María Biempica
Alicia en el país de las maravillas
Reconozco que resulta extraño que mi mayor aspiración en esta vida sea llegar a los setenta años cuanto antes. Me explico: tiene que ser delicioso llegar a esa edad sabiendo que has hecho las cosas en las que has creído y sobre todo que las has hecho de la mejor manera que has podido.
El arrepentimiento es un sentimiento peligroso que utilizan en muchas religiones para tenernos siempre atareados en culparnos de cada acción que no acepte el resto y el miedo, un arma mortal que nos paraliza en cada oportunidad al intentar cambiar la ruta "preestablecida" de nuestro destino.
Hace poco me aconsejaron: "Hazlo, y si tienes miedo, hazlo con miedo".
He descubierto que pocas cosas son tan estimulantes como tener miedo. Sólo cuando éramos niños lo vivíamos como algo excitante, imposible de evitar a pesar de que las consecuencias serían implacables: tirar globos con agua desde la ventana de un séptimo piso, hacer rabiar al perro del vecino y salir corriendo cuando salían a tirar la basura convencidos de que era imposible escapar de aquel tiranosaurio, golpear en la cabeza con una goma a un compañero en plena clase sorprendiéndote de tu increíble puntería...
Aquellas pequeñas hazañas avivaban la infancia y hacían que nuestros miedos se limitasen a eso, sentir una increíble combinación de excitación ante las posibles consecuencias y felicidad contenida por sentirnos vivos.
Me veo como Alicia en el País de las Maravillas sufriendo extraordinarias mutaciones físicas y mentales que sin duda resolveré sobre la marcha y sintiendo miedo ante tantos personajes extraños y ante tantas aventuras que sin duda experimentaré. La deliciosa crisis de los cuarenta, ya saben.