Eugenio Eiroa
La presidenta Murillo, la patada en el trasero, el Pontevedra de todos y el futuro que viene...
A Milo Abelleira, que no es ningún zoquete en esto del fútbol, lo han despachado del Pontevedra Club de Fútbol por la vía de la patada en el trasero. Dicho de otro modo, por procedimientos que no parecen propios de un club señor, como casi siempre a lo largo de su historia lo fue el club granate.
Ahora, de un tiempo a esta parte, la presidente del atribulado Pontevedra C.F. es doña Guadalupe Murillo, una mujer de cierto corte empresarial, relacionada con la conserva y de buena familia pontevedresa, como dirían los clásicos. Bajo su mandato, el Pontevedra ha hecho una campaña interesante, logrando ser campeón de grupo en tercera división, lo cual está muy bien, sin duda, pero para lo que es y representa el Pontevedra, casi podría decirse que... ¡qué menos!.
Viene ahora lo difícil: la fase de ascenso. Y ojalá que doña Guadalupe logre su objetivo: devolver al Pontevedra a Segunda División B. Al menos eso, aunque somos de los que creemos que para que el Pontevedra sea realmente viable, tendría que estar en la otra Segunda, la A. Pero en fin...bastante será conseguir ahora regresar desde las catacumbas de tercera.
De manera que... nadie resta los más mínimos méritos al esfuerzo desempeñado por doña Guadalupe, Lupe Murillo para los amigos. Sin embargo, mira tu por donde, el desempeño de esta presidencia por tan buena señora parece que no ha estado exento de ciertos tics autoritarios, cierto desdén hacia algún que otro periodista que no ejerza como incensario permanente de la labor directiva. Siendo esto así, mal camino habría elegido la señora presidenta, por mucho que otros escribas se prodiguen convertidos en botafumeiros.
Siendo un mal camino, el pretender que aquel periodista que no ría sus gracias debería de ser presentado ante la parroquia de adeptos como un anti-pontevedrés, parece peor la situación habida en las últimas horas, con el despido, cese, o como quiera llamársele... del que hizo de todo en el Pontevedra y actualmente era el coordinador del fútbol base, o categorías inferiores del club, Milo Abelleira.
Este más que interesante medio de comunicación PontevedraViva -que tanto y tan bueno viene haciendo por la ciudad de Pontevedra y su hinterland- ha desvelado la historia, sonrojante, del método por el cual Abelleira se ha enterado de que tiene cerradas las puertas del Pontevedra C.F. Dice PontevedraViva en la crónica que firma Diego Espiño:
"Abelleira negociaba desde principio de mes la rescisión de su contrato, sin que se hubiese llegado a un acuerdo. Sin embargo, en medio de la negociación y por sorpresa, recibió en la mañana de este miércoles un mensaje SMS de la Seguridad Social informándole de que el club había tramitado su baja laboral, a lo que se suma que el teléfono móvil que usaba a cargo del Pontevedra ha dejado de estar operativo. El Pontevedra realizó los trámites pertinentes la pasada semana, aunque oficialmente Milo disfrutaría de los días de vacaciones pendientes antes de extinguirse por completo la relación laboral. Esta medida, según confirmó el implicado a PontevedraViva, se habría tomado de manera unilateral y sin acuerdo...".
La señora Murillo está en su perfecto derecho de prescindir de los servicios del señor Abelleira. Faltaría más. Pero ¡hombre!: ¿dónde está la elegancia en el procedimiento? ¿Dónde está el señorío y la clase que casi siempre han caracterizado al Pontevedra C.F.?. ¿Costaba tanto hacer las cosas de otro modo... con una elegancia que, por lo que parece, no ha existido?.
Desde que los clubes -¡maldita la hora!- se convirtieron en sociedades anónimas, son muchísimos los casos de presidentes y accionistas importantes que confunden la institución con la finca, la empresa, o el cortijo particular. Ese es un craso error. Un club de fútbol jamás será una empresa, por mucho que lo envuelvan en el papel de celofán de la S.A.
Alguien debería explicar a la señora presidenta del Pontevedra que la historia de los clubes sociedades anónimas empieza a estar llena de presidentes que -aún siendo sobre el papel legal los dueños-, han tenido que salir por piernas a poco que la pelota no entre y en la grada empiecen a montarla un domingo si y otro también unos cuantos...
Un club de fútbol es mucho más que un grupo de adinerados haciéndose con la mayoría del capital social. Han pasado ya muchos años desde la llegada de la sociedades anónimas al balompié. Y un club sigue siendo mucho más que el "aquí mando yo, que para eso pongo la pasta"... Mando yo, dentro de un orden, no lo olvide ningún presidente. No vayan a recordárselo un día desde la grada...
Es por ello, que esta temporada del Pontevedra CF -que puede culminar con un ascenso que todos fervientemente deseamos- no debería de estar empañada por borrones como el modo en que ha sido despedido el coordinador de la Cantera granate. No se ha esperado siquiera al 30 de junio... Ha habido prisa para arrrojarlo a los leones, como el chivo expiatorio de los indudables fracasos deportivos que los equipos inferiores han cosechado esta temporada. Pero cuesta creer que unicamente sea el señor Abelleira el único responsable de los fracasos aludidos... Habría que ver qué medios se le han dado para su trabajo, qué grado de confianza se ha puesto en él, etc. etc.
Milo Abelleira -y terminamos como empezamos- no es un zoquete en esto del fútbol. En Vigo, en Ourense, en Pontevedra mismo; en muchos sitios, demostró capacidad sobrada para una labor como la que le fue encomendada. Que haya caído en desgracia, que a la presidenta se le haya atravesado... entra dentro de la lógica del fútbol. Lo que no entra dentro de la lógica de las buenas formas, es que se entere de que el Pontevedra no quiere saber nada de el... a través de un sms de la Seguridad Social, como desvela PontevedraViva y sin ni siquiera esperar al 30 de junio, fecha sagrada para cerrar las temporadas en el mundo del balompié.
En fin: haga lo que quiera la presidenta Guadalupe con "su" Pontevedra. Pero si verdaderamente quiere un Pontevedra de todos, que ilusione, que arrastre gentío, que recupere los miles de socios que antaño tuvo...debería cuidar las formas, alimentar la humildad y el ir de frente, aunar voluntades y convencer desde el razonamiento y la persuasión -en lugar del desdén- a quienes no son sus enemigos, sino detentores de diferente punto de vista.
Está a tiempo, de no enveredar por caminos tortuosos. Si humildemente me permite un consejo -que seguramente otros que bien la quieren también le harán llegar-: convierta ese ascenso que -seguramente- el equipo va a lograr, en un elemento de unión y fuerza, de integración, jamás en una demostración de inmodestia.