Beatriz Suárez-Vence Castro
La disculpa de la crisis
Es difícil asumir las responsabilidades propias cuando algo nos va mal. Casi nadie reconoce su participación en la suerte propia. Porque es muy duro y somos humanos. Pero a veces se nos va la mano echando balones fuera.
Con motivo de la promoción del libro Odio en las calles, que trata de la violencia urbana, David del Castillo, investigador, analista jurídico y docente, explicaba como la crisis que sufrimos provoca una frustración tan grande que se transforma en violencia salvaje en algunos individuos. Ahí está la raíz de sucesos tan graves como el altercado en el que resultó muerto un integrante del grupo de ultras "Riazor Blues", vinculado al Deportivo de La Coruña.
Se entiende que una situación económica tan complicada como la que padecen muchas familias en nuestro país lleve a la desesperación. Aun así, el hecho de que personas adultas se reúnan un fin de semana para pelear hasta matarse poniendo como excusa un acontecimiento deportivo, parece que deba tener algún motivo más que el hecho de que no entre dinero en casa.
Como nos va tan mal, todo vale. El paro lleva al alcohol y el alcohol a pegarle a tu mujer o a matar a un hincha del equipo contrario. Y es que la crisis económica se ha convertido en la explicación perfecta para comportamientos inexplicables.
Somos además un país contradictorio. Las mismas personas que justifican esta violencia irracional con sus apuros económicos son, en este caso tan triste, los mismos que habrán pagado en venta o reventa una cantidad más que importante por una entrada para ver un partido de fútbol y los mismos que se han puesto de alcohol y otros estimulantes, no precisamente baratos, hasta las cejas.
No pretendo convertirme en el Pepito Grillo de nadie pero en tiempos de crisis, tenemos que intentar hacer algo más constructivo con la rabia que descargarla sobre los demás. No da todo igual aunque lo parezca.
La crisis económica destapa una, más profunda, de valores que da casi más miedo. Hemos hecho de lo material una religión. La edad media para que un niño tenga un móvil son los doce años. España, a pesar de ser uno de los países más azotados por el receso económico, encabeza las listas en cuanto a compras de teléfonos inteligentes. La mayoría de ellos destinados a preadolescentes. Será difícil explicarle a un chico o chica a quien nunca se le ha negado nada que estas Navidades los regalos no estarán a la altura de lo que espera. Si pretendemos que entienda que en realidad estas Fiestas tienen otro significado, dependerá mucho de lo que le hayamos inculcado antes y de lo que tenga a su alrededor.
En Reino Unido, el Daily Mirror publicaba ayer una encuesta en la que los niños contestaban a la pregunta de quién era Cristo: "Un jugador del Chelsea" y a la de qué era lo que se celebraba en Navidad: "el cumpleaños de Papá Noel". Dejando aparte las creencias de cada uno y respetando que se quiera aceptar o no el origen religioso de las celebraciones, las respuestas de los pequeños no son muy halagüeñas. Para poder elegir hay que tener primero toda la información y saber lo que es un pesebre no me parece un dato peligroso. No implica que tenga que estar en todas las casas. Que Santa Claus nos pinte de rojo las calles en Nochebuena es perfectamente compatible con que el cinco de Enero aparezcan tres Reyes Magos. Y que llegaran al portal de Belén sin utilizar Goggle como creen los niños ingleses. No se sabe de nadie que haya resultado herido por una estrella fugaz.
Independientemente de lo que elijamos contarles, es importante que los niños identifiquen la Navidad como un tiempo de unión. Y si podemos extenderlo a todo el año mejor.
Aunque haya menos regalos, sea quien sea el que los traiga, no es el fin del mundo es un momento más de la vida que es así: A veces estupenda y otras veces muy dura. Que cuando las cosas fallen, los más jóvenes sepan que son solo eso: Cosas.
Cuantos más valores tengan dentro, mejor podrán defenderse de lo que hay fuera. Y los mayores también, porque como nos dice Saint Exupéry "Todos los adultos han sido niños antes". Es bueno recordarlo para que la crisis no nos haga dejar de ser lo que siempre podremos ser, por muy mal que vayan las cosas: personas.