Schadenfreude

24 de octubre 2023
Actualizada: 18 de junio 2024

Uno de los temores más habituales y razonables de los abogados es que llegado el momento de la práctica de prueba de los hechos que sostiene la pretensión que uno defiende, aquello que uno ha manifestado con vehemencia se venga abajo como un castillo de naipes porque su cliente no le informó de que había firmado tal papel, había pronunciado tales palabras delante de otros, había estado en determinado lugar o había participado de un hecho

Uno de los temores más habituales y razonables de los abogados es que llegado el momento de la práctica de prueba de los hechos que sostiene la pretensión que uno defiende, aquello que uno ha manifestado con vehemencia se venga abajo como un castillo de naipes porque su cliente no le informó de que había firmado tal papel, había pronunciado tales palabras delante de otros, había estado en determinado lugar o había participado de un hecho.
 
Con frecuencia excesiva los clientes mienten al abogado, un error tan absurdo y habitual como mentir al médico, por lo que a menudo y de modo cautelar nos vemos obligados a hacer una labor detectivesca, pero hasta cierto punto y según nuestras capacidades. Por eso no es extraño ver en estrados la escena en la que un letrado, con cara de portero goleado tras una revelación inesperada, clava los ojos en su cliente como quien mira a un niño embustero mientras masculla un "hablamos fuera" con ojos enrojecidos.
 
Me he acordado de esto al asistir, con perpleja decepción, al papel que está escenificando el BNG e hijuelas a cuenta del anhelado destape del Gafos, al que se viene negando desde hace veinticuatro años (conviene no olvidar). No es solo que Mosquera y Lores hayan salido a pronunciarse en unos términos tan poco rigurosos como desconocedores del expediente administrativo al que siempre han tenido completo acceso, es que han conducido a su Nipper (permítanme la referencia al fox terrier que hizo de modelo para la pintura de Francis Barraud "La voz de su amo", luego logotipo de los sellos discográficos Victor y HMV) a decir que todo era humo, que no había nada.
 
Y, claro, cuando ha salido Iván Puentes en rueda de prensa, ha mostrado y glosado los hasta quince informes que hay, las opiniones y vistos buenos de Augas de Galiza, de la Xunta y demás, me he debatido entre la conmiseración y el schadenfreude (palabra que en alemán designa el sentimiento de alegría o satisfacción generado por el sufrimiento, infelicidad o humillación de otro), pues en este asunto no he llegado al puntito disfrutón de Rafa Domínguez. Dizque ya se ha salido a rectificar y a sostener ahora que algo hay, pero que es poco y hecho por otros, que no le va internet y no sé qué más argumentos de monólogo de Ozores, como si no hubiese anudado ya su palabra al humo.

Todas estas polémicas y confrontaciones entre un BNG que niega lo evidente para no admitir lo que todos sabemos y un PSOE que se arriesga en el frío de la oposición, no hacen más que poner de manifiesto los motivos de por qué no hay una coalición de gobierno en el Concello de Pontevedra, ya que es evidente que es imposible llegar a pactos con quien no quiere negociar, ni ceder en nada. ¿Acaso puede creer alguien que este hoy franco bloqueo de las ideas y los proyectos que fueron del PSOE no fueron silentes zancadillas y trabas hace no tanto? ¿Quién se puede creer que la oferta de coalición del BNG es algo más que un "toma, siéntate aquí, dame tus votos y limítate a proyectos pequeños"?

Hay simplezas que conviene recordar, porque se tienden a olvidar. A la política se entra para mejorar la vida de las personas (destapar el Gafos lo haría), al igual que se negocia para ceder, no para imponer totalmente tu criterio. Con quien me quiere imponer todos sus puntos yo no negocio, voy a juicio y que decida el Juez. Eso es lo que está haciendo el PSOE, con el beneplácito de la mayoría de sus afiliados y simpatizantes, que eligieron a Iván Puentes para, precisamente, no ser la muleta del BNG, no para otra cosa. El juicio le corresponderá a los pontevedreses y muy especialmente a los de Campolongo, a los que dudo se les olvide quienes son los responsables de no tener el río que merecen.