Bernardo Sartier
Homenaje al Vespino (o El silencio de los patos)
María Biempica no es la tonta del bote que interesadamente han querido vendernos. Pero por eso, precisamente, debió haber evitado como primera intervención el histórico ruego para el regreso de los patos.
Pontevedra tiene otros problemas de mayor consideración. Y además, esa propuesta es incompleta. Si pide que vuelvan los palmípedos, María debe solicitar el retorno de Matagusanos, de la mona, del pavo real, de Sangre, de Manoplas, de Ricardito, de Neno, de Luis el Limpiabotas, de Manilo, de Luciano y de María la del Carrillo (Amén).
Y ahora en serio. Tocata y fuga de María. División de opiniones. Unos dicen que Jacobo la despidió con la famosa ranchera Te vas porque yo quiero que te vayas/a la hora que yo quiera te detengo/ yo sé que mi cariño te hace falta/ porque quieras o no/ yo soy tu dueño/. Otros, sin embargo, mantienen que simplemente le dijo vaite e non volvas. María, mientras, protagonizaba su particular porque yo lo valgo. A lo mejor, cuando se apaguen las luces de las candilejas y repare en que su noticia se agota al día siguiente, María concluirá que extramuros de los partidos hace un frío de tundra siberiana.
En el pleno le aplaudió Guillán, a quien se acusa de ser la mano que mece la cuna. Yo creo que Guillán mece pocas cosas desde que Lores le llamó carroñero de pelo blanco en un pleno. Guillán todavía busca en el álbum de Vida y Color a qué especie zoológica pertenece ese depredador. Mientras, Miguel Anxo I de Lombópolis gobierna en Pontevedra apeado del caballo pero subido a su Vespino, que no consume un carallo y con el que farda de que le llena el depósito con unos pocos euros (Sí, ya sé que no hay Vespinos, pero me apetecía homenajearlos).
ÿltimamente, más que presidir los plenos, Miguel Anxo I de Lombópolis sestea en ellos vestido con una túnica, tocado con una corona de laurel y arañando una lira; a veces, como Nerón, mientras se despereza y muerde con disfuerzo una manzana, mira a un concejal y le dice aburresme; dille ahí ao Demetrio que vote un cristian deses do PP aos leons a ver si nos divertimos un pouco.
Lores lo mismo levanta el pulgar para conceder el uso de la palabra que lo inclina hacia abajo para birlarle una dedicación a Moreira, como los emperadores en el circo que decretaban muerte o vida para el gladiador. El padre putativo de esta criatura cismática, de este sindiós político es Telmo, que al no lograr convencer a Pontevedra de que bajo la plaza de Galicia quedaría bien un Marineda City, tomó las de Villadiego (o las de Villacongreso) dejando el chiringuito a cargo de los rapaces mientras les decía, paternal pero retranqueiro, ahí os dejo el petate; encargaos vosotros que a min dame a risa. Y se fue para epatar al Congreso con una intervención a lo Castelar, que fue el mejor orador de la historia del parlamentarismo español.
¿Y Jacobo? Jacobo es el único líder en la historia de la oposición municipal al que le hacen oposición. Es un opositor opositado. Eso curte y genera simpatías, más en España, donde se le pone palio al resistente. Que se lo pregunten sino a Mariano. Dicen que últimamente, paseando por Montero Ríos en soledad, a Moreira se le oye repetir, obsesivamente al suelo que vienen los nuestros y vamos a ganar, lo que no sé es quienes. Ocasionalmente también musita hágame caso y actúe como yo, no se meta en política.
A Biempica le hubiera venido bien un ansiolítico y una dosis de esa virtud bíblica que es la paciencia. Metafóricamente, con su internada por la banda asume ahora el rol de mujer infiel y corníjera que abandonó a la familia. Y ya se sabe cómo perdona eso esta España machota que le sacude el manteo a Paco Papa, esta España que le bruñe con Sidol el báculo a la clerecía. Por eso tengo dudas respecto al futuro político de Biempica. O mejor, bien pensado no tengo ninguna.
Jacobo, por el contrario, pasa a nivel de calle por el marido y padre honesto, bueno y responsable al que dejan tirado. Si sabe explotar esa circunstancia, haciendo de la necesidad virtud, incluso podría sacarle rédito. Pero entonces, Bernardo, ¿quién tiene razón?. Los dos. Los dos y ninguno. María hizo lo que creía y Jacobo también. María es la disidente pero el disidente no es, forzosa e intrínsecamente malote, salvo para los partidos, claro, que confunden unidad con borreguismo gregario y la opinión propia con el balido de una oveja merina parturienta. A una le pudo la ambición, que no es reprobable en sí misma siempre que vaya maridada con la paciencia, y al otro acaso le falló el casting. Que no, Bernardo, que no te enteras, que el casting lo había hecho Telmo. ¡Ah! Bueno. Entonces, a lo mejor, Jacobo no debería haberse responsabilizado de un equipo en el que él no pudo sugerir a que jugadores se fichaba.