Allá por el milenio pasado, cuando Mariano Rajoy fue nombrado ministro por Aznar, las personas que formábamos entonces parte del Consejo Escolar del instituto Sánchez Cantón le enviamos una calurosa felicitación institucional, que es eso que se envía con elegancia y educación cuando alguien, independientemente de que sea de los tuyos o no, obtiene un cargo público o le dan, qué sé yo, un León de Oro.
Uno de entre los nuestros era nada menos que ministro, nos solazamos entonces, henchidos de esperanza en un futuro venturoso que nunca llegó. Se acordará de ello Pepa Pardo, que iniciaba en aquellos tiempos su cursus honorum, que es como llamaban los romanos al proceso de ir ocupando sucesivamente cargos, cada vez más importantes, como demostración de capacidad y también de ambición dentro de una carrera política.
No ha sido Rajoy el único presidente que ha surgido en tiempos recientes de los pasillos de los institutos de Pontevedra, pues ahora es el Presidente de la Xunta el que es alumni -forma pomposa de llamar a los antiguos alumnos- del Valle Inclán tal y como recordó al inaugurar el nuevo curso, personándose con las fuerzas vivas en su antiguo instituto, en el que hizo las consabidas declaraciones triunfalistas, esquivando las problemáticas vigentes que empañaron el día por toda Galicia (huelgas, protestas por las diferencias de criterio para bonificación de las matrículas universitarias, por el pago de los libros en educación obligatoria, etc.).
El beneficio neto concreto para la ciudad de Pontevedra de ambas presidencias, la de Rajoy y la de Rueda, es discutible -niéguenmelo con datos-, pero habrá quien se conforme con presumir de vecindad, como yo presumía ufano de vivir puerta con puerta con Nicolás Sartorius, por mucho la verdad fuese que éste me preguntaba siempre en el ascensor que a qué piso iba como si fuese la primera vez viese mi cara, que es el modo elegante en que los fundadores de Comisiones Obreras hacen de menos a los vecinos.
Lo que no logró esquivar Rueda es que le interceptasen, en plena puerta del que fuera su instituto, las representantes de la plataforma Dignidade Avogacía Pontevedra y que éstas le arrancasen allí mismo el compromiso de convocar una reunión con el Director General de Justicia, José Tronchoni y con el Conselleiro de Xustiza, Diego Calvo, en la segunda quincena de septiembre, para tratar las múltiples y justificadísimas reivindicaciones de dicha plataforma, que, por supuesto, suscribo en su integridad.
La reunión fue el pasado 24 y el titular ha sido “decepción”. Ni un solo avance y balones fuera: la culpa es de los colegios. Diego Calvo, pragmático, se ahorró el papelón y ni se presentó… lo que viene complicar eso de votar al PP siendo abogado si se quiere, además, ir con la cabeza alta, justo cuando el PSOE y BNG, han dado apoyo a las abogadas y los abogados. El sábado 28 vamos los abogados a Madrid a manifestarnos. No se olviden de que, como cantaba Devendra Banhart en su canción “Mi negrita”, el abogado trabaja para que tú puedas descansar.