Alejandro García
¿Quién mantiene nuestra adicción a la tecnología?
Normalmente todo el mundo que conocemos tiene una cierta adicción a internet y las nuevas tecnologías. Nosotros mismos caemos en la misma tentación y estamos en constante distracción gracias llamativas aplicaciones, juegos online o las famosas redes sociales.
Está bastante claro que cuando una persona entra en contacto con la red tiene dificultades para desconectar de ella. Sólo hay que mirar alrededor. Las personas por todas partes están pegadas a sus dispositivos. La mayoría de nosotros luchamos para estar concentrados en tareas que requieren toda nuestra atención, mucha más que actualizar un estado.
La tecnología siempre ha estado presente pero las más modernas tienen un componente diferente ya que además de ser persuasivas son muy penetrante. ¿Pero quién tiene la culpa de su uso masivo? El peso recae en cuatro factores.
LA PROPIA TECNOLOGÍA
Los productos tecnológicos por si mismos así como sus creadores son los sospechosos más fáciles de culpar por dejarnos caer en la adicción. Las plataformas sociales cuentan con millones de usuarios y están vistas como productos casi perfectos donde nadie puede parar de usarlos. Esas empresas tienen cientos de personas contratadas para hacer las plataformas lo más atractivas posibles, que generen una especie de vínculo para que la gente las utilice cada día. Cuánto más se utilicen más dinero obtienen. Tienen un incentivo para mantenernos enganchados.
Pese a ello hay ciertos pasos que se pueden tomar para evitar caer en una dependencia absoluta. Por ejemplo se puede reducir el número de notificaciones para no estar totalmente pendientes de los dispositivos, dejando de lado las tareas que si requieren toda la atención. O establecer una rutina de acceso a las mismas, con un par de veces al día, donde se haga un repaso a todo, sin estar así mirando cada actualización al instante, a cada minuto.
EL JEFE
Mientras que hay un cierto grupo de compañías como Facebook que centran toda su atención en generar beneficios a través de la publicidad otras tecnologías más genéricas no están centradas en ese aspecto tan profundamente. Uno de los ejemplos más claros es el email, cuyas gestoras no lo tienen como principal modelo de negocio ni les importa la frecuencia de uso que tienen los usuarios. Pero mirar el correo es uno de los hábitos más habituales en la actualidad, en ocasiones consultándolo todo el día sin parar.
A veces da la sensación de que estamos obsesionados con él, desde la hora de comer, antes de una reunión, mientras se realizan otras tareas o parados en un semáforo. ¿Por qué? Porque el jefe o la empresa demanda nuestra atención en ello. No solemos darnos cuenta pero los temas laborales y las personas que están por encima de nosotros ejercen mucha presión a la hora de un mayor uso de tecnología.
El trabajo real, las tareas de mayor esfuerzo, requieren poner toda la concentración al máximo, con una gran creatividad y capacidad para resolver problemas que sólo aparecen cuando no hay interrupciones. Así que es necesario aprender a centrarse, a no dejar distraerse por la tecnología y sus aplicaciones. Y ese proceso comienza en casa, no sólo es una cuestión laboral.
LOS AMIGOS
Piensa sobre esta clásica escena familiar: personas alrededor de una mesa, disfrutando de una buena comida y de la compañía que se brindan. Hay conversación y muchas risas. Pero de repente, alguien coge su teléfono móvil y se pone a revisar cualquier cosa. Es algo que pasa desapercibido, nadie dice nada. En cambio imagina que esa persona en vez de mirar su smartphone se pone a eructar de forma ruidosa. Todo el mundo reaccionaría ante una falta de educación. ¿Por qué no aplicar la etiqueta antisocial al uso de tecnología en ese tipo de eventos? Simplemente lo aceptamos y dejamos que siga ocurriendo.
Uno de los problemas que tiene este tipo de comportamientos es su poder de expansión hacia los demás. Cuando lo hace la primera persona, la que está al lado siente la necesidad de lo mismo, creando una reacción en cadena. Al final nadie está hablando y te fijas que eres la única persona que no mira su teléfono.
En cierta forma es como cuando se fuma un cigarro. Es algo que realizamos cuanto tenemos ansiedad, estamos aburridos o nuestros dedos no encuentran nada que hacer. Viendo a los demás hacerlo es muy difícil no caer en la tentación.
NOSOTROS MISMOS
Incluso sabiendo cuales son los problemas causados por la adicción así como los hábitos de comportamiento no resulta fácil desconectar. Estamos online más de lo que nos gustaría. La verdad es que usamos la tecnología en numerosas ocasiones como una forma de escape.
Cuando realizamos algo que en realidad no nos gusta hacer, cuando estamos en un lugar y no queremos, cogemos nuestros dispositivos móviles para evadirnos. Lo mismo ocurre a la hora de realizar una tarea complicada, que nos hace sufrir o ponernos al límite. Gracias a la tecnología encontramos un refugio, una zona de confort donde no se afrontan los problemas. Además se crea una ocupación irreal con la que se evita volver a aquello que no gusta. Y aunque es fácil culpar a los nuevos sistemas por distraernos, esto no es nada nuevo. El ser humano tiene una tendencia natural desde siempre a hacer cosas en contra de sus intereses. Si no fueran los dispositivos sería algo similar, igual de improductivo.