José Benito García Iglesias
"La isla de La Toja". Todo empezó con un borrico.
Fue a comienzos del siglo XIX cuando los habitantes de la comarca ocuparon la isla de A Toxa para el pastoreo y la labranza. Sin saberlo estaban caminando entre aguas y tierras medicinales, y al descubrir el barro caliente pensaron que había un tesoro oculto custodiado por un sarraceno armado con una lanza de fuego. Ese era el auténtico tesoro de A Toxa que encontraron esos lugareños, el barro y el agua caliente.
Hasta el siglo XVIII, la isla de La Toja estuvo poblada por el matorral espinoso que la cubría, el tojo “o toxo”, que acabó por darle nombre “A Toxa”, y por las mareas que la hacían casi inaccesible.
Aunque se dice que el verdadero protagonista de toda esta historia fue un borrico, como así nos lo relata la condesa de Pardo Bazán: “El Colón de este nuevo mundo de salud fue…un borrico. Un verdadero borrico, cuadrúpedo cubierto
de mataduras y de tiña, al que abandonaron, por no descoyuntarlo, en laisla desierta. Y al cabo de algunos meses, cuál sería la sorpresa del dueño al encontrar,
en vez de un esqueleto, al burro sano, saltando, con el pelo tan reluciente que envidiaría la cabalgadura de Sancho Panza. El animal se había revolcado en las saludables lamas. Sus heridas desaparecieron”.
Don Antonio Casares, pionero del análisis químico en España, a mediados del siglo XIX constató que las aguas de A Toxa tenían: “muy acreditadas sus virtudes medicinales en la curación de varias enfermedades, principalmente de la piel”.
Pero la despoblada isla no contaba con ningún tipo de instalación ni tan siquiera con un establecimiento que proporcionase a los enfermos unas mínimas comodidades.
De nuevo el señor Casares abogó por la creación de un edificio cómodo, con todos los enseres necesarios para facilitarle la estancia a los que allí fuesen a pasar la temporada, pues eso contribuiría a una mayor afluencia de público. El guante fue recogido por dos hombres de negocios, el marqués de Riestra y Laureano Salgado.
En 1903, el marqués de Riestra era el hombre más rico de Galicia. Conjuntamente con Laureano Salgado creó la Sociedad La Toja; empresa instituida para explotar sus aguas y construir un hotel-balneario y una fábrica de sales y jabones.
Esta actuación estuvo precedida de cierta polémica sobre la incautación de las dependencias existentes en la isla, ya que se habían levantado algunas casetas particulares propiedad de quienes la visitaban de forma más o menos asidua, y de quienes las alquilaban a enfermos que allí acudían.
El Gran Hotel fue inaugurado en 1907, obra del arquitecto orensano Daniel Vázquez-Gulías, quien se inspiró en los grandes balnearios de Alemania o Francia. Un balneario majestuoso y colosal que ofrecía un placer desconocido en la época: baños de sal, lodos, algas, masajes...
En 1911 se abrió el puente de 290 m. de longitud, el más largo de Europa en su época, según la prensa del momento. La Toja supuso la vanguardia del turismo de calidad en Galicia y un referente a nivel nacional.
En 1916, en los comienzos del cinematógrafo, el Gran Hotel acoge el rodaje del primer film realizado en Galicia, Miss Ledyia, donde aparecían entre otros actores: Castelao, interpretando a un pastor protestante, Cervera Mercadillo y Blanco Porto.
El marqués y sus socios intentaron potenciar el turismo de élite en el entorno costero y atraer así a los visitantes de alcurnia y glamour, a la aristocracia e incluso a la realeza, pero la realidad es que no fue así. El proyecto empresarial no marchó excesivamente bien y los agujeros contables eran preocupantes.
El marqués de Riestra presidirá la sociedad hasta su muerte en 1923, en este proyecto empeñará su fortuna y el crédito de su banca. La Toja le originó al marqués más quebraderos de cabeza que beneficios. Casi con total seguridad se puede decir que fue una de las causas de la caída de su casa a comienzos de los años 30 del pasado siglo.
En vísperas de la Gran Depresión, la propiedad pasó a manos del banquero Pedro Barrié de la Maza, futuro conde de Fenosa.
En la gran reforma de 1945, donde se ampliaron las habitaciones, fue donde se transformó su fisonomía y se perdió la ornamentación original. Se tiraron los torreones, lo que en el entender popular esa transformación significó romper con el alma del edificio.
Numerosos han sido los huéspedes de renombre que se han alojado en el Gran Hotel, tanto en sus inicios como hoy en día. Como dato curioso anotar que el tan afamado, selecto y secreto Club Bilderberg, se congregó en la isla en el año 1989 y en el hotel se alojaron los más influyentes mandatarios políticos, hombres de negocios y personajes de la realeza del momento.