Beatriz Suárez-Vence Castro
País de pandereta
Me da mucha pena cuando nos empeñamos en seguir el molde del tópico. Que a España se la conozca solo por los toros, el flamenco y la comida. Somos eso, pero también somos mucho más.
No es que últimamente nos estemos luciendo mucho. Tras la oleada de corrupción y la increíble falta de sentido de Estado de nuestros políticos para formar un gobierno que nos dé un mínimo de estabilidad, nos ha entrado, otra vez, la vergüenza.
Sin embargo, no podemos pensar que volvemos a una España negra porque hemos conseguido grandes cosas. Lo hacemos siempre, todos los días aunque lo que haga más ruido sea lo otro, la pandereta.
Un equipo de cirujanos del Hospital Universitario Gregorio Marañón de Madrid, ha llevado a cabo una intervención, pionera en España, a una niña de once años aquejada de cáncer ovárico. Los próximos meses serán decisivos para determinar el éxito del procedimiento pero la paciente se recupera ya en su casa.
Hasta el momento la única forma de curar este cáncer, muy poco frecuente en pacientes infantiles, era la quimioterapia a través de la sangre (quimioterapia sistémica).La nueva técnica, que hasta ahora no se había aplicado en niños, consiste en eliminar quirúrgicamente todo el tumor y después, en la misma intervención, aplicar quimioterapia a una temperatura muy elevada (quimioterapia térmica). Este tipo de quimioterapia resulta tóxica para las células tumorales, pero no para las sanas. Se pueden utilizar así dosis más altas que las que se introducen por vía intravenosa y consigue reducir las posibilidades de recaída en los pacientes.
Este procedimiento que, aunque se lleva aplicando en adultos desde el año 2000, no se ha divulgado lo suficiente, es desconocido por muchos pacientes oncológicos e incluso por los propios oncólogos.
Wenceslao Vázquez, uno de los médicos que llevó a cabo la operación a la niña destaca la importancia de la divulgación: "Muchas personas en nuestro país que podrían ser candidatas a esta operación, no tienen la información, ni tampoco la tienen sus médicos, por lo que consideran este tipo de cáncer inoperable".
Si la ciencia es algo tan necesario en la vida de todos, ¿por qué hablamos tan poco de ella? Si hay noticias tan buenas como que una niña con un cáncer raro se esté recuperando, gracias al buen hacer médico, aquí, no en Houston, ¿por qué no nos hemos enterado todos?.
Porque damos espacio a noticias que no lo merecen, que no solo no nos aportan nada, sino que idiotizan a las personas y banalizan la información hasta límites alucinantes. Y porque se piensa que la gente de a pie no va a entender una noticia médica, jurídica, económica o de cualquier otra especialidad que se considere “espesa". Cuando, si se explica bien, se entiende.
Cada vez hay más gente que, en las conversaciones de todos los días, comenta: “Hace mucho que no veo la televisión, ni leo un periódico: todo son malas noticias". Y lo entiendo.
Lo que no entiendo es por qué no damos más cobertura a las cosas buenas que hacemos. Incluso la radio, salvo en horas intempestivas, se está convirtiendo en “más de lo mismo".
A pesar de las cifras de paro que obligan a la gente a marcharse, todavía queda mucho talento en España, mucho trabajo bien hecho, mucha solidaridad, mucho arte, mucho humor. Divulguémoslo; para nosotros mismos y para el resto del mundo.
No hay que ocultar lo malo, pero hay que dar espacio a todo lo bueno que hacemos. Empezar a estar orgullosos de “lo nuestro", sin caer en la prepotencia o el patrioterismo, pero sacándonos los complejos.
Este país, al que tanto nos hemos referido como “de pandereta" se llama España y lo que tenemos es más de lo que se ve.
La pandereta, bien tocada, da una música muy alegre y suena muy, pero que muy bien.