Beatriz Suárez-Vence Castro
Cuidado con Paco Nico
El gobierno actual es bastante cenizo. Porque hace falta tener mala sombra como para que después de haber tenido en sus filas toda suerte de elementos que hundirían otro Titánic, vaya y aparezca el pequeño Nicolás. Se les ha rebelado la criatura.
Falta por demostrar si solo es el petardo que parece o llega a bomba incendiaria. Por muy fantasma que sea el muchacho, nadie se cree que haya llegado a donde está, aunque el lugar no sea envidiable, por méritos propios. Algún padrino debe tener a juzgar por las cosas que larga. A mí me recuerda un poco, salvando las distancias, a aquel ministro Roldán de la era González, que iba a tirar de la manta y al final no pudo porque alguien le hizo la petaca en la cama.
El show del pequeño Nicolás no es tan pequeño. O se lo ventilan asegurándolo hasta la jubilación o el niño no va a parar de cotorrear. Tiene la labia de alguien ya muy bregado. No pestañea delante de ningún periodista aunque éste le doble en edad y experiencia. Pruebas, lo que se dice pruebas de la historia que cuenta, no ha enseñado muchas y lanza unos faroles que no se traga ni un faquir. Como el de que se whatsapea con el padre del rey en plan coleguitas. Pero tampoco se contradice y forma ese poso de las posibles verdades contadas entre mentiras que a uno le dejan la mosca detrás de la oreja.
Los intentos de tumbarlo, de momento, no han resultado. La otra parte, que después de tanto rollo no tenemos claro quién viene siendo, tampoco ha aportado pruebas que contradigan al chaval. Solo su palabra. Y la palabra, tanto del Gobierno como de la Casa Real ahora mismo, no es garantía suficiente. En este país, sin pruebas fehacientes ya no nos fiamos ni de nuestra madre.
Aún en el caso de que sea un fabulador megalómano, las fotos del aspirante a espía en el besamanos del rey son, como poco, inquietantes. Porque se ha colado hasta la cocina. Y si es el mindundi que dicen qué es, que nos expliquen cómo llegó hasta ahí y con quién. Los estudiantes universitarios que todos conocemos tienen otros planes entre clases y clase que no tienen que ver con pasarse un ratito por Zarzuela. Como diría El Dr. Iglesias Puga, padre de Julio Iglesias, esto es "raro, raro, raro".
Y es que pasan cosas tan extrañas en este país como en el mundo al revés de aquella canción de mi infancia: Vamos a contar mentiras. Decía la letra que las liebres corrían por el mar y las sardinas por el monte y que había" un lobito manso, una bruja buena y un pirata honrado". Quizá el problema está en que, como todo el mundo miente y nadie es quien debería ser o no actúa como tal, ya no distinguimos cuál es la verdad.
El caso del pequeño Nicolás quizá no sea para el Gobierno más que un grano. A mí me parece más bien un absceso infeccioso. De los que si no desinfectas bien, queda señal. Así que cuidado con Paco Nico. Es un personaje muy mediático, y para tener tan pocos años está utilizando a los medios hasta volverlos locos, poniendo nerviosas a "las altas esferas" que tanto menciona y consiguiendo que la gente de la calle hable de él más que de los precios.
Amenaza con seguir dando la matraca. Malo si habla, malo si se calla, porque nos ha dejado desconcertados a todos. Y eso, para alguien que solo sea como dicen sus detractores, un jovencito acomplejado con delirios de grandeza resulta un logro importante.
No parece tampoco un personaje utilizado para formar una cortina de humo que lo mantenga en el candelero y difumine otros temas, porque Paco Nico está asustado, aunque intente disimularlo.
Veremos qué pasa. Quizá este angelito de ojos azules consiga hacer bueno el refrán "Quien ríe último, ríe dos veces."
De momento el chico dice que era un charly del CNI, lo que en el argot significa que es un informador. Sabemos que haberlos haylos y, si él lo era o no, aún está por demostrar. Dice además que se lo han querido quitar de en medio porque denunció actuaciones "alegales" del Centro Nacional de Inteligencia.
De momento, ya nos ha dejado una frase trending topic: "Voces, voces", que fue lo que contestó cuando le preguntaron qué pruebas tenía de lo que afirmaba. Desde el "dientes, dientes" de la Pantoja nunca nos habían enganchado así. La que has liao, pollito.