Habemus presidente

09 de mayo 2025
Actualizada: 8:39

Lo que de verdad se estaba dirimiendo en Roma es el poder. Mucha teología, mucho catecismo, mucho rezo, pero lo que realmente les importa es el poder

Los purpurados se vuelven a reunir en Roma para elegir un Papa. Rojos de vestimenta, pero a cada cual más retrógrado y arcaico de pensamiento, obra y acción.

Al contrario de lo que la gente piensa, los cardenales son en realidad directores generales, y su labor no es la de elegir un líder espiritual, aquel que denominan el continuador de San Pedro en la tierra, sino al nuevo presidente de la multinacional más antigua del mundo.

La persona que dirigirá el holding de empresas que conforman la Iglesia Católica, S.A., deberá encargarse de incrementar los beneficios, de asegurar las inversiones en bolsa, de gestionar los ingresos de los inmuebles que tienen en arrendamiento, incluso de administrar los millones de euros que ingresan cada año en los cepillos de las sucursales que tienen por todo el mundo.

Como toda religión, la católica no deja de ser una asociación de gente que cree en cosas que no se pueden ver, ni siquiera se pueden demostrar, y mucho menos se basan en ningún tipo de confirmación científica que demuestre sus iluminadas teorías.

Lo que de verdad se está dirimiendo en Roma es el poder. Mucha teología, mucho catecismo, mucho rezo, pero lo que realmente les importa es el poder. Quién manda, quién marca la línea que se va a seguir, si van a abrazar la mentalidad del siglo XXI, con todo lo que es la sociedad de hoy en día, o si, por el contrario, siguen anclados al pasado, aquel en que obtuvieron tantos beneficios con una campaña tan exitosa basada en inculcar el miedo a la gente.

También es posible que se decidan por un papa español, como, por ejemplo, Alejandro VI, que ejerció su presidencia con mano dura, financiando y organizando guerras para incrementar el patrimonio de la sociedad y además se encargó de procrear y colocar a sus vástagos en las mejores casas de la realeza europea.

Esa es la realidad de la Iglesia Católica, la doble moral y el ansia de poder. Después, lo envuelven todo en un halo de misericordia, en el rezo y en pedir al dios que adoran el perdón divino. Es lo que tiene que la gente comulgue con ruedas de molino y con cosas que no se pueden demostrar. 

La verdad es que hay que reconocerles que el negocio que han montado es estupendo, porque venden algo que no existe y han logrado que la gente se lo compre sin cuestionarse nada. El sueño de cualquier empresario.