Beatriz Suárez-Vence Castro
Un cadáver en la piscina
Defender a un rico tiene mala prensa. Permítanme, por tanto, hacer de abogado del diablo: ¿Qué mal hay en llegar a cumplir tus sueños sin hacer daño a nadie? No me refiero a quién lo hace pagando sueldos de miseria o pisoteando a los demás para subir. Ese tipo de rico merece arruinarse. Pero en cuanto a aquel que, desde la nada, se trabaja una posición privilegiada y además comparte con los demás sus privilegios en lugar de encerrarse en una burbuja, ¿debemos machacarle y aprovecharnos todo lo que podamos de su status? Pues por lo visto, sí.
Siempre se ha dicho que el deporte nacional español no es el fútbol, sino la envidia, porque la practicamos todos. Solo hay un pequeño error en esa afirmación: no es nacional, es universal; leña al rico que es de goma. O al guapo o al listo. A cualquiera que tenga algo que nosotros no tenemos. ¿Qué le roban? Justicia poética. ¿Qué enferma? Tiene dinero para pagarse el tratamiento. Si encima es famoso y cotiza en la prensa del corazón, todos a rajar de su vida. Aunque sea de los que no la expongan. Para eso estamos nosotros, si no, no haber triunfado.
Demi Moore, la actriz americana, está de actualidad, no por la promoción de una nueva película; desde que ha llegado a los cincuenta la llaman mucho menos para trabajar. Todo el mundo habla de ella porque ha aparecido un cadáver flotando en la piscina de su casa. Sí, como en la novela de Agatha Christie. Ella no conocía al muerto. Era amigo de una empleada que, aprovechando la ausencia de Demi y sus hijas, organizó un fiestón en la casa. El chico se puso hasta arriba de alcohol y demás sustancias y se echó a dormir en una colchoneta dentro de la piscina. Se escurrió y se ahogó. Le dio tiempo a morirse hasta que alguno de sus amigos advirtió que llevaba un rato flotando.
Las declaraciones posteriores de la amiga del chico, que trabajaba para la actriz no tienen desperdicio: "Era un buen chaval, que nunca se metía en líos. Lo más normal es que ella se haga cargo del funeral. Tiene dinero y un entierro sale muy caro". Profesional, esta mujer. A mí el muchacho ahogado me da mucha pena, porque es el que ha salido peor parado de toda la historia. Pero la panda de colegas que tenía, a sus veintiún añitos, no tiene desperdicio. Se montan una fiesta en una casa que no es suya. Como la dueña no está, se la dejan fina, le colocan un muerto en la piscina y encima le piden que les pague el entierro. ¿Exagero yo, o se han pasado tres pueblos?
Demi Moore no me parece una actriz extraordinaria, ni especialmente simpática, pero me está empezando a caer bien después del caso de la piscina. En vista de todo lo que le pasa, creo que alguna "amiga o amigo" le ha comprado una muñequita de vudú y la tiene en su casa clavándole alfileres.
Todos conocemos casos de trabajadores descontentos y muchos de nosotros lo hemos sido alguna vez. No solo tenemos que defendernos contra un jefe abusón, si no que debemos hacerlo. Eso no significa vengarnos de él asestándole una puñalada trapera en cuánto tengamos ocasión, contando con que todo el mundo nos va a apoyar porque estamos en el bando de los buenos.
El caso de esta actriz nos parece muy lejano porque vive en una esfera diferente, pero su planeta y el nuestro es el mismo. En su círculo todo se magnifica y parece que sucede en otro mundo. Sin embargo, en el fondo no deja de ser igual, si cambiamos un poco las medidas. Es el caso del hombre o mujer que destaca por algo y se convierte en el blanco perfecto porque toda faena que se le haga tiene una excusa: Le va bien en la vida. O eso creemos los demás y basta.
La envidia no nos hace más dignos, sino más miserables. En Hollywood y aquí.