La nueva lapidación

14 de abril 2021
Actualizada: 18 de junio 2024

En todo este circo mediático me sigue asombrando lo fáciles que somos de manipular por el primero que tire del hilo de la cruceta. Especialmente si son personajes de la talla de Antonio David Flores y Rociito, que se han revelado como grandes gurús

" Quién esté libre de pecado que tire la primera piedra" (San Juan, 8,7)

 

Dicen que la envidia es el pecado capital de los españoles. Estoy de acuerdo. Pero la hipocresía, aunque no es capital, también parece una plaga bíblica.

 

No he podido quedarme al margen del tema del año en la crónica social porque soy un ser de voluntad floja y lleno de contradicciones. No quiero verlo, no quiero entrar; luego lo veo y entro. Soy telespectadora, ergo soy.

 

En todo este circo mediático me sigue asombrando lo fáciles que somos de manipular por el primero que tire del hilo de la cruceta. Especialmente si son personajes de la talla de Antonio David Flores y Rociito, que se han revelado como grandes gurús.

 

Aquí ha valido más un programa del corazón (por no decir del hígado) para que aumenten en un 60% las denuncias por Violencia de Género. No las campañas de concienciación, no las ayudas, no la educación, no los consejos de quién te quiere bien. Ha sido Rociito la gran salvadora. Y aquí me tienen dudando de si el fin justifica los medios. Perdónenme por dudar en un mundo en que todos saben de todo.

 

En cuanto a la hipocresía: Telecinco lleva media vida, de la suya y de la nuestra, amparando a un supuesto maltratador. Digo supuesto porque hasta que Carlota Corredera sea juez, de momento, como periodista, no puede dictar sentencia.

 

Ahora, gracias a un jugoso acuerdo económico, también supuestamente, Mediaset ha entonado el mes culpa, ha lapidado al supuesto maltratador, colaborador suyo hasta antesdeayer. Ha pedido perdón porque lo hace hasta el Rey Emérito, y aquí la asunción de responsabilidades no aparece ni se la espera.

 

Para acabar de completar el horrendo cuadro, ya he perdido la cuenta de cuántos testigos y conocedores de la situación que la señora Carrasco cuenta, han salido ahora a contar lo que han visto o sabían previo pago o reentrè en el ruedo mediático. Ganancia monetaria o publicitaria gracias a una tragedia que conocían pero que, amparados en el respeto a la privacidad de la víctima, no han contado hasta ahora porque ha hablado ella. ¿Perdón? Me sigue faltando una pieza: la de la vergüenza que no tienen.

 

Luego está lo que ahora venimos a llamar polarización que también aplicamos a todo: Madrid o Barça, derecha o izquierda política, Rociito o Antonio David: Y tú, ¿de quién eres? como quién mira una peli de sofá y manta, comiendo pipas. Como si no hubiese un montón de delitos supuestamente cometidos por las partes enfrentadas: revelación de secretos, omisión de la presunción de inocencia, implicación sin pruebas de terceros y un largo etc. con la aparición de "papeles" que nadie se ha, por lo que nos dicen, molestado en cotejar ante un notario.

    Lo peor de todo es que en medio de este sinsentido estaban dos menores que, una vez más, no han contado como sujetos de derecho en España.

Dos niños por los que ambos progenitores- ambos-  han peleado como si fuese la cubertería, el coche o la vajilla de la abuela: ni pa ti, ni pa mi; sin nadie que los amparase más que su propia fortaleza. Porque los niños son mucho más fuertes de lo que los adultos creemos.

Media España era conocedora de que había dos niños zarandeados de un lado para el otro figurada y realmente y miró para otro lado.

 

Hoy, esos niños son mayores de edad que sufren las consecuencias de su anterior desamparo y que en el caso de la chica, se ha subido, a mi entender muy mal aconsejada, a la noria de los medios que la va a seguir mareando hasta que se canse de ella. Aunque probablemente gane más dinero que cualquier otro joven de su edad, la paz mental que necesita no va a poder comprarla nunca.

 

Rocío Carrasco ha hablado además de personas que ya están muertas y no pueden defenderse de sus acusaciones y que resultan ser sus padres, gracias a los cuales se la conoce y gracias a los que puede precisamente salir en televisión contando su verdad, y a los que ella misma deja quedar en muy mal lugar.

  

Los espectadores seguimos estupefactos viendo como hasta una ministra se echa al ruedo mediático, no para poner un poco de cordura, si no para decir lo que todo el mundo quiere oír y refrendar con su intervención los tejemanejes de una cadena privada y millonaria que, si quisiese recurrir ahora a la memoria histórica como ha hecho en otras ocasiones para otros asuntos, llegaría por ejemplo a las Mamá Chicho, emblemáticas como mujer florero, que bailaban una cancioncilla que atufaba a machismo rancio, creadas para el mismo canal allá por los noventa. Esa misma cadena, por obra y gracia de Rociito es ahora salvadora del género femenino, abanderada del feminismo, haciendo más caja que nunca con el refrendo público de un ministerio. Y aquí todos comiendo pipas.

 

Ya para rematar, está lo de la lapidación en plaza pública o lo que es lo mismo, las redes sociales. No hace falta una opinión formada para opinar. Se opina y punto. Y cuanto más grueso sea el insulto y la falta de respeto, ahora llamada opinión, más mola, más lo peta y más likes consigue.

 

Por si a alguien le queda alguna duda, que, aun conociéndome, sé que habrá quien la tenga, me veo obligada a aclarar que lo escrito no es obstáculo para que esté en contra de todo tipo de maltrato. Y que me hierve la sangre igual que a toda persona de bien cuando una mujer es atacada o asesinada por su pareja.

 

Espantoso momento el que vivimos en que por no ir a una manifestación dirigida políticamente o por no posicionarte hacia dónde la corriente te empuja, tienes la necesidad de aclarar semejante obviedad. Que por no jalear a Rocío Carrasco y no tirarle una piedra a Antonio David, seas nada menos que cómplice de un maltratador.

 

Manda narices, los indicadores que tenemos en este país.