En el Claustro de Las Procesiones, finalizado en 1600, estaba el antiguo refectorio (comedor) y tenían una réplica de la de La Puerta más Angosta del Mundo. Con la llegada de los Mercedarios en 1890 el refectorio fue acomodado a sus necesidades del momento.
En esta foto observamos cómo el ágape era una reunión de la comunidad; todos iban degustando los alimentos, con la casulla puesta.
En los años sesenta los mercedarios se ubicaron en lo que hoy es La Hospedería: se estudiaba filosofía y teología y otras materias.
Observamos que pequeña era la puerta que conducía al púlpito y la belleza de esta sala convertida en Museo de Piedra: mosaicos de Antolín Mark Machourek, obras de la escuela de canteros.
En este comedor había una imitación a la Puerta más Angosta del Mundo. Nos comenta Juan Antonio Pascual Estapé: "En el siglo XVIII el Monasterio de Alcobaca una cocina más grande del mundo; muchos monjes tenían buen apetito y disfrutaban comiendo, llevados por la gula. El abad mandó construir esta puerta. Denominada Porta Pega-gordo. Medía dos metros de alto y 32 centímetros de ancho. Su objetivo era no dejar pasar a los obesos".
Esta medida para combatir a la gula y evitar excesos en comilonas sirvió de varios estudios de los profesionales de la dietética. Los monjes lograron "comer para vivir y no vivir para comer". Casi en todas las órdenes benedictinas, su dieta era la denominada hoy "mediterránea": frutas de temporada, verduras, legumbres, pan y otros cereales, cantidades moderadas de carnes y consumo de pescado.
Al final del Museo de Piedra, observo a Chicho Raposo que me hace indicaciones. Hasta pintó de amarillo una puerta imaginaria.
- ¿Qué estás indagando?
- ¡Verás! Aquí estaba situada A Porta Pega´Gordo. La altura no es obstáculo, pero los 32 centímetros de ancho, los pasan muy pocos. Tuve suerte que en mis tiempos eliminaron esta puerta. ¡Imagínate! Ya estaría en cuarentena de ayuno. Lo que sufriría! Menuda dieta.
- ¿En qué consistía esa famosa dietética?
- Durante cuarenta días los que no pasaban por esta puerta ayunaban: pan y agua y una sopa al día. Les tenían prohibido beber su vasito de vino, saborear las frutas del huerto, no degustar pescados y los zancos de poyo. ¡Un martirio y gran sacrificio!
¡Espérate! Tenían que realizar sus labores asignadas.
- ¿Cuántos sucumbieron a tal imposición?
- ¡Ninguno! Fue muy saludable; se curaron del colesterol, del ácido úrico, de la diabetes. Sus grasas se iban diluyendo, fortificando su estructura ósea y mental. Comentan que con esta cuarentena bajaba de obesidad entre 12 y 14 kilogramos. ¡Fueron los precursores de la dietética!
- ¿A qué esperas para experimentar esta disciplina? Pues tú no pasas por esa puerta ni de canto.
- ¡Claro que no! En su tiempo fue una disciplina muy acertada. Ahora controlamos todos los parámetros médicos con caminar y la ciencia médica.
- No entro en discusiones. Pero creo que tu dietista igual no está muy de acuerdo con tu planteamiento. ¿Te vas a someter a la cuarentena?
- ¡¡Vamos!! Es hora de comer.
Pedro de Lorenzo y Macías.
Fotografías: Sofía Lorenzo Gómez.