Daniel Froiz
Los fenómenos
Hoy se preestrena en Cans, Porriño, la película 'Los fenómenos'. Próximamente en cines. Un fenómeno es lo que es Alfonso Pato, que montó este gran festival que pervive contra viento y marea. No me sorprendería que 'Los fenómenos', por su calidad y conexión con todo tipo de públicos llenase las salas de cine, pero nunca se sabe. Desde luego no va estar publicitándose hasta en la sopa. Extraño fenómeno el de la publicidad y el cine, como si te tuvieran que machacar desde todas partes, gastándose millonadas (mucho más de lo que vale el producto en sí) para que se vaya a ver una película. Pongamos por ejemplo un pontevedrés: solo existen unos cines en Pontevedra, o sea, que tampoco uno está tan saturado de oferta cinematográfica para no saber dónde elegir. Por lo tanto, cualquiera que estuviese mínimamente interesado, se lee sus periódicos habituales, en papel o digital y encuentra la cartelera y elige que ir a ver. Pues no, el pontevedrés medio habrá recibido no sé cuántos miles de impactos para ir a ver, por ejemplo, 'Ocho apellidos vascos', el último fenómeno de taquilla y es entonces, solo entonces, cuando decide ir a verla. Si no, pues hubiera pasado por los cines sin pena ni gloria y el pontevedrés medio (que yo no sé muy bien qué es, pero los publicistas lo tienen controladísimo) ni se entera. O un escenario más triste, si la película no puede asegurar a la distribuidora y al exhibidor (muchas veces son el mismo: por ejemplo, La Warner) no sé cuantos miles de impactos en el cerebro de cada pontevedrés, pues no se pone y ni oportunidad tiene ya dicha película.
A veces resulta extraña la forma en la que nos acercamos al entretenimiento o a los eventos culturales. O quizás la mezcla de estos dos elementos, o mejor dicho, la línea que los separa, sea cada vez más gruesa. El cine como la música pertenece al ámbito cultural, pero su consumo forma parte de un engranaje bien distinto. De hecho mucha gente confunde y unos, cuando ven una película que no digieren fácilmente, con un ritmo que denominan lento o con unos espacios decadentes o con personajes en crisis, se van decepcionados del visionado, argumentando que no vienen al cine a pensar o a ver cosas feas; mientras que otros van a ver una película llena de gags y chistes con la única intención de hacerte reír y se van decepcionados también, ya que dicen que para eso van a ver un monólogo o se quedan en casa viendo una sitcom por la tele. Es comprensible, cuando en la misma sala y por el mismo precio y en las mismas condiciones, con las mismas palomitas, uno puede ir a ver 'Winter Sleep', película turca galardonada hoy con la Palma de oro en Cannes (a lo peor, ni esto vale para que la pongan) u 'Ocho apellidos vascos'. No son lo mismo y no se pueden juzgar bajo el mismo prisma, si me apuras, no tiene ni mucho sentido que se vean en el mismo lugar. La sala de cine como forma de vida encorsetada, bajo unos parámetros ya determinados. Determinados, por cierto, en otra cultura, que no es la nuestra. Quizás ese haya sido el éxito de ocho apellidos, recoger esos parámetros del cine americano al dedillo y adaptarlos a lo español, a lo andaluz, a lo vasco. Karra Elejalde, otro fenómeno que anda por Cans en Porriño promocionando 'A Esmorga' dice que no sabe bien de dónde viene el éxito desmedido de 'Ocho apellidos vascos' y que, como actor, uno se enfrenta siempre a un abismo al acabar una película. A veces todo, a veces nada. Como si de una lotería se tratase. Por cierto, Ignacio Vilar, productor y director de 'A Esmorga', otro que es un fenómeno haciendo publicidad de cine de bajo coste, conseguía muchos impactos para su película montado en el chimpín de Cans con sus actores.
El cine y 'Los fenómenos' que le rodean. Uno de los más grandes es el director gallego Alfonso Zarauza que dirige de manera genial a otros dos fenómenos que son Luis Tosar y Lola Dueñas, en esta maravillosa película que se estrenó en Málaga en Febrero, estos días pasa por Cans y pronto llenará las salas con la complicidad del último fenómeno en toda historia. El más complejo y a la vez más simple de todos: el espectador.