Pese a la errónea y generalizada creencia de que los bienes públicos existen gracias a los impuestos, asunto extendido en la sociedad y en todas las capas sociales gracias al continuo trabajo ejercido a través de los medios de comunicación, hay que recordar que ni los hospitales, ni las escuelas, ni las carreteras ni la seguridad social existirían sin el circuito de la riqueza creada por la empresa, sus trabajadores y todos los autónomos que levantan la persiana a muy primera hora: sin ese círculo que nace de todas las múltiples iniciativas privadas de miles de personasque se juegan su dinero, su patrimonio y su comodidad no podrían asignarse partidas de ningún tipo a la administración pública. Es la creación de riqueza la única causa por la que existen los bienes públicos que vemos a nuestro alrededor: los quirófanos del Álvaro Cunqueiro que hoy nos curan y salvan vidas, años atrás fueron esfuerzos e importes de ventas de empresas de cualquier polígono.
No somos una sociedad que tenga esta premisa en primera línea, bien al contrario, todo lo que suene a empresa, empresario y capitalismo tiene un rechazo instintivo y falto totalmente de reflexión, pero puede que la pereza intelectual sea el pensamiento dominante generalmente admitido. Por eso desde la esfera política la animadversión ideológica contra el empresario se vocea con entusiasmo, visto que el pueblo romano espera oírlo. Hay que constatar entonces que partimos de premisas erróneas al hablar de los bienes públicos ya que la mirada no debe estar en los impuestos sino en sus orígenes, debe estar puesta en quién, cómo y a qué precios se genera adecuadamente actividad económica, el soporte básico y profundo del bienestar de los ciudadanos, y por supuesto, también, del bienestar del Estado.
Desde el primer momento que la empresa nace y cuando comienza a realizar transacciones se producen pagos a la administración pública en forma de iva, tributos o finalmente el impuesto de sociedades, sin olvidar que las remuneraciones a los trabajadores son netas, en cuanto parte -y parte muy sustancial- se traslada a la administración pública en forma de irpf y cotizaciones sociales. En toda operación dentro del circuito de generación de riqueza se aparta determinada cantidad por ley con destino a las arcas públicas. Si saldamos cuentas en el último día del año vemos los grupos que se han ganado sus rentas/salarios: la propia empresa en primer lugar, anticipando el futuro mediante previsiones para inversión y en forma de reservas o beneficios no distribuídos; luego los trabajadores y sus salarios; después los accionistas, mediante dividendos si hay beneficios; y finalmente la administración pública, que independientemente de que se produzcan pérdidas o ganancias ha percibido todo tipo de cargas, impuestos y tributos sobre la actividad íntegra empresarial. Es posible que, en su día, muy lejano día, la proporción entre remuneraciones netas / tributación se encontrara alrededor del 55 % / 45% sobre la generación de riqueza total por parte de la empresa. Esta situación -remuneraciones / impuestos (pago a funcionarios, inversiones públicas y gasto social)- no hay nadie que la discuta, no hay teoría o práctica política que ponga en cuestión esta estructura de una sociedad democrática: ni neoliberales, ni libertarios, ni liberales, ni fachas, ni fachosfera, ni la ultraderecha que tiene rodeada al gobierno ni nadie. Tampoco Milei ni Ayuso, ni siquiera Trump. La acusación de querer desmontar las políticas sociales solamente es una treta mediática y política para atrapar incautos y ganar votos para la causa. A señalar aquí cómo, de matute, pasan como políticas sociales una ingente montaña de gasto político ineficaz, improductivo, antieconómico y exclusivamente útil para la compra de votos.
Aquel círculo virtuoso generador de riqueza ha venido sufriendo serias transformaciones en nuestras sociedades denominadas del bienestar. Es muy posible que, al compás del aumento de la población, de la inflación y de la productividad -en los tiempos en los que se incrementaba-, las remuneraciones de trabajadores, de la propia empresa y de sus accionistas hayan tenido crecimientos muy importantes. Pero absolutamente nada comparado con el incremento que ha generado la acción política. El mínimo común múltiplo votante le ha dado conformidad y la gestión política ha conseguido independizar y disparar su gestión de gasto de la fuente de la que emanan sus ingresos que no es otra que la actividad económica privada de empresas y autónomos. De tal manera que no solo fluyen a las arcas públicas todas las partidas muy incrementadas que soporta la actividad empresarial, sino que la administración pública, regida por criterios de ineficaz (y corrupto) gasto político, ha incrementado su volumen de gasto de forma exponencial: tanto el gasto público como el gasto político no tienen ya ninguna proporcionalidad con la generación de riqueza que realiza la empresa y los trabajadores. Esto es un drama.
Como consecuencia de esta situación todo el malgasto de los dineros de los ciudadanos ha ido a parar primero al déficit público, nombre fino para denominar los malos resultados de los malos gestores y criterio de gestión que nos permite observar cómo la sociedad española muestra su completa inmadurez ante el incumplimiento año tras año de las exigencias de una gestión racional. Por cierto, siempre con una falta de información sideral en todos sus detalles. Finalmente, de las cañerías del déficit se vuelca la ininterrumpida catarata en la Deuda de la nación: desde los inicios de este gobierno se ha incrementado en más de 400.000 millones de euros. Una locura absoluta que el mínimo común múltiplo votante español no sabe, no contesta. Como mi agüita amarilla la Deuda tiene gran recorrido: baja por una tubería, pasa por debajo de tu casa, pasa por debajo de tu familia, pasa por debajo de tu lugar de trabajo e igual que el purín se desparrama por campos y ciudades con la única diferencia de que la Deuda no huele. ¿Alguien ha visto algún debate sobre la Deuda Pública, cómo se gesta, cómo se construye el déficit o a qué va destinada? ¿Hay algún miembro del gobierno que describa para el ejercicio el montante de la Deuda, sus destinos y orígenes? ¿Y la oposición, emite Informes sobre el asunto, habla, dice algo? Nadie habla de la Deuda, y aquel mínimo común múltiplo votante, creído, confiado en su ojo clínico y crecido en su inaparente soberbia ni se quiere enterar de las maquinaciones en su contra que supone esta montaña de basura.
Cualquiera con un mínimo sentido común pone en entredicho esta endeble estructura que recorre la espina dorsal de la economía española. Dice el gobierno en petit comité: sacamos de trabajadores y empresas lo máximo de su esfuerzo y luego gastamos muchísimo más para meterlo en la Deuda, que no se enteran. Y así es. Si nos acercamos a la realidad, a quienes la soportan en primera línea -la empresa, el autónomo- y luego observamos las remuneraciones salariales de los trabajadores mordidas por los tres factores de la decadencia: la inflación, los impuestos antieconómicos y la intervención política en la actividad económica, vemos que las cargas que soportan la empresa, los trabajadores y los autónomos no dejan de crecer, contando además con el hecho de que sudamericanamente el gasto político no tiene límites en busca de la reelección política. Resulta un cuadro general de un tipo de economía basada en el Gasto y la Deudaen contra de la Generación de Riqueza, la base económica sobre la que se sostiene todo el andamiaje. El populismo barato no tiene en cuenta ninguna premisa económica y la primera a la que falta es a las condiciones de inversión, la atmósfera capaz de desarrollar entornos en que crezcan ¡y repitan! las inversiones empresariales, absolutamente sensibles al clima. Al clima económico. Principal criterio que va a determinar el desarrollo futuro de una nación.
Además de comer marisco por tu bien, que diríamos de la burocracia política extractiva, populista, y por comentar algo del nivel que han alcanzado y de cómo se las gastan...: en las redes de corrupción que rodean al partido del gobierno hay informes de la Guardia Civil que señalan la impresionante existencia de ñoquis: cobran una nómina en alguna de las innumerables empresas públicas (cuya abundantísima existencia es señal de que estamos mucho más cerca de Maduro que de una economía frugal del norte de la UE) y ni siquiera van a trabajar: están colocados por la casta política como si fuéramos una sociedad corrupta hasta el caudillaje, saltando todos los controles de una sociedad democrática. Solamente en este informe se habla de más de 750 ñoquis: parte infinitesimal del gasto político comprador de votos (los ERE de al-andalus) que es la acción política instalada en lo más alto de la administración socialista, comunista y nacionalista, y eso supone corrupción y máxima responsabilidad sobre los miles de millones tirados a la basura incrementando la inenarrable Deuda Pública española, 1 billón setecientos mil millones de euros. La foto finish.
Cuidado que no haya ninguna curva.