Paco Valero
Sheldon Cooper busca a Dios
No suele estar Dios en la prensa, pero el pasado fin de semana, por esas coincidencias que se dan en el oficio, Dios estuvo en la cabecera de los diarios en los que se miran (o se miraban) las dos Españas: El Mundo y El País. En el primero, Stephen Hawking, el descubridor de los agujeros negros de cuya existencia duda ahora, proclamaba que Dios no existe, y en el segundo, Richard Dawkins, el gran divulgador del evolucionismo y propagandista del ateísmo, pedía a los padres que no eduquen a los niños en dioses ni hadas. La armaron, claro. ¡Quitarles a los niños la ilusión de la Navidad! Tanto en un diario como en otro estas dos entrevistas fueron lo más leído o visto del día. Ni referéndum escocés, ni proceso catalán, ni la retirada de la ley del aborto Lo sustantivo sigue siendo Dios y las eternas preguntas: quiénes somos, de donde venimos, a dónde vamos. Aunque si uno se atiene a lo descubierto por la ciencia (las leyes de la física permiten empezar el universo desde la nada) y observa el panorama político, puede repetir aquello de Woody Allen: Dios ha muerto y yo no me encuentro muy bien Pero el juego debe continuar e imagino que pronto aparecerán en esos diarios o en otros entrevistas compensatorias con defensores de la hipótesis divina del origen del universo.
Una posibilidad es llamar a Rouco ahora que el Papa Francisco lo ha jubilado y dispone de tiempo. Pero repetiría seguramente lo que dijo Pio XII cuando le explicaron las primeras evidencias del Big Bang: "¡Es el Génesis!". Y luego miraría al cielo y diría: "Sólo ÿl lo sabe", para responder a la pregunta de qué es lo que había un segundo antes del Big Bang. Menos sentido tiene preguntarle a algún representante de una Fe pre ilustrada, como un cristiano renacido o un musulmán integrista. Ya sabemos la respuesta: sólo a un infiel se le ocurren tales preguntas. No dan mucho juego. ¿Quién puede dar la réplica a Hawking y Dawkins? Sánchez Dragó y Salvador Sostres ya lo han hecho en El Mundo a su manera. Dragó ha lanzado un exabrupto y Sostres ha proclamado que no hay nada más ridículo que un científico tratando de explicar (o negar) a Dios y ha defendido la existencia de los milagros. Pero hombre de dios, los milagros desaparecieron con la luz eléctrica y la iluminación nocturna. Si hay queja por ello, hágase a la modernidad en su conjunto, como hizo ese titán de la fe y de las letras que fue Léon Bloy, para deleite de sus lectores creyentes y no creyentes, y no se quede en plácidas tonterías. En fin.
Hawking y Dawkins niegan a Dios desde la ciencia. Y desde la ciencia habría que darles respuesta. Tiene que haber un Sheldon Cooper que busque a Dios. O con mayor precisión, un anti-Sheldon Cooper. ¿Hay alguien por ahí? El doctor e investigador norteamericano Robert Lanza, entrevistado recientemente en La Vanguardia puede ser un buen candidato. Está convencido de que es la vida la que crea el universo, y no al revés como la mayoría de los mortales creemos y las evidencias científicas parecen probar. En su concepción, la vida es "una flor perenne que vuelve a florecer en el multiverso", una idea atractiva para Sheldon Cooper, sin duda, porque le gusta imaginarse en los más variopintos universos. Aunque la rechazaría a continuación, porque para Lanza la realidad no existe, todo es mental: el tiempo, el espacio, e incluso la muerte Como diría Sheldon, basta con tirarse por un acantilado para comprobar que la realidad material, en una de sus manifestaciones más molestas y contundentes: la gravedad, es algo más que un atributo de nuestra mente... En todo caso, este doctor norteamericano prueba que las creencias más inverosímiles no son privativas de las religiones tradicionales. Eso fue así hasta que llegó la New Age desde la soleada California y sustituyó los milagros de la Virgen por los milagros de la mente. Una creencia que propaga el diario barcelonés con éxito de público.
El doctor Lanza se dedica a la biología y para menesteres serios se requiere alguien ducho en ciencia dura, como diría Sheldon Cooper con una risita. Alguien como Frank Tipler, catedrático de matemática teórica de la Universidad de Tulane, uno de los mayores expertos en la teoría global de la relatividad y amigo de Hawking, al menos en el pasado. ÿl sería mi candidato ideal para dar réplica. Es tan rarillo como Sheldon, procede, como el personaje de The Big Bang Theory, de la América profunda (nació en Andalusia, en el estado de Alabama) y algunas de sus tesis pareces sacadas de un guion de Star Trek. En el libro que lleva por título La física de la inmortalidad, la cosmología moderna y su relación con Dios y la resurrección de los muertos, demuestra que Dios existe, que hay vida después de la muerte y que todos resucitaremos en el futuro. Dan ganas de gritar ¡Aleluya! y caer de rodillas. Pero su idea de la reencarnación es un tanto peculiar. Sostiene que en un futuro lejano se desarrollará un superordenador de potencia insospechada que recreará una realidad virtual indistinguible de la nuestra y todos resucitaremos en ella. Todos seremos como Mario Bros. Una idea que haría feliz a Sheldon Cooper, pero que a mí no me acaba de satisfacer. ¿Cómo sabemos, además, que no estamos ya en esa reencarnación virtual? Si así fuera, explicaría esa sensación de déjà vu que tanto cuesta sacarse de encima. Sobre todo cuando uno enciende la televisión. Frank Tipler prueba sin embargo una cosa: no solo los creyentes creen en cosas raras, aunque se empecinan en tener el monopolio.