trato de evitar que las emociones me gobiernen haciéndome tomar decisiones en contra de mi misma. Es importante evaluar lo que nos pasa considerando los datos y la información que tenemos accesible. Si lo he vivido antes, entonces es trascendental usar esa experiencia a mi favor.
Nos modificamos internamente y eso está bien. A pesar de que en esencia tenemos una personalidad, unos valores, metas, etc. También es real que los diferentes escenarios cotidianos nos guían a comprender lo que queremos conservar y lo que debemos dejar ir. Quiero crear vidas dentro de mi vida. Mutaciones dentro de lo que ya soy. Podemos ser grandes. Mi interés en mi bienestar debe ser la prioridad. Mi riqueza emocional, mi crecimiento espiritual y mi honestidad conmigo misma son la base de mis acciones.
La compañía de otras personas es buena hasta que deja de serlo. Tenemos el poder absoluto de decidir quién nos acompaña en el camino y quién no. Incluso hasta donde queremos que esa persona llegue o cuanto queremos que conozca de nosotros. Todo es una decisión nuestra. ¿Entonces por qué se hace tan difícil tomar estas decisiones? ¿Temor al cambio?
El miedo a modificar es la muralla más densa y dificultosa de vencer. Es un sentimiento, está dentro de nosotros, así que sentimos que es parte de nosotros. Pero no es así. Siento que soy mi enemiga al escapar de mis propias advertencias. Cuando mi sistema defensor me susurra al oído que tenga cuidado y yo prefiero ignorarlo. Me convierto en mi guerra. Comienzo una batalla conmigo misma. No soy feliz. Todo lo que soy en cuerpo y alma debe estar en consenso, unión y paz, convencida de que estoy en el lugar y momento correcto. Solo así podemos ser felices.
Para sentir que soy poderosa debo internalizar que soy una mujer de cambios constantes. Soy un todo, muchas cosas a la vez. El poder está en vencer mis miedos y no huir de mi misma. Conocerme y amarme tal cual soy, pero permaneciendo abierta a todas las posibilidades. No sentirme atrapada ni permitir que me hagan sentir en cautiverio. Mi poder está en las opciones, en el sí y el no, en proveerme alternativas y saber cuándo irme. Soy una mujer de puntos finales y comienzos elegidos por mí. Las circunstancias no me definen, soy un universo de acciones.
¿Qué me hace ser poderosa? Mi actitud ante el cambio.