Juan Diego M. Alcaraz
Por un puñado de muertos
Estamos inmersos en una vorágine de corruptelas que, en su mayoría, acaban con una elaborada absolución y sólo una minoría se libra de la cárcel en una pantomima de justicia aplicada. Sí, son esos casos de hale, devuelve algo de pasta, paga una multita y a casa sin rechistar. También las hay que se libran por el Yo no sabía; son damas de alta alcurnia y queda feo que las enchironen. Sin embargo, los jubilados de las Preferentes (que tampoco sabían) son los que sí sufren todo el peso de la Ley y la justicia, arrebatándoles hasta el último suspiro.
Esto pasa en un país democrático en el que se recortan presupuestos, en educación y sanidad, pero no paran las ignominiosas actuaciones de nuestros dirigentes a costa del erario público, con sus prebendas, banquetes, gastos personales, extras encubiertos de Navidad, aeropuertos fantasma, comisiones, sobresueldos, etc. Sin olvidar otros ilustres del derroche desmedido, como esos obispos cinco estrellas y demás desvergonzados que disfrutan ignorando el mundo en el que viven.
Hasta aquí, parece que el vil metal y la codicia son el denominador común de este desequilibrio social. Pero la administración practica muchas otras maneras de tocarnos las narices y a la vez ignorarnos. Sólo piensan en su ombligo; más que nada porque son incapaces de mirar más allá. Son esas gentes de despacho que viven alejadas de la realidad, poco preparadas e incapaces de analizar los problemas desde una óptica que no sea la suya. Son además sordos y ciegos ante constantes llamadas de atención sobre un grave problema.
Todo esto viene a raíz de un susto que me llevé la otra mañana cerca de mi casa, en una carretera por la que he circulado incontables veces y que conozco de memoria. Me refiero a uno de los principales ejes viarios de la provincia de Pontevedra, la N-640, que ostenta el dudoso honor de ser una de las carreteras más peligrosas de España.
El tramo más conflictivo ronda el kilómetro 206, cerca de Cuntis, aunque las trampas mortales abundan y acechan en todo el recorrido entre A Estrada y Vilagarcía de Arousa, ya sea en un sentido u otro. Es una carretera que acumula grandes deficiencias de señalización y pavimentado: rectas de gran visibilidad y sin edificaciones con limitación de 50 que terminan en zonas de curvas de piso deslizante en mojado, con velocidad máxima de 70 Cualquier conductor con dos dedos de frente que pase por ahí se dará cuenta de lo que digo.
La asociación Automovilistas Europeos Asociados ha hecho público un informe sobre la red viaria nacional y en él se reflejan todo tipo de datos estadísticos que, una vez más, confirman lo que se denuncia desde hace más de una década: la peligrosidad de ese tramo pontevedrés de la N-640, un rosario de puntos negros por los que circulan más de 4.500 vehículos al día.
Para entender mejor hasta que punto destaca esta carretera, usemos el cálculo entre el número de usuarios, accidentes y víctimas que determina el Índice de Peligrosidad (IP). En el informe se señala que esta carretera multiplica por 10 el IP en comparación con el promedio que se extrae de toda la red de carreteras, tanto convencionales como de alta capacidad o secundarias. Así que, si la media estatal es de 10, en la N-640 llega a superar la cifra de 135.
Tomemos conciencia de algo que no se valora lo suficiente en el Ministerio de Fomento: existe un riesgo medio-alto de accidente en los tramos comprendidos entre A Estrada-Cuntis-O Foxo. En el primer caso, la zona de mayor peligro se situaría entre los puntos kilométricos 205,7 y 216,5, es decir, desde el final de la zona urbana de A Estrada hasta el final de la de Cuntis. Este tramo de poco más de diez kilómetros incluye las célebres curvas de Castro Loureiro, escenario habitual de coches tirados en la cuneta.
Ya en 2007 un informe de EuroRAP señalaba que el IP de este tramo era de 114,54. La peligrosidad aún era mayor en el trayecto comprendido entre el principio del núcleo de O Foxo y el final de la zona urbana de A Estrada, donde se alcanzaba un IP de 136,75. El tramo comprende también poco más de diez kilómetros: desde el punto kilométrico 195,3 hasta el 205,7.
¿Pero en qué país vivimos? Informes, protestas, opiniones de expertos y, sobre todo, gente que muere, no son causas suficientes para tomar medidas. Estas pequeñeces no importan en Fomento. Hay asuntos más importantes que se comen mucho presupuesto, como grandes obras civiles para que las disfrute el pueblo. No van a dejarnos sin trenes de alta velocidad (en los que se escatima en seguridad) ni inútiles obras faraónicas levantadas para mayor orgullo de nuestros gobernantes.
Sólo con lo que se ha gastado en el tinglado de los accesos al aeropuerto de Castellón habría más que de sobra para reasfaltar y volver a señalizar adecuadamente todo el tramo de la N-640 entre A Estrada y Vilagarcía. Pero doña Ana, la ministra del ramo, no está por la labor, aunque la carretera pase muy cerca de donde veranea su jefe. Qué pesados somos, hay que ver cómo nos ponemos... ¡Total, por unos cuantos accidentes y un puñado de muertos al año!