Uno aquí, otro más allá, los casos van surgiendo a diario, con la abundancia de la caída de las hojas de un árbol caducifolio en otoño, pero que comienza siendo peremne testimonial y avisador.
Coño, pero si ayer...- exclamas perdido en la bruma mental que se forma a tu alrededor como aquel mar de nubes que dejaba atras, pasado Valle Seco, camino de la cumbre -. Bbueno, sé que debo explicaros esto. Se trata de un lugar concreto por donde pasé muchas veces en medianías de una isla cuando procedente de los pueblos bajos, en días nublados emergías repentinamente al sol ocultando la vida que dejas atrás, cuando vas camino de Los Pechos.
Todos los anunciados nos impactan, más o menos en proporción al grado de conocimiento que tengamos de ellos; aún con la boca abierta, balbuceamos algunas breves frases, que resumen nuestra condolencia.
Hace algún tiempo, por unos seis años, viajaba los fines de semana desde A Coruña a Pontevedra; el viernes, por autopista, de Coruña a Pontevedra y el domingo hacía el regreso sin prisas disfrutando como un sibarita de la tranquilidad lo hacia por carretera, con una parada especial en Iria Flavia en cuyo cementerio echaba un buen rato sentado en el féretro de piedra donde reposan los restos de don Camilo meditando todo lo que se suele meditar (poco y pasajero) acerca de la brevedad de la vida. Allí, en plena soledad, le soltaba aquello de "Tempus Fugit" y os aseguro que del interior del cadaleito salía una voz respondiendo "Amor Manet".
Uno de aquellos domingos, al llegar, llamó mi atencion un llanto fuerte y sentido al que solo le faltaba romperse como una globo excesivamente inflado. Un dolor dolorido que dicen por Carbia. Era la voz de una mujer que abrazaba otro ataúd tambien de piedra situado a no mucha distancia del que ocupaba el escritor. La mujer no sabía por dónde abrazar la mole de granito y entre hipismos desgarradores, con un dolor atroz, lloraba y gemía muy desconsoladamente con una profunda impotencia que me dejó helado y obligó a plantearme marchar por no romper con mi presencia el desahogo del alma de aquella mujer, o que la pena agarrase también mi corazón. Pensado y hecho. Me fui.
En visitas sucesivas siempre tuve la tentación de acercarme a aquel panteón, pero nunca lo hice ya que se venía a mi memoria aquella pregunta con respuesta que decía "¿por quién doblan las campanas?...
Todo tiene relación con todo lo que trata de justificar la hilazón de este comentario. Un día cualquiera el nominado será uno mismo y es que, en la frecuencia de las noticias, amigos de los 40, nuestros nacimientos, el reflejo legal y natural de nuestra existencia se irá por el desagüe de la desaparición al ritmo de aquella preciosa canción de Álex y Cristina que dice:
"Cuando crees que me ves,
cruzo la pared,
hago chas y aparezco a tu lado..."