Beatriz Suárez-Vence Castro
Trayectorias
La segunda acepción que aparece en el diccionario para la palabra trayectoria se refiere al curso o evolución que a lo largo del tiempo sigue el comportamiento de una persona o grupo social". Es un ejemplo de vocablo con el que nos hemos familiarizado a fuerza de repetirlo. Los idiomas tienen eso: la fuerza de la costumbre. Por eso triunfa el método Vaughan para aprender inglés porque se basa en la repetición.
Hace unos años no hubiésemos sido capaces de pronunciar Urdangarín o Igartiburu pero a fuerza de oírlos y mencionarlos en nuestras conversaciones son apellidos que salen tan fácil como Pérez o Fernández.
Dejando a los demás tranquilos, digamos que la trayectoria de Urdangarín en el panorama nacional ha sido de corto recorrido y de mano larga. Empezó a funcionarle en balonmano y siguió aplicándola a otros menesteres. Tampoco conviene olvidar, ahora que sabemos que la Fiscalía pide para Urdangarín 20 años de cárcel, que este hombre de apellido sonoro no actuó solo, por mucho que se aprovechase de su real parentesco. Diego Torres, su ex socio de empresa está también imputado en el caso Nóos, lo mismo que varios ex -altos cargos de las Comunidades de Madrid, Valencia y Baleares.
Sin embargo la primera definición de trayectoria que nos encontramos en el diccionario se refiere simplemente a la "línea descrita por un objeto al desplazarse de un punto a otro". Como ejemplo nos sirve el balón que va desde la mano de Urdangarín hasta la red de la portería. Mucho más sencilla y con menos matices que la segunda. Nos hemos acostumbrado a oírla en las series de policías y forenses cuando describen las heridas producidas por impactos de bala. Así todos sabemos que las balas pueden entrar y salir o quedarse alojadas dentro del cuerpo. Según su trayectoria.
En dos autos dictados este jueves por la Sección Primera de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional se deja en libertad a dos asesinos, expertos como todos ellos en trayectorias de balas. Experiencia que se obtiene en el caso de Santiago Arróspide Sarasola, más conocido por su nombre de guerra: Santi Potros, de haber sido el inductor del atentado que costó la vida a 21 personas en el Centro Comercial Hipercor de Barcelona en el año 1987. Veintiuna personas.
No ha cumplido la pena a la que había sido condenado en nada menos que 11 sentencias anteriores y que suponían en total más de 3000 años de cárcel, porque se le ha aplicado una Decisión Marco de la Unión Europea por la cual se le computan también los años que ha pasado en las cárceles francesas y se considera que ya ha pasado suficiente tiempo encerrado. Lo mismo que su compañero Plazaola que cumplía su condena en la cárcel coruñesa de Teixeiro y que ya está en la calle gracias a este cómputo acumulativo de condenas a su favor. Ha estado recluido solamente 24 años de los 46 a los que estaba condenado por una sentencia anterior.
La Fiscalía del Estado no está de acuerdo y ha anunciado que recurrirá la Sentencia ante el Tribunal Supremo, alegando la entrada en vigor desde el miércoles pasado de una Disposición Adicional ÿnica que anularía el cómputo de penas del Marco Europeo. Ahora será el Tribunal Supremo quién deba decidir, pero mientras lo hace, estos dos asesinos están en libertad.
Según las últimas encuestas lo que más nos preocupa a los españoles es el paro y la corrupción. Por ese orden. No recuerdo en qué orden situamos al terrorismo pero sea cual sea no requiere un gran esfuerzo de memoria acordarnos de todas las personas que han muerto en atentados cometidos por ETA. La puesta en libertad de un asesino que no se arrepiente y justifica su crimen, es un fallo incomprensible de la Justicia. Y si la Justicia falla, falla la protección del Estado y sus individuos.
Si nos preocupa que se castigue la corrupción porque ahora es cuando se destapa y nos cabrea la posibilidad de que Urdangarín no llegue a cumplir la pena que para él se solicita por robar, recordemos que lo va a juzgar la misma justicia que ha permitido que Santi Potros no cumpla la pena que, no solo se había solicitado en su caso por matar, si no que había sido ya impuesta. Son dos trayectorias que se cruzan porque tienen un punto común: Los tribunales.
Pablo Iglesias se atrevía a pedir al inicio de campaña la reagrupación de presos etarras, basándose en que la preocupación de los españoles no es ya el terrorismo. No estoy de acuerdo. A los españoles nos preocupa más el paro o la corrupción porque es algo actual, inmediato. Pero no quiero creer que tengamos tan poca memoria, como para olvidarnos de crímenes no tan lejanos. Y si lo hacemos, deberíamos pensar que cuando pedimos una justicia igual para todos, si una sentencia deja en libertad a un asesino es más grave aún que cuando deja a un corrupto. Y que no podemos permitir que nos roben, que nos engañen, pero si en este país nuestro, la justicia aplica beneficios por delitos de sangre. ¿Qué sentencias vamos a esperar por malversaciones o por fraudes?
La justicia no es rencor, pero sí memoria. Recordemos, porque recordando somos capaces de relacionar unas cosas con otras. Y la capacidad de relacionar es importantísima para entender y aprender. Cuando analicemos algo, no pensemos solo en el momento presente. Porque si hemos llegado a este punto, es porque hemos recorrido antes toda una trayectoria.