Alfonso González
Políticamente incorrecto: La muerte del periodismo
El fulminante e increíble despido de Eugenio Giráldez, Jefe de informativos de Radio Pontevedra en los últimos 31 años, es el máximo ejemplo del momento que atraviesa el periodismo en España. Grandes profesionales están siendo despedidos en todos los medios, alegando problemas económicos. Aunque efectivamente los ingresos han caído en picado, no es menos cierto que las empresas están aprovechando la coyuntura, y las leyes aprobadas por el Gobierno central, para hacer limpieza de los profesionales que le resultan más caros, casi siempre los mejores.
Ya no importa la valía ni la trayectoria ni mucho menos la profesionalidad. Todo se reduce a dinero. El sector periodístico español está herido de muerte, porque sin periodistas no hay periodismo; y sin los mejores, mucho menos.
Y Pontevedra es también reflejo de esta situación. En los últimos meses, los medios de comunicación de la ciudad han despedido a numerosos periodistas de dilatada trayectoria y reconocido prestigio (permítanme situarme sólo entre los despedidos). Todos ellos formarían una redacción envidiable (aquí está el caso de Pontevedra Viva). Profesionales que en su mayoría son ejemplo de entrega, de profesionalidad y de coherencia; cualidades que lamentablemente no cotizan en bolsa.
Corren malos tiempos para el buen hacer profesional. La crisis económica está devaluando la calidad en todos los sectores; y mucho más en los medios de comunicación, hasta el extremo que el periodismo, el verdadero periodismo, está desapareciendo. En su lugar tenemos una información cada vez más dirigida y controlada desde el poder, convertida en publicidad subliminal; profesionales aún peor pagados que antes y por lo tanto más amordazados. Una información muchas veces de relleno, a golpe de gabinetes de prensa, que se lanza a los ciudadanos sin la mínima calidad exigible. Y todo ello con la complacencia de las empresas.
¿Dónde están los periodistas incómodos, críticos con los intereses de políticos y empresarios? La respuesta es fácil: la mayoría están en las listas del paro.
En un Estado supuestamente democrático como éste, la muerte del periodismo es un lujo que no nos podemos permitir porque los medios de comunicación, nos guste o no, son un servicio público de primera necesidad. Un servicio que la crisis y otros intereses están reconvirtiendo.
El caso de Eugenio Giráldez es paradigmático de esta situación. Pontevedra pierde a uno de los mejores comunicadores de la Radio en España. Y a pesar de las críticas que su estilo motivó dentro y fuera de la profesión (muchas por envidia y otras por desconocimiento), para mí, que he tenido la suerte y el honor de trabajar con él, siempre ha sido un profesional como la copa de un pino; tal y como evidencian los premios recibidos por la emisora bajo su dirección periodística.
Pero además, Giráldez era el cerebro informativo de Radio Pontevedra durante todos estos años. Y aunque nadie es imprescindible, lo cierto es que hay gente más prescindible que otra.
Radio Pontevedra seguirá informando porque aún mantiene buenos profesionales, pero ya no será lo mismo. Faltará la voz grave de Giráldez y sobre todo su puesta en escena para presentar cada día el solomillo de la información, como tanto le gusta decir.
En este punto, debo de reconocer que hablo ante todo de un amigo. Con Giráldez comencé mi andadura profesional en la radio, allá por 1986; y con él aprendí más que en 20 años de universidad. Fueron años de amor a la radio y a la profesión; de muchísimo trabajo, pero sobre todo de gran profesionalidad y de orgullo por el trabajo bien hecho. Años en los que Giráldez no dudó nunca en abordar aquello que era noticia, pesase a quien le pesase, aunque muchas veces tuviese que aprovechar oscuros recovecos para tocar temas espinosos.
Pero además, y esto también es bueno decirlo, Eugenio Giráldez siempre defendió a sus compañeros, o mejor dicho a los buenos profesionales, por encima de otros intereses, y a pesar del coste que ello le pudiera reportar.
Su despido es una decisión empresarial contra la que no hay nada que decir. Su caso es lamentablemente uno más entre los 6 millones de parados que suma España. Sin embargo, es un claro ejemplo de lo que está pasando actualmente en los medios de comunicación. Puede que a partir de ahora, los números del balance cuadren, pero la sociedad ha perdido un gran activo, esperemos que sea por poco tiempo.
5.12.2012