Bernardo Sartier
La cárcel de Olvido
Vi en el Sálvame, que es el único programa cultural que sigo, a la Hormigo Olvidos, quiero decir, a la Olvido Hormigos. Una lástima.
Olvido, que es muy atractiva, fue al programa a contar que cuando toma dos copas se enzorra y es capaz de tirarse al primer tío que encuentra. Incluso al tren si pasa por allí. Lloraba y decía que le daba pena su marido y sus hijos, que luego del desliz se arrepentía y se juraba a sí misma que no volvería a pasarle, algo así como el alcohólico que en plena resaca maldice su adicción y jura no volver a ella, pero rompe su promesa porque es un enfermo crónico y los crónicos no tienen cura.
Olvido se debate en un dilema jodidísimo, serle fiel a un marido que ya no le pone cachonda, pero al que quiere, o darle gusto a un cuerpo aun en sazón que le pide variedad coital a cada paso. Olvido, ya saben, es esa exconcejal socialista de Los Yébenes que se grabó haciéndose un verde, o sea una paja, y mandó el cortometraje, hay que ser inocente, a un futbolista rudo y guaperas de tercera división. Alguien lo filtró y a poco media España, mejor, España y media comentaba la jugada viendo el vídeo (y alguno hasta se hacía otro verde).
Olvido no es capaz de dejar a su marido porque lo quiere como se quiere a una tía cariñosa y porque dice que le duelen sus hijos. Yo no solo comprendo a Olvido sino que la defiendo, porque la contradicción de Olvido es la contradicción del mundo entero que se debate entre la variedad sucesiva, satisfactoria y plena o el monotematismo hastiante de la relación exclusiva, que aunque sea marisco, de marisco todos los días termina uno hasta el culo.
Todos somos por naturaleza polígamos (el que diga que no se miente y miente a su partenaire) pero encauzamos e institucionalizamos la relación de pareja bajo el influjo del diseño judeo-cristiano, diseño que lleva unos cuantos siglos castrando nuestros instintos, dicho sea de paso.
A mí me mola el eslogan todos somos Olvido.
Olvido Hormigos tiene hormigas en el pubis y Olvido se olvida del compromiso marital. Yo recomiendo a Olvido que no se corte y encauce sus infidelidades con discreción, que corazón que no ve corazón que no siente, o bien que rompa con su chorbo y se dedique a lo que más le place, que es darle a su cuerpo lo que le piden sus sentidos.
Al inicio de la transición, cuando el Interviu iniciaba el camino de la transgresión periodística, la revista anunció en portada un reportaje acojonante, una entrevista sensacionalista a una supuesta ninfómana (la ninfomanía es la forma que tiene el machista de reprochar a la mujer comportamientos que en los de su mismo sexo no solo disculpa sino que justifica y aplaude). Sigo. En aquella entrevista uno de los titulares era no voy al siquiatra porque me lo tiraría. Casi nada.
Una vez escribí una columna en la que comparaba el coito marital con el potaje de garbanzos de una pensión de cuarta y me cayeron hostias por todos los lados, que es la manera que tiene Pontevedra, en ocasiones, de retribuir la verdad.
Cuántas veces he mantenido que Pontevedra nunca será una urbe moderna mientras no instalen un Sex Shop en condiciones.
Olvido, para tapar su falsa adicción (porque no puede haber adicción en la satisfacción de una necesidad fisiológica) recurrió al escapismo de procrear, y ahora se le mezcla el pifostio dilemático y la depre post parto. Un cacao. Olvido debe redimir su falsa condena y escapar de la cárcel del matrimonio, que a veces es peor cárcel que uno de esos presidios brasileiros donde se amotinan presos de torso desnudo y le cortan el gañote a un funcionario.
Tampoco sería malo que su marido resolviese su relación contractual con ella, porque aunque ha mostrado su bonhomía y le ha demostrado su amor, ha llegado a un punto en el que se hace difícil compatibilizar la cornamenta que lo orna y su propia dignidad como cónyuge. Mejor les iría -a ambos- queriendo -y compartiendo- mucho a sus hijos pero yéndose cada uno por su lado.
La Iglesia nos ha contado que Teresa de Ávila levitaba en éxtasis místicos. Ahora, sexólogos laicos y estudiados dicen que esas levitaciones no eran más que orgasmos incontenidos por la falta de satisfacción física. Yo recomiendo a Olvido que abandone ese camino, que es un camino de represión sicológica, y se dedique al sano ejercicio de vivir libremente su vida, porque no está escrito en parte alguna que no se pueda ser una muy buena madre y soltera, incluso muy buena madre y promiscua. Y al que piense que la promiscuidad es un defecto, con su pan se lo guise y se lo coma, porque lo que a mí me parece la promiscuidad es la democracia de los sentidos.
Olvido es propietaria de su coño, y no debería sentir ninguna mala conciencia por esto. Que los coños, en este país, ya fueron durante mucho tiempo propiedad de señores con bigotito que iban al futbol.