Beatriz Suárez-Vence Castro
El premio
Soy tonta de remate. Llevo años intentando entender cómo se le puede dar tantos premios a una ciudad por promover el uso de la bicicleta sin que haya un solo carril bici que cruce el centro. Y no termino de entenderlo.
A quienes les parece normal, e que no haya carril bici central, les invito a que prueben un día a ir en bicicleta desde Benito Corbal hasta la Biblioteca Pública, por poner un ejemplo de trayecto, y si vuelven ilesos, me lo cuenten.
La idea de que peatones de todas las edades, bicicletas, monopatines y skates, con usuarios de todas las edades también, compartan un mismo espacio podrá resultar muy bonita, pero no en este mundo.
He estado en otras ciudades europeas, que no sé si han sido tan premiadas pero tampoco me importa, porque allí el uso de la bicicleta, y hablo de bicicleta porque es mi medio de transporte habitual, está regulado con carriles bici, aparcamientos de verdad para bicicletas y sanciones a quien robe o dañe una de ellas.
Aquí los aparcabicis no aguantan dos asaltos, se doblan, se rompen y son claramente insuficientes.
Quien tiene el valor de comparar las opciones del ciclista urbano pontevedrés con el de Copenhague, evidentemente no ha estado nunca en Copenhague. Yo la visité cuando en Pontevedra las únicas bicis que se veían circulando por la ciudad eran las que llevaban los niños a la Herrería, con sus ruedines. Y estuve en Amsterdam también. Y créanme cuando les digo que las dos son ciudades pensadas para el ciclismo. Pensadas, no soñadas, como la nuestra.
En Amsterdam y Copenhague se da prioridad a la bicicleta, incluso en detrimento del peatón, diría yo, porque se circula más en bici que a pie y las calles están un pelín saturadas de vehículos de dos ruedas. No tienen la solución ideal, tampoco.
Yo voy mucho en bicicleta por Pontevedra. Mucho. Empecé a hacerlo hace diez años porque daba clases de Inglés a domicilio y llevaba bastante material didáctico conmigo. Como las casas a donde iba estaban localizadas en puntos bastante alejados unos de otros, ahorraba tiempo en desplazamiento y podía llevar todo lo que necesitaba repartido entre la cesta y el portaequipajes sin que me pesase.
Los conductores y peatones con los que me cruzaba me decían de todo menos "qué guapa vas y que bonita es tu bici", porque en Pontevedra las bicicletas son como moscas cojoneras: molestan en todas partes. En la carretera, porque es demasiado estrecha, y en las aceras, porque cuando las hicieron más anchas a nadie se le ocurrió dejar un tramo de carril para que circularan. Así que entiendo que molesten, aunque me duela, lo entiendo. Y que en Europa del norte la gente tiene la sangre menos caliente y más paciencia, también lo entiendo.
Diez años después seguimos estando en la misma situación, aunque con más terrazas, con lo cual, tienes que ir midiendo la distancia de tu rueda a las sillas y mesas a medida que pasas. O viceversa, de las sillas y mesas a la rueda, que esto de la viceversa lo dicen mucho los conductores. Al principio cuesta, luego, con la práctica lo haces hasta sin manos.
Que lluevan premios por algo que no está regulado y que supone un peligro para ciclistas y peatones es lo que se me escapa. Y que haya grupos que reivindiquen el uso de la bici sin pedir un espacio para circular por el centro con tranquilidad pues también. Del ciclo de películas sobre bicicletas que programa el ayuntamiento de vez en cuando ya no les digo nada, porque igual me pongo un poquito desagradable.
Yo no he estado nunca en China (denme tiempo y un vuelo barato) pero me da la sensación de que allí las bicicletas deben ir como aquí: "al montón, que poquitas son". Aunque sean muchísimas. Porque si no, no se entiende que los chinos nos premien tanto por nuestra organización al circular en bici.
La última ciudad china que nos ha premiado se llama Shenzen. Y lo ha hecho esta semana pasada, "por la promoción de los desplazamientos a pie y en bicicleta". En bicicleta, tal cual están leyendo.
El premio se lo entregó a Lores in situ, su homólogo chino: Xu Quin, en una gala presidida por el director general de Desarrollo Urbano de China: Chen Hongwan, así también, tal cual lo están leyendo. Estaba asimismo un ex primer ministro francés, que aunque parezca que no pintaba nada, departió con Lores y con Quin porque preside la Fundación Prospectiva e Innovación, que es experta en este tipo de cosas y recomendó muy encarecidamente a los asistentes que escucharan el caso de Pontevedra.
El acto formaba parte de la celebración de una cumbre euroasiática sobre ciudades verdes e inteligentes. Lo de verde me gusta, porque soy de las que están preocupadas por el Cambio Climático y por el grado de contaminación que están alcanzando otras ciudades como Madrid, sin ir más lejos. Lo de inteligente me ha dolido un poco, porque no ha hecho más que constatar que soy tonta. Rubia solo de mechas, pero tonta, por lo visto, de remate.