Enrique Sánchez Sotelo
1898, Los últimos de Filipinas
Tuve la oportunidad de ir hace poco al cine a ver la película "1898, Los últimos de Filipinas". Me interesan mucho las películas históricas, de acción, que rememoran hechos pasados. Yo conocía bastante bien la historia de esos últimos soldados luchando por un Imperio ya caído.
La película tiene una fotografía espectacular, una digna banda sonora y unos buenos efectos especiales, eso vaya por delante, y entiendo que cuando filmas una película, cuando novelas un hecho, aunque sea histórico, puedes inventar cosas, sobre todo aquellas cosas que se desconocen, pero, la verdad, me he llevado un disgusto importante cuando veo que la historia y sobre todo algunos personajes, personas reales con nombres y apellidos, han sido despreciados y ridiculizados, faltando notablemente a la verdad. Y eso, eso no está bien.
Podemos entender o no entender las acciones de esos soldados de 1898 en Baler. Podemos criticar, discutir, despreciar la guerra como hecho en sí, pero no debemos cambiar lo que ha sucedido a nuestro gusto.
Para empezar, el actor Eduard Fernández (52 años), caracterizado como alguien incluso mayor (unos 60 y pico), da vida al Capitán de Infantería don Enrique de las Morenas y Fossi, fallecido por enfermedad el 22 de noviembre de 1898 cuando contaba 43 años. Era un buen capitán, como todos atestiguaban. En cambio, en la película aparece como un hombre decrépito, infantil, pusilánime y me pregunto ¿por qué? Se sabe perfectamente que ese hombre no era de ese modo ni se comportaba así ni de lejos.
El 2º Teniente don Saturnino Martín Cerezo que contaba con 32 años cuando estuvo al mando en el Baler, fue representado por Luis Tosar (de 45 años), y aparece en la película como un ser testarudo, asesino de una mujer, cuando también se sabe que no era así. Hay muchos testimonios que dan fe de su capacidad de mando, de sacrificio, de entrega, de buen jefe de sus soldados, en una situación donde ningún soldado creyó por un momento que estaban combatiendo cuando la guerra ya había acabado. Y me pregunto también, ¿por qué?
El Sargento Jimeno (en la película) es un personaje que no existió realmente. De hecho no había ni un sólo sargento. Pero su papel es importante, pues habla de un ataque por sorpresa anterior a la llegada de los soldados a Baler que no hubo, y aparece como un soldado resentido, sanguinario, y que da carga emocional al otro personaje, el soldado Carlos, interpetado por Álvaro Cervantes.
Karra Elejalde, que realiza el papel de Fray Carmelo, es también un personaje curioso porque si bien hubo tres frailes en el sitio, ninguno se llamaba Carmelo, y ninguno fumaba opio. Una visión bastante desviada de la realidad la que nos presenta este personaje. Me llama la atención que no aparecieran esos tres frailes en la película: uno que ya estaba desde el principio en el sitio, fray Cándido Gómez Carreño, párroco de Baler que falleció por enfermedad el 25 de agosto de 1898, ni Fray Juan López Guillén, misionero destinado en Casigurán y enviado por las tropas filipinas tras su captura, que decidió, junto con el padre Minaya, quedarse en la iglesia a petición del capitán Las Morenas y que una vez acabado el sitio se quedaron en Filipinas.
Tampoco se cuenta que los dos fusilados que hubo lo fueron, realmente, justo el día antes de la capitulación, cuando todos pensaban escaparse de la iglesia en dirección al puerto para ver si conseguían ayuda de algún tipo, pero no fueron ajusticiados a sangre fría de noche y dormidos como se muestra en la película. El fusilar a desertores es una práctica habitual en tiempos de guerra,
Al margen de que los actores no lo han hecho mal de todo y que la película resulta entretenida, he creído que era necesario contar parte de la verdad que se tergiversa en ella, más que nada porque si yo fuese hijo, nieto... de alguno de esos soldados que lucharon allá no me gustaría que se mintiese sobre la realidad que allí pasó. Se pudo haber hecho una película antibelicista, pero sin caer en falsedades, topicazos o demás. No se entienda que quiero defender tampoco una postura de ensalzamiento imperialista ni de confrontación bélica con ningún pueblo. Pienso que España hizo cosas muy mal (y muy bien también) en sus colonias y no supo comportarse con ellas como debería. La historia de España está llena de gente generosa y valiente pero dirigidos por mequetrefes, incompetentes e irresponsables. Pero eso da para más de un artículo.
Recomiendo, por si a alguien le interesa, el libro recientemente publicado "Los últimos de Filipinas. Mito y realidad del sitio de Baler"
(http://actashistoria.com/