In Memoriam: Juan Antonio Loureiro Vázquez

05 de marzo 2023
Actualizada: 18 de junio 2024

El pasado día 1 de marzo falleció Juan Antonio, al que muchos conocíamos por Tucho. Fue despedido por amigos y familiares en la parroquia del Divino Salvador de Lérez, y ya en el cementerio sus nietos le dedicaron este sentido homenaje

El pasado día 1 de marzo falleció Juan Antonio, al que muchos conocíamos por Tucho. Fue despedido por amigos y familiares en la parroquia del Divino Salvador de Lérez, y ya en el cementerio sus nietos le dedicaron este sentido homenaje:

Todos conocéis a Tucho y por eso estáis aquí con nosotros, aún así queremos dedicarle unas palabras que nacen del corazón.

Tucho, o fillo do Ferreiro, nuestro padre, hermano, esposo, abuelo, amigo, compañero, vecino... siempre fue una persona con la capacidad de unir a su gente: ¡Qué Nochebuenas en familia!; ¡qué partidas y tertulias con los amigos, qué viajes y reuniones con compañeros de la Escuela Militar, con compañeros de Citroën…!

¡Qué aventuras nos contaba de sus viajes por Indonesia, Francia, Túnez! Ese Camino de Santiago, que primero hizo solo, nada más jubilarse, y luego repitió con su novia, como él llamaba a Auritiña, una vocación viajera que conservó toda su vida, ¡cuántos viajes tenía aún en mente!, ¡cuántas cosas se quedaron sin hacer!…

Tucho tuvo una vida plena, y sin duda fue un ejemplo para todos nosotros, creció feliz junto a sus hermanas Geli e Inés, muy joven se fue a Madrid a la Escuela Militar que marcaría su vida y que le enseñaría valores que le han acompañado desde entonces como la disciplina; la educación; el esfuerzo; la honestidad y la importancia de la amistad. Ya de regreso a Pontevedra, conquistó a la que sería el amor de su vida y, como él decía, la mejor decisión que había tomado nunca fue casarse con Aurita, nuestra abuela, con la que tuvo a sus hijos, a los que adoraba, Anxos, Juan Antonio y Ana; estos a su vez incorporaron a la Familia a dos hijos más, Berta y Federico, a los que nos unimos nosotros sus nietos, sin duda su familia era para él, su mayor tesoro y así nos lo hacía saber, tanto con el cariño del día a día, como con esos churrascos que nos preparaba en Sanxenxo los domingos de verano.

 

Tucho fue un hombre de una gran inquietud intelectual, lo que le hacía un gran conversador, siempre queriendo aprender ya sean idiomas, pintura y ¡cómo no!, destacar el hecho de sacarse una carrera de una de sus grandes pasiones, la Historia, que hizo una vez jubilado.

También puso empeño en escribir un libro que editó y publicó, con la inestimable colaboración de su hija Anxos y las colaboraciones con Cedofeita. Y finalmente el último reto en el que estaba embarcado era en la escritura de un libro sobre monedas y confección de unas colecciones de monedas, a las que le dedicaba horas todos los días con la ilusión de dejarle un álbum a cada uno de sus hijos y nietos .

 

Para Tucho, la amistad era muy importante y siempre la supo mantener y cultivar, hasta el último momento, ya fueran amigos de la infancia, el grupo de la partida de subastado de los sábados en casa de Beni, los compañeros de Citroën, las reuniones y viajes de ex alumnos de la escuela... y buena prueba de ello es que muchos estáis hoy aquí acompañándole y por ello os damos nuevamente las gracias.

 

En este último año nos ha dado sobradas muestras de su bondad y amor, en el primer ingreso le decía a la enfermera cuando le indicaban que tenía que quedarse ingresado: "mire, yo no puedo darle este disgusto a mi mujer. Yo ahora me voy a casa con ella y, si eso, ya vengo mañana…"

 

Pero sobre todo, en las últimas semanas, nos ha dado una lección de entereza, bondad y amor sin límites. Poder estar con él y cuidarle ha sido un auténtico regalo y una enseñanza de vida. Nos ha mostrado cuánto amor encerraba, cuán agradecido era, estaba más preocupado por nosotros que por su propio bienestar, nos ha querido y nos ha hecho quererle más, si cabe.

Y cómo no, la principal destinataria de ese amor, fue Aurita; su cosiña; su costilla; su novia; su compañera de vida con la que compartió más de 55 años. El amor más puro y verdadero se reflejaba cada vez que se miraban o que él le cantaba una ranchera.

Ver el mimo, el cariño y la fortaleza con el que Aurita le ha cuidado hasta el último momento ha sido también otro gran regalo y enseñanza para todos nosotros.

Mentiría si dijera que estos días no han sido duros y dolorosos, pero estoy seguro que, con el paso del tiempo, las lágrimas de hoy se tornarán en sonrisas al comprender la verdadera dimensión del regalo que nos ha hecho al vivirlos junto a él.

Nos dejó como quería: en su casa, abrazado por su familia, y en su paraíso en la tierra que para él era Sanxenxo, viendo el mar, azul como sus ojos, y desde donde inició el camino hacia el cielo.

 

Te queremos abuelo.

 

Descanse en Paz.

 

 

Julio y Eva Saldaña Loureiro.

Nietos de Juan Antonio Loureiro Vázquez