Un día me enamoré de un faro que emergía de un mar bravo sin dejarse vencer por él.
Creo que me sentí identificada con ese faro y ya nunca pude desprenderme de su efecto.
Seguí la pista de quién, por aquel entonces, había resumido mi estado de ánimo sin conocerme, sin que hubiese mediado palabra entre nosotros, sin habernos visto siquiera. Esa es la fuerza del arte: remover sentimientos en quien lo contempla, aunque sea un perfecto desconocido para el autor.
El arte cura a quien lo hace y a quien le llega.
Los cuadros de Tato Heredia tienen una original combinación de fuerza y delicadeza: la delicadeza está en el trazo, y la fuerza en los colores vibrantes, mezclas de tonos cálidos y fríos: rojo y morado, verde y amarillo, matizados por fondos grises y blancos.
A Tato le han prestado un espacio espectacular para exponer, que todavía no es muy popular porque acaba de estrenarse, en la segunda planta del centro comercial Arousa, en Villagarcía.
La Sala Multidisciplinar es luminosa, moderna, cálida, perfecta para resaltar con el blanco de fondo y la luz natural que entra a placer por la cristalera, los colores vivos de las acuarelas.
A la sala solo le falta algo: visitantes. Imposible competir con las rebajas de la primera planta.
Los amantes del arte estamos acostumbrados a no rendirnos. Seguimos peleando para que algún día la afluencia de personas encuentre el equilibrio entre las salas de exposiciones y las tiendas.
Ambas son compatibles, incluso pueden retroalimentarse. Así lo ha sabido ver Luis González de la Ballina, gerente del Centro Comercial Arousa, pionero en acercar el arte al gran público reservando un espacio para él en un lugar al que nadie va con la intención de ver una exposición.
En cuanto al contenido de la muestra de Heredia, la novedad está en los cuadros abstractos que el pintor ha introducido en esa Evolución de la Mancha, nombre que ha elegido para presentarla.
No envuelven en esta serie los rosas y verdes contornos humanos; los desdibuja mostrando su esencia: color puro, ordenado por finas líneas negras que lo delimitan sin oscurecerlo.
El mar, tan presente siempre en su obra, se muestra esta vez en toda su pureza, con una serie de dos cuadros de olas de espuma. Sólo las olas. No hace falta más que azul intenso y blanco. El mar como es, como lo plasma Tato desde una primera mancha, como la que da nombre a la muestra, que evoluciona hasta que el mar se hace físico, hasta casi poder sentir su proximidad, su sonido y su olor.
Donde menos convence el autor, en mi opinión personal, es en los bodegones, experimentales aun, que irán seguro evolucionando.
Así como no parece detenerse mucho el pintor en la naturaleza muerta, sí que logra una fuerte expresividad en los grupos de personas que caminan bajo la lluvia protegidos por paraguas sobre calles empedradas, seguro pontevedresas, reflejadas sus sombras en las piedras. También en los caminantes solitarios, como la mujer que, de espaldas, parece cargar con un peso que la agobia y la coloca en primer plano mirando al fondo. Adivinamos su preocupación aun estando de espalda, por la postura encogida, la figura en negro, que despierta la curiosidad de quienes la miran a su vez a ella (nosotros) y el deseo de acompañarla y protegerla.
En la serie a la que pertenecen estos cuadros, titulada Reflexos las personas del entorno urbano, aparecen desdibujadas, integradas en las calles, mezcladas con las luces del alumbrado, sin una personalidad propia. Nada que ver con la rotundidad con que Tato retrata a la gente del entorno rural y del mar. Uno de los ejemplos más representativos de esta fuerza es la imagen de una marisqueadora, una dama del agua, como Javier Albatros fotógrafo pontevedrés y amigo de Heredia, denomina a las trabajadoras del mar.
A ambos artistas les gusta representarlas siempre concentradas en su tarea, con contornos fuertes y claros, hiperrealistas, en contraste con los paseantes de la ciudad, siluetas más próximas al Expresionismo.
No podía faltar en la muestra el motivo más constante del artista, sus barcos: veleros, barcas de pescadores, puntos de luz, siluetas de colores, reflejos en el mar, ya sea difuminadas o con todo detalle.
Novedad es sin embargo el cuadro titulado Campiña. Tato deja el mar que tanto quiere y nos lleva a un río que cruza un valle entre montañas, cambiando aquí el pintor su gama habitual de colores introduciendo una potente paleta de verdes.
La Evolución de la Mancha lleva abierta al público desde el quince de junio y estará, hasta el quince de julio, inaugurando la sala, trasladada desde la planta baja a la última y totalmente renovada.
Nada de malo tiene la consideración del arte en su vertiente económica, como un bien de consumo, siempre y cuando no lo reduzcamos solo a eso.
Quizá el aspecto mercantil se lleva una parte importante de romanticismo, pero, ayuda por suerte o por desgracia a darle el valor que tiene en una sociedad de consumo, dejando aparte aquellos casos excéntricos en los que el valor se dispara.
Qué mejor que un lugar de consumo masivo para hacerlo visible. Al fin y al cabo, uno de los objetivos actuales del arte es que pueda ser disfrutado por el mayor número posible de personas
Cualquiera que se acerque al Centro Comercial Arousa con intención de renovar su armario, podría pensar también en vestir su casa con algún cuadro. La ropa se acaba gastando con el uso, las obras de arte, se revalorizan con el tiempo.
Ojalá cunda el ejemplo y los Centros Comerciales reserven un espacio para exponer arte porque los artistas, como todos, necesitan subsistir y aspiran a poder vivir de su trabajo que consiste nada más y nada menos que en crear belleza.
Vayan a ver la muestra al Centro Comercial Arousa.
Planta segunda, frente al gimnasio
No se me pierdan por el camino, que habrá rebajas hasta agosto. Los cuadros de Tato solo hasta el quince de Julio.
Vayan, que como comentábamos este jueves con el propio autor en la terraza de la cafetería, el tiempo vuela, vuela la vida.
Gracias a Luis González de la Ballina, gerente del centro. Enhorabuena, Tato Heredia, una vez más.