Cuando se trata el tema de las Guerras Mundiales es cierto que el estudio y presencia en el acervo cultural de la Segunda Guerra Mundial hoy día gana por mucho a la Primera, que se contempla como arcaica, superada y un puntito aburrida. Y, claro, no existen ya nostálgicos del Imperio Austrohúngaro como sí que tiene, hoy incluso en coaliciones de gobierno vigentes, el pintor austríaco, como se le llama cautelosamente en las redes sociales para evitar la censura.
Sin embargo, se trata de una contienda apasionante. No es únicamente que sea difícil no acordarse cada Navidad, por su tan famosa tregua espontánea entre soldados del frente, es que fue una guerra surgida directamente de la acción política. De una política de ambiciones, de presunciones, de odios, de torpezas y de cálculos erróneos, como maravillosamente desglosó Christopher Clark en su ensayo "Sonámbulos".
Con estos mimbres, es difícil no hacer comparativas a nivel de política local de Pontevedra, permítanme la licencia y el traer el ascua a mi sardina, pues en ambos casos tenemos un áspero contendiente que sobreestima su poderío y cuya situación le implica estar, muy a su pesar, entre los azules y los rojos.
En nuestro caso hubiera sido esperable una tregua navideña, pero cuando los tiempos que debían ser de paz y amor han vuelto ha sido, precisamente, cuando el BNG ha decidido dar carpetazo al trampantojo de negociación presupuestaria con el PSOE, empero estar en ese momento la pelota en tejado ajeno, ya que acababa de enviar una contraoferta. El viejo truco colgar el teléfono cuando uno está hablando, para dar la impresión de haber sufrido un corte de línea. Todo ha saltado por los aires y los pontevedreses serán regidos, presupuestariamente también, por una minoría. En el debe del PSOE está ese apoyo que hizo a Lores nuevamente alcalde, exigido por acuerdos a nivel Galicia.
En esta situación se abre una senda que, moción de confianza mediante, lleva a la aprobación de los presupuestos sostenidos por esa minoría. Parece un ardid legal, pero así es la norma. Se llegará a esta situación, dirán, no porque el PP ni se plantee hacer oposición útil y negociar nada para Pontevedra, sino porque el PSOE no llega a acuerdos con un BNG que lleva seis meses llamando negociación a un "firme aquí" sin contrapartida ni cesión alguna.
En esta situación no faltan quienes, interesadamente, tratan de agitar el avispero de la retaguardia, flanco siempre complicado en el PSOE local. Algún artículo se ha escrito en esa línea, cómo no. Sin embargo, no cuentan con que los tiempos han transcurrido para todos y los líderes socialistas locales nacidos de la transición y los ochenta han dado paso a una nueva generación -notoriamente más joven, adaptada a los nuevos tiempos y a las nuevas necesidades- en una mezcla de pragmatismo y generosidad que quizá faltó en otros tiempos, donde podía darse un golpe palaciego de jubilados.
Así todo, en el futuro no es esperable del PSOE local otra cosa más que no sea seguir en la línea de proponer y mantenerse firme en su programa, pues su proyecto está descrito a 8 años y se va cumpliendo. No es a ellos a quienes se les escurren entre las manos las oportunidades para Pontevedra como si fuese arena de playa, mientras caminan sin proyecto, ellos también, sonámbulos. Feliz Navidad.