Beatriz Suárez-Vence Castro
Compromiso planetario
Los temas menores han pasado a ser importantes. Hasta hace poco, si a un político se le mencionaba del cambio climático le sonaba a abducción alienígena. Ahora incluyen las medidas para frenarlo en sus programas. No sabemos si lo hacen pensando en atraer votantes o con auténtica conciencia. En todo caso, es un paso.
El papa Francisco se ha referido al cambio climático en una encíclica como un fenómeno a combatir, pensando en el bien común, e incluso los líderes islámicos han declarado su compromiso a favor del medio ambiente. Hay unos 1600 millones de musulmanes y, aunque hasta nosotros parece llegar solo la información relativa a la parte de población en guerra contra occidente, a la mayoría de ellos le preocupa lo mismo que a nosotros.
No solo en quienes gobiernan ha cambiado la mentalidad sobre la necesidad de proteger nuestro planeta de la contaminación. En las grandes ciudades, sobre todo, se notan desde hace tiempo los efectos de nuestra despreocupación por la atmósfera: Los coches se llenan de carbonilla, los ojos enrojecen y pican. Las alergias y el asma empeoran. Desde fuera de las ciudades se ve una nube de polución que las envuelve como una sombra.
El lunes 30 de noviembre comenzó en París, una ciudad todavía conmocionada por los atentados terroristas, la llamada Cumbre del Clima. Hasta el 11 de diciembre, representantes de 195 países tratarán de ponerse de acuerdo para firmar un pacto que proteja nuestro planeta de la progresiva contaminación y del calentamiento global.
Uno de los principales puntos a tratar es la necesidad de reducir la emisión de carbono. La combustión que produce el carbón utilizado como fuente de energía, produce un aumento en la temperatura del planeta. Desde la época preindustrial, la temperatura de la Tierra ha aumentado 1’02 grados. Puede parecer muy poco pero, debido a ello, el año 2014 ha sido el más cálido de la Historia.
Algunos países como India, tienen todavía como principal fuente de energía el carbón, por lo que no será fácil llegar a un acuerdo. Los gobiernos mundiales deben apostar por las energías renovables y aprovechar las posibilidades que nos ofrece el sol, sin gravar su uso con impuestos que lo hagan inasequible para las economías familares.
¿Cómo podemos ayudar nosotros, en nuestro entorno más cercano? Con cosas tan simples como utilizar electrodomésticos y bombillas de bajo consumo, no dejando cargadores enchufados, utilizando menos el coche, llevando nuestra propia bolsa o carrito de la compra en lugar de bolsas de plástico..
Las empresas y organismos públicos también pueden hacer su parte: ¿Cuántas veces nos hemos acatarrado por un aire acondicionado demasiado alto en el trabajo o en una tienda? ¿O nos hemos tenido que quedar en manga corta en pleno invierno en una biblioteca pública porque no podemos soportar la calefacción? Son cosas que no parecen importantes pero lo son. Además de desafiar el sentido común, malgastan energía y afectan a nuestra salud.
Que un invierno venga cálido resulta muy agradable pero a la larga es perjudicial porque invierte el ciclo natural.
La lucha contra el calentamiento global es de todos, no solo podemos confiar en que en París, quienes nos gobiernan lleguen a un acuerdo, es necesaria la concienciación individual y la educación en un consumo responsable. Se puede conseguir con un pequeño esfuerzo, simplemente modificando pequeños hábitos.
Cada acción de cada día, cuenta.