Vicente G. Rivas
Los hijos de Wert
Soy de la generación de la EGB y, desde entonces hasta ahora, la Educación en este país ha sido un desastre, aunque debo aclarar que no por culpa del cuerpo de profesores (aunque alguno...). En realidad todo se debe al propio sistema democrático, o al uso que hacen de él. Cada vez que hay cambio de Gobierno, como si una fuerza superior señalase el camino, se modifica la ley que rige nuestro modelo educativo para "adaptarlo a las necesidades y exigencias europeas" (más o menos los ministros de diferente color político utilizan siempre un argumento muy similiar). Sin duda, el actual titular, ávido tertuliano en medios relacionados con lo que algunos denominan centro-izquierda, además de batir el récord de peor valorado de la historia democrática, se está caracterizando por sus salidas de tono que, teniendo entre manos una cartera como la que guía los designios formativos del país, ya tiene guasa.
No me fijo hoy en los recortes, en la adopción de medidas claramente ideológico-religiosas o en el intento de copiar modelos educativos que han fracasado en otros países (que digo yo por qué no calcamos sistemas que sí han funcionado en otros).
Me detengo en lo último comentado por José Ignacio Wert: "Inculcar a los alumnos universitarios a que no piensen solo en estudiar lo que les apetece o a seguir las tradiciones familiares a la hora de escoger itinerario académico, sino a que piensen en términos de necesidades y de su posible empleabilidad". Para los que no lo hayan entendido esto quiere decir algo así como 'que estudie el que pueda y además atendiendo a encontrar un trabajo'. Por lo tanto, para nuestro ministro de Educación lo prioritario es "el aspecto laboral, no la vocación".
Mi primera conclusión es que, tal y como se encuentra España en este momento, lo mejor sería directamente dejar los estudios porque la "empleabilidad" es una utopía. Esta afirmación unida a algunas de las medidas incluidas en la 'nueva' ley supondrá que al final únicamente puedan estudiar, como en su día dijo Don Manuel, los hijos con apellidos prominentes. Mi pequeña se apellida García (lo siento, de verdad, hija, la culpa es de tu abuelo) así que...
Digo esto porque el panorama actual, desde una perspectiva laboral, encierra un mérito por encima de calificaciones, experiencia, etc: a quién conoce papá/mamá. Jodido lo tenemos los García aunque siempre podemos recurrir a medidas de márketing como hizo en su momento la presidenta de Castilla-La Mancha, quien decidió pensando en las elecciones poner un "de" delante de su apellido y, oye, lo que cambia la cosa. Menos mal que nos queda la imaginación para ir tirando.
Dos dudas que me surgen al acabar este artículo. El ministro Wert está divorciado (un día habría que hablar de esos creyentes/practicantes que utilizan las leyes civiles en su beneficio, dejando de lado la ley moral cristiana por unas horas) y creo que tiene dos hijos. Me pregunto: ¿Qué habrán estudiado los churumbeles del ministro? ¿Se habrán formado en lo que les gusta u optarían por seguir el consejo de papá?
Las dejo ahí, en el aire.
8.02.2013