Evaristo P. Estévez Vila
Se oyen tambores de pacto
El escenario político nacido de las elecciones Generales del 20 de Diciembre nos sitúa ante un mapa con perfecta simetría entre partidos de derecha y centro derecha y partidos de izquierda y centro izquierda, reduciendo a los partidos tradicionales que venían representando el bipartidismo a poco más del 50% de los votos válidos emitidos.
Están siendo muchas e importantes las voces y opiniones acerca de que la situación nacida de las urnas muestra un mapa con alto riesgo de ingobernabilidad. Otras voces alimentan distintas posibilidades, seguramente más interesadas que interesantes, y un escenario en todo caso que exige una nueva política.
Y es que los españoles, nos guste mucho, poco o nada, han emitido con claridad su voto y además, como siempre, han acertado.
1. Han censurado, y de qué forma, la manera en que el Partido Popular ha utilizado la mayoría absoluta en los últimos cuatro años, y le han enviado un mensaje claro de que la afirmada recuperación económica no alcanza a las partes medias y bajas de la sociedad, por más proclamas que se realicen al respecto; que el déficit público sigue creciendo sin voluntad de remedio; y que la corrupción generalizada no es gratuita; ello al margen de que las técnicas de Rajoy de dejar que los problemas se soluciones por decantación, en muchas ocasiones no son bien aceptadas por los ciudadanos.
2. Han machacado sin paliativos al Partido Socialista, por más que sus sumas y restas pretendan enviar otro mensaje, partido que desde la oposición no solo no ha sido capaz de canalizar y liderar ese voto descontento con el gobierno, obligación de todo partido líder de la oposición, sino que ha perdido cuota de poder de forma alarmante en su propio ámbito, con respecto a unas cifras, las de 2011, que provenían de una dura derrota. En defintiva un partido que camina de derrota en derrota.
3. Se ha constatado la canalización de la protesta contra un gobierno soberbio, más que soberano, y la inoperante oposición a través de dos vías fundamentales: la vía suave o dentro del sistema que encarna la irrupción de Ciudadanos; y la vía más radical o exterior al sistema que encarna Podemos.
4. Y finalmente en Galicia, al igual que en otras zonas del país, y con un encaje que está por ver como el propio proyecto en su conjunto, ha emergido con una fuerza considerable el fenómeno de las Mareas o fórmulas afines, que nacen de un nacionalismo de izquierdas que, si bien se alinea con las tesis iniciales de PODEMOS, ya han manifestado que contarán con Grupo Parlamentario propio, con lo que ello conlleva.
5. A todo este escenario debemos añadir que, fruto tanto de las últimas elecciones como de la jornada de ayer, el Partido Popular mantiene una mayoría absoluta importante en el Senado, y esto es soslayado pero no es poco importante.
El mensaje que el pueblo español ha enviado a través de las urnas es efectivamente de cambio, pero no de cambio en la forma que veníamos entendiendo hasta la fecha, de cambio en las políticas, de alternancia, no, es de cambio en la forma de hacer y de vivir la política, abandonando las imposiciones, las mayorías absolutas y los cómodos asientos que la oposición ostentaba pendiente tan solo del declive del rival. Ha llegado el momento de echar el resto, y de apostar por un periodo de negociación continua, en el fondo: políticas sociales, recortes en derechos adquiridos, reformas laborales, reformas de procedimiento electoral, reforma de la Constitución, etc. y en la forma de gobernar y ejecutar los acuerdos.
Efectivamente esto es mucho más complejo que el régimen de mayorías al que estábamos acostumbrados, si bien no es la primera vez que sucede en nuestra relativamente joven democracia, el único temor que algunos entre los que me incluyo profesamos, es si los políticos de nuestros días están a la altura de aquellos que en su día propiciaron un gran pacto de estado que permitió la restauración de la democracia en España, y por ello capacitados para capitanear este nuevo periodo. Aparentemente no lo parece, pero tampoco lo parecía en 1982 cuando Felipe González y Alfonso Guerra se asomaron a la Suite del Hotel Palace, formando a la postre uno de los más reconocidos gobiernos de nuestra historia reciente.
Por todo ello, en lugar de echarnos las manos a la cabeza o seguir ejerciendo de agoreros frente a la voluntad popular, dediquemos aunque sea unas horas al visionado de una serie de televisión como Borgen, si queremos un curso rápido, basada en el sistema parlamentario Danés, en el que se muestra como los partidos moderados, radicales, laboristas, liberales, ultraconservadores, etc… son capaces de ponerse de acuerdo, en unas ocasiones concediendo la presidencia a unos y en otras ocasiones a otros, sobre la base del respeto a un programa de consenso y a una política común. Pero permítanme una advertencia, y ahí es por donde los ciudadanos no podemos abdicar, nadie en Europa, salvo los partidos de ultraderecha, cuestionan el sistema, y ahí, y solo ahí, radica el peligro.