Volvamos otra vez a la sardina y Julio Camba

21 de xaneiro 2025

Creo que ya hace tiempo, en homenaje a Julio Camba (1884-1962), que ahora, si mis datos no son falsos, han realizado un museo en su pueblo natal, Vilanova de Arousa, pueblo de poetas, un museo homenaje a los dos hermanos, periodistas y escritores o escritores-periodistas

En estos días y semanas en que todos los días el telediario nos muestra cómo suben los alimentos en Navidad, la inflación y que las personas compren ahora y congelen.

Pues en estos días recordemos a Julio Camba, que nadie en el fondo sabe lo que le sucedía en su interior; quizás pasó una enorme depresión al final de su existir, que dicen que no le gustaba escribir y se pasó toda la vida realizando textos para la prensa, que solo le gustaba el comer, que no sabemos si tuvo otros placeres, que cuentan que se pasó años en una habitación de hotel apenas sin salir, que no se sabe cómo conseguía pagarlo, que pasó de anarquista a no se sabe qué posición, que parece ser era muy inteligente, que no sabemos si le defraudaron los hombres y la historia o su mismo corazón. Pero recordemos otra vez a Julio Camba.

No hay que indicar que si hubiese una lista de los veinte articulistas de opinión de estos tres últimos siglos en este terruño ibérico-celtibérico (no pongamos nombres, porque todos se ofenden, unos porque se cita España, otros porque no se nombra). No vengo aquí a redactar un artículo de opinión a altas horas de la mañana, cuando usted con buena razón estará durmiendo, y encima no me pagan para que usted se ofenda conmigo.

Bueno, Julio Camba, hagamos, repito, una lista: los expertos, cuáles son los veinte más importantes articulistas de opinión en nuestro terruño en estos tres siglos, en los varios idiomas de este territorio, y nadie negará que uno sea Julio Camba. Publicó un artículo titulado "La Sardina". Lo publicó en un libro titulado "La casa de Lúculo, o el arte de comer". Quien no haya escrito un artículo de ochocientas palabras sobre un tema de gastronomía no sabe la dificultad que exige, no solo el articulismo en sí, sino los temas. Porque además de comer y de comida sabe todo el mundo y comenta todos los labios que rozan las piedras brillantes de los dientes...

En estos días, los informativos o Internet nos lanzan mil maneras de comidas por un lado y, por otro, diez mil para que no engordemos. Así, en esa contradicción no hegeliana, o quizás sí hegeliana, estamos los humanos del pueblo. Supongo que las élites, que son ciudadanos y ciudadanas pero no pueblo, no pueblo como yo y otros cuarenta y tantos millones de este terruño ibérico, pues ellos y ellas están en otra partida del mundo, jugando otra realidad del mundo. Pues se muestran todos los alimentos supercaros que van a ser las bases de unas comidas.

No critico esta realidad, es como está organizado el mundo, para ofrecer trabajo a todos –unos hacen camisas para el pueblo, otros camisas supercaras para las élites, y así vamos medio viviendo todos–, y para distinguir entre pueblo y las élites de esos pueblos. Por otro lado, echo en falta que en televisión se realicen programas televisivos que muestren comidas económicas y que tengan cierto aire de Navidad. Harían un gran favor: enseñar a la población, unir esos conceptos o ideas o límites: comidas de Navidad con presupuestos económicos bajos, que sean fáciles de hacer y no demasiado tiempo en construirlas, y que se salgan del diario acontecer.

Creo que ya hace tiempo, en homenaje a Julio Camba (1884-1962), que ahora, si mis datos no son falsos, han realizado un museo en su pueblo natal, Vilanova de Arousa, pueblo de poetas, un museo homenaje a los dos hermanos, periodistas y escritores o escritores-periodistas. Quizás sean buenos tiempos para recordar la paz que tenemos todavía, la paz social, porque la paz es esencial; comerse unas sardinas con paz o un caviar más caro del mundo con y en paz, en paz social, es un enorme regalo. ¡No lo olvidemos, no lo perdamos...! (Por cierto, el museo de su pueblo, el museo de los hermanos Camba, intentan indexar todos los artículos que escribieron ambos hermanos; busquen alguna beca para que un doctorando lo realice, porque me gustaría antes de cerrar los ojos saber cuántos artículos-columnas-crónicas Julio Camba realizó...).

Ya sé que existen dificultades, que en Navidades surgen y resurgen y se hacen visibles todas las penurias humanas. Te encuentras muchas personas que están deseando pase este periodo histórico que se repite cada año. Al menos de momento. Quién sabe si alguna vez, espero que no, en esta Península del cristianismo haya que celebrar estos acontecimientos medio escondidos. Porque ya ha pasado en otros tiempos, cosa que muchos olvidan –ahora ya hay menos villancicos en las calles, por cierto, de dónde viene esta palabra–.

Muchos expresan que no les gusta este periodo, quizás por lo que representan; otros porque recuerdan a sus familiares fallecidos; aquellos porque se sienten solos y en soledad; los otros porque siempre hay desavenencias familiares; también aquellos a quienes no les suena el teléfono; algunos porque son tenidos por los malos de la película, y solo han sido los buenos, aunque mal defendidos por ellos mismos. Y mil cosas. La Navidad es un tiempo en que se desea la paz; al menos, no la quitemos... de nuestros corazones...

Solo puedo decirle: deseo y le deseo felices fiestas dentro de la limitación humana y de sus limitaciones. No sé cuándo se publicará este modesto artículo. Pero sí le deseo que deguste, si es posible, la sardina o el plato más económico con la máxima paz interior que pueda, ya que todavía tenemos paz social; y si usted degusta el alimento más caro del planeta, también le deseo que saboree ese alimento con la mayor paz posible, paz interior posible. Paz y bien, que es el lema y grito que en tantos artículos pongo al final. En este caso, con más razón. Por cierto, "Paz y bien" no lo he inventado yo, era el saludo, es el saludo de los franciscanos... Paz y bien...

http://twitter.com/jmmcaminero           © jmm caminero (18 dic. 2024-19 en. 25 cr).