Beatriz Suárez-Vence Castro
El Búho Real
Cuando la realidad de los hombres se vuelve tan inestable como la actual, en la Naturaleza encontramos el equilibrio que necesitamos, porque formamos parte de ella aunque parezca que lo hayamos olvidado. El canal 24 horas ofrece los martes, al terminar las noticias que a la mayoría nos dejan temblando, un micro espacio de noventa minutos sobre lo que está pasando ese mismo día, a esa hora, en el campo.
Hace dos martes, Mónica Fernández- Aceytuno, cuyas crónicas he recuperado ahora en televisión después de tantos años de seguirla en prensa, nos presentó al Búho Real, cuyo comportamiento me pareció mucho más lógico que el de casi todos los humanos que había visto hacía un rato en la misma pantalla.
Mónica no es solo una bióloga que escribe, es una poetisa de la Naturaleza. Tanto sus columnas periodísticas, como ahora sus micro documentales, tienen el efecto de una declaración de alto el fuego después de una batalla, en este caso la batalla diaria, tan inquietante, de la actualidad. Las palabras de Mónica, bellísimas siempre, traen la paz.
Dice, acerca del Búho Real: "Sigue buscando los cantaderos más altos, para mostrar esa gran mancha del pecho que solo se ve cuando canta. Sobre los riscos, vuela con unas plumas más anchas y más redondeadas que las de un águila; plumas desflecadas para callar su propio sonido, como si borraran lo escrito en el aire".
Nos cuenta la naturalista, ganadora del Premio Nacional de Medio Ambiente Félix Rodríguez de la Fuente de Conservación de la Naturaleza en el año 2003, que al búho real ya no se le persigue tanto y que, lejos de extinguirse, se está extendiendo. Sólo por ser portadora de noticias positivas, merece más minutos en antena. Su voz en off, acompaña unas espectaculares imágenes del ave y, citando a otro gran naturalista italiano, Vincenzo Penteriani cuenta que el búho real canta a la luna llena, "como si ululara a la mancha blanca del cielo".
El búho es en nuestra cultura símbolo de sabiduría, aunque por su relación con la noche, en otras latitudes se le considera un animal maligno. Quizá la razón de ambas interpretaciones sean sus ojos, grandes y saltones, con una mirada entre curiosa y fiera. En los dibujos para niños siempre aparece con gafas y leyendo, como el animal más anciano y más sabio del bosque. Volver a contemplarle, envuelto en las palabras de Mónica Fernández-Aceytuno, tras las noticias de otro martes sin Gobierno es volver a un lugar, nuestro entorno natural, que nos recuerda los valores que nunca debimos perder.