No sé en qué viento llegó este querer

16 de septiembre 2019
Actualizada: 18 de junio 2024

Ya está, ya hemos vuelto enterrar a Chanquete con la música de fondo de Manolo y Ramón en esa bonita y nostálgica canción "El final del verano"; porque esto es realmente lo que sucede, el esperado tiempo de verano se nos ha ido casi sin pena ni gloria, aunque septiembre siga comportándose como siempre, es decir, como un auténtico jabato

Ya está, ya hemos vuelto enterrar a Chanquete con la música de fondo de Manolo y Ramón en esa bonita y nostálgica canción "El final del verano"; porque esto es realmente lo que sucede, el esperado tiempo de verano se nos ha ido casi sin pena ni gloria, aunque septiembre siga comportándose como siempre, es decir, como un auténtico jabato. Nos lo recuerdan sensaciones conocidas de olores, conversaciones sobre uniformes de colegio, mandilones, libros, montones de folios…, y los ruidos de las sirenas de los centros educativos. Los escaparates de los comercios tienen, casi todos, una temática monográfica relacionada con los escolares que son quienes marcan con su frescura el reinicio de la actividad interrumpida tres meses atrás y que tuvo paralizada la vida laboral que les es propia, y vuelve para tirar del carro en todos nosotros, sobre todo de esta reserva de tíos/as chipén, frescos como rosas que somos los abuelos.

 

Desde casa oigo la sirena de un cole marcando la diana del comienzo de actividades y ello me trae añoranzas de la actividad tan grata de mi trabajo hasta hace un lustro. Nunca dejaré de asombrarme de como pasa el tiempo, de como nos lleva la corriente de este río que es la vida y que creíamos no hace mucho que solo movía a los demás. Recuerdo a Laura, mi colega de inglés cuyo marido estaba por entonces vinculado a una embajada en zona rusa, creo recordar. Me dijo entonces, con resignación, al despedirnos:

-A mí, aun me faltan cinco años para la jubilación.

Pues bien, compañera, ahí están ya tus cinco cursos de espera.

He gozado con mi trabajo de docente, sobre todo en mi último destino, un colegio integrado, con profesorado de Secundaria y muy bien organizado donde comenzábamos a desprendernos de los encerados convencionales en favor de la completa digitalización. Los últimos años en este colegio, se había sustituido la sirena por música clásica que marcaba las distintas fases de la actividad escolar, cambio de sesión, entrada, salida y recreo. La vieja sirena, la clásica sirena de aullido estridente se quedó para las emergencias.

Me satisfacía moverme por entre los pasillos, abrir las aulas, usar laboratorio, biblioteca… y sobre todo me era agradable esa sensación de entrar y salir de los distintos despachos administrativos bajo la mirada de la gente que esperaba turno en los mostradores para gestionar matriculas, entregar documentos o hacer cualquier otra gestión. Si eran conocidos te parabas con ellos unos minutos y siempre salían a relucir los progresos en secundaria de alumnos que habían pasado por las aulas de primaria. Vaya mi recuerdo especialmente sentido para A. y su madre S. con las que tuve una relación profesional de frecuente seguimiento, dos de las siete victimas de un inesperado accidente deportivo acaecido en la localidad que nos dejó helados a todos. A. comenzaría este curso su primer año de facultad.

Confieso que este miércoles pasado, cuando se inició la nueva temporada escolar, estuve a punto de colarme en un colegio de la ciudad y saborear los prolegómenos de la inauguración como si fuese un tutor más, pero me abstuve. Sucede que uno se niega torpemente a reconocer la evidencia de que la vida te arrincona sin piedad y que debemos aceptar que esto es así.

En pocos días, se cumplirá la maravilla del posicionamiento traslacional de nuestro planeta llamado equinoccio y comenzará el otoño. Gradualmente, septiembre nos coloca en la realidad y, aunque el verano se prolongue, vamos notando que la luz amaina y el fresquito marca las últimas horas de la tarde, que el verano es pasado irrepetible y que esos niños que estrenan colegio merecen una sociedad que los mime y los quiera.