Daniel Froiz
ARRUGAS
La última ganadora del Goya a la mejor película de animación y al mejor guión adaptado es una película gallega. Basado en el cómic de Paco Roca; Angel de la Cruz, Ignacio Ferraras, y el propio Roca crean un guión redondo que consigue llegar al espectador de manera rotunda y con una verosimilitud impropia de las dos dimensiones, del dibujo animado.
Arrugas es una de las historias más contemporáneas que he visto en el último año: el envejecimiento de la sociedad, la pérdida de la memoria, la lucha por la vida, las pensiones.
Recuerdo esa película, El curioso caso de Benjamin Button, que retrata perfectamente la idea del sentimiento que se va apoderando de nosotros en la vejez y su reflejo en el sentimiento del ser recién nacido. El no valerse por si mismo, la merma de las facultades. La dependencia.
Existen otros títulos como El diario de Noah o El hijo de la novia, que abordan de forma más concreta la enfermedad del alzheimer, todas ellas muy lagrimeras sí, pero la sensación al ver Arrugas es que es la historia de nuestro familiar, de nuestro vecino, de nuestro amigo. Nuestra historia.
Cuando ví Arrugas le dije a uno de sus guionistas que todo era demasiado real, que yo había vivido de cerca esta realidad y que no podía ser más precisa. Me sorprendía mucho la ambientación de los espacios, muy similares a algunos en los que yo había estado, y la elección de personajes con los que me parecía haber coincidido en algún momento. Y es que a él todo esto le tocaba muy de cerca.
Aunque el guión se centra en Emilio y sus amigos en la residencia de ancianos y de cómo, poco a poco, va perdiendo la memoria, tanto el alzehimer como la demencia, son enfermedades en las que el cuidador, mucho más si es un familiar, sufre de forma extrema. Yo no era capaz de imaginarme ni por un momento que alguien no pudiera reconocer a su propia hija y, menos, confundir a ésta con su madre, ni tampoco que a nadie se le podría ocurrir meter el envase del lavavajillas en un cocido, para darle sabor. Y al instante, parecer la persona más cuerda.
El que lo vive día a día acaba perdiendo las estructuras, y solo pequeños héroes anónimos, que habitan sin hacer ruido en nuestra sociedad, logran aguantarlo.
En la película, aunque la familia parece jugar un papel secundario, ya que se centra en el padecimiento del protagonista, los familiares y amigos de Emilio crean ese contrapunto necesario para entender lo duro que es esta enfermedad, la distancia que van tomando poco a poco con la realidad y lo difícil que es volver a ella.
Sin embargo, al igual que Emilio en Arrugas, hay cosas que a uno nunca se le van a olvidar, como son las ganas de vivir, de nadar, por ejemplo, en su caso; del placer de comer, en otros; de viajar, aunque solo pueda ser a través de la imaginación; del tacto y el cariño de los nietos.
Las arrugas aparecen en el exterior y, a veces, pienso que, como en la metáfora de Benjamin Button, van desapareciendo del interior para volver a dejarnos más débiles, más ingenuos y, otra vez, libres antes de partir. Si algo nos debe ocupar y preocupar en estos tiempos es cuidar a nuestros mayores, pronto seremos ellos.
2.12.2012