Es la corriente ideológica, sospecho que más bien económica, que se ha impuesto en el mundo actual. "Cada individuo tiene derecho a desarrollarse por sí mismo, por eso hay que dejar operar a las fuerzas del mercado, y el estado debe interferir lo mínimo en nuestros asuntos". Muy básico, pero suficiente para comentar lo que estamos observando en los últimos años.
Para empezar, habría que ver si eso de que cada individuo tiene derecho a desarrollarse por sí mismo es real. Legalmente sí, como la igualdad de género establecida en la ley, pero hay un hecho incontestable: no todos nacemos con las mismas oportunidades. Desgraciadamente, muchos niños y niñas nacen destinados a permanecer en el estatus más bajo de la sociedad, porque provienen de una familia con dificultades económicas, baja cultura y pobres condiciones laborales, de la que no podrán recibir ni la ayuda, ni el apoyo económico, ni la motivación formativa imprescindible para prosperar. Hay excepciones, por supuesto; algunos individuos de familias humildes tienen la suficiente fuerza para progresar, o se encuentran con personas, maestros, por ejemplo, que les motivan y apoyan. También llevamos tiempo con un sistema de becas que ha permitido a mucha gente subirse a esto que llamamos el "ascensor social", que es un factor básico de igualdad de oportunidades.
Por otra parte, hay un grupo social que, por ambiente cultural, profesional, posibilidades de viajar y conocer, y por gozar de apoyos de todo tipo, tienen medio camino hecho.
Dentro de esta corriente, los impuestos están horriblemente considerados, "son confiscatorios". Pareciese que el hospital donde nacen o se curan los liberales – bueno, muchos pueden ir a uno privado -, las carreteras por las que circulan, los aeropuertos, las calles, alcantarillados, depuraciones de aguas, y un larguísimo etcétera los ha creado el mercado. Hay un caso especialmente curioso: parece que los políticos liberales, muy abundantes, no cobrasen de los impuestos – bueno, algunos está claro que no cobran "solo" de los impuestos-.
Lo que demuestra todo esto es que hay gente que no ha "pisado nunca el barro", o se le ha olvidado como se vive en él. No puedo entender la absoluta falta de empatía con las clases más desfavorecidas. Como ejemplo se me ocurre un hecho relativamente reciente, cuando el presidente de la patronal española, que estaba absolutamente indignado con la subida del salario básico a 1080€, se subió su sueldo a cerca de 400 mil.
Por otra parte, los directivos de las empresas más importantes han tenido en los últimos años subidas salariales mucho más altas, porcentualmente, que los trabajadores de sus empresas.
Da la impresión de que los empleados de las mismas, que hacen un trabajo imprescindible para la generación de los beneficios que posibilitan estas subidas, son irrelevantes y no se merecen la menor compensación por su contribución.
Finalmente, los beneficios empresariales están por encima de cualquier consideración de servicio social, llegando a situaciones absurdas y cuyas consecuencias pueden ser muy graves en muchos aspectos; por ejemplo, la situación de la vivienda, tanto de alquiler como de compra.
Como el liberalismo no admite la intrusión en la iniciativa privada, resulta que estamos convirtiendo nuestras ciudades en hoteles masivos para turistas. Los precios crecen y crecen, según demanda, y los habitantes de las ciudades se tienen que ir al extrarradio o a otro lugar, porque el sueldo no les da.
Por cierto ¿Quiénes somos los habitantes habituales de nuestras ciudades? Pues el mecánico que arregla nuestros coches, los dependientes que nos atienden en el super, peluqueros, electricistas, fontaneros, policías, médicos, carniceros…., nada más y nada menos que la gente que hace que la ciudad funcione cada día. Además, estamos frustrando a una generación que quiere comenzar su vida: hacer su vida de adulto, formar una familia tal vez, … no depender de papá y mamá a los 30 años, años en los que papá y mamá probablemente tenían hijos e hipoteca.
¿Cuál va a ser el resultado de este disparate? No lo sé, pero no nos va a gustar, ni siquiera a los que están exprimiendo la situación al máximo. Luego nos quejamos de que nuestros jóvenes no tienen ilusión, ganas, capacidad de sacrificio, … Se necesita un poco sensatez – el sentidiño que tanto mencionan nuestros lideres liberales-: la motivación de ver una salida que no sea vivir en otro país donde las condiciones sean razonables y te permitan vivir decentemente; países a donde se están marchando muchos de nuestros jóvenes más preparados, esos que más pueden hacer porque progresemos.
Y termino con una pregunta para la reflexión ¿Quiénes son los clientes de todas las empresas? La respuesta parece obvia, aunque no se está teniendo en cuenta. Todos los clientes somos trabajadores de nuestra empresa y de muchas otras. Por lo tanto, si las condiciones económicas y sociales de los clientes son malas o pobres, tenemos clientes pobres, malos clientes y nuestras posibilidades de progreso son igual de miserables. "Pero seguimos generando beneficios". Siguen generando beneficios, acosta de bajar calidad, de empeorar condiciones de trabajo, de explotar más, de deslocalizar las fábricas a lugares con salarios y condiciones mezquinas …., de generar una sociedad desesperada, dispuesta a tragarse eslogans y promesas simplistas, cuya realización nunca se explica, porque detrás del mensaje solo hay vacío y ganas de explotar la rabia, no un plan de desarrollo.
Sería prudente observar las tendencias políticas actuales y echar un vistazo a la historia del siglo pasado.
Arturo Neira.