Vicente G. Rivas
Y a mí que Bárcenas empieza a darme lástima
Hace no mucho tiempo había una vez un hombre que tenía el don de la palabra y del dinero. Alardeaba, allí por donde deleitaba con su presencia, de título, sobres y poder. Era, nada más y nada menos, una de las personas más importantes del otrora segundo partido de este país, aunque primero en peculio e influencias.
Eran otros tiempos sin duda. Tiempos en los que, incluso, a alguien se le pasó por la cabeza que las grandes marcas de la calle Serrano de la capital preparasen una colección prêt-à-porter de sobres. Entregar las ganancias ensobradas en blanco no marcaba estilo, no fijaba tendencias. Era demasiado chabacano.
Por entonces, ese hombre al que gustaban las cosas materiales e inmateriales de postín, porque lo barato no vale la pena y queda para castas inferiores, apuntaba en una agenda de las de siempre (paradojas de la vida) a 'boli' (este de marca porque escriben mucho mejor) todo lo que hacía, deshacía, entregaba... Dicen por ahí que le llegaron a llamar Luis 'El Cabrón'.
¡Cómo ha cambiado la historia! El poderío del 'innombrable' ha ido perdiendo glamour porque las élites no perdonan que pises la cárcel. Hay excepciones pero solamente se refieren a prisiones de Cuba a las que llegas vía conducción temeraria tras perder el carné en tu país. A partir de ahí, de villano a héroe, de indocumentado vialmente a escritor, y todo por obra y gracia de conspiraciones judeo-masónicas.
Bárcenas ya no es el que era. Su papel lo han recogido tres tipos, de quienes aseguran en los mentideros capitalinos era amigo.
Son los Correa, Crespo y 'El Barbas' (antes llamado El Bigotes o "amiguito del alma te quiero un güevo"). El paso por la cárcel, a los dos primeros, parecía haberlos amedrentado. Recuerdo la salida de Correa. Pelo engominado con material de marca Mercadona. Cabizbajo. Con pocas ganas de charla. Mirada perdida.
Y qué decir de Crespo. Los avisos que tenía que lanzar los sacudió delante de Jordi ÿvole. Ahí se mostró conciliador con los engañados, es decir, la sociedad, y amenazador con los que mandan ¿dónde? ÿl sabrá.
Pero si estar entre rejas sienta mal, recuperar la libertad provoca un subidón. Los tres jinetes de la Gürtel reaparecieron ante el juez Ruz para no hablar, como ha explicado el que aseguran que es el jefe, por "pérdida de confianza en la justicia".
Ha vuelto la chulería, la gomina de la cara, los trajes de marca y a medida, los zapatos brillantes, los coches de alta gama y los abogados de renombre. Han regresado con el gesto cambiado, capaces ya de controlar la situación y entonces me surge una pregunta ¿Qué ha ocurrido estos meses en libertad 'vigilada' para que los egos sean más grandes que su cara? Intuyo que en breve lo sabremos.
Mientras, el otro, El Innombrable, Luis 'El Cabrón', sigue en Soto del Real. A mí, después de este tiempo y toparme con la actitud chulesca de los gürtelianos en los informativos (excepto en los de Somoano que ahí esas informaciones han pasado a la sección de cultura), me ha entrado cierto Síndrome de Estocolmo con Bárcenas. Me da pena. Con lo que él fue...