Bernardo Sartier
¿Premios…? No. Pontevedra
Si no fuese pontevedrés no escribiría esto. Pero siéndolo, ejerciendo y queriendo a mi ciudad sí. Y además, lejos de ese insano acriticismo nuestro que tanto nos perjudica. Porque verán. Pontevedra, mi Pontevedra está lejos de ser ese pueblo idílico que unos pretenden y en el que algunos creen vivir. En este contexto ubico la polémica estéril de los premios buenos y malos, convertida en la galáctica controversia política de estos últimos días. Y es que así como nunca creí que los premios que se otorgaban al "modelo urbano" (cómo aburre este lugar común) convirtiesen a Pontevedra en Jauja, tampoco creo que el "Corazón de Pedra" nos convierta en una Ínsula de Barataria que expulsa a los indigentes con mastines.
Cuando necesité de los servicios sociales del Concello fui recibido puntualmente y tratado con un tono familiar tan reconfortante como la solución misma del problema. Se me aclararon dudas y concretos trámites que me resultaban ajenos fueron explicados paciente y pormenorizadamente. Por eso mi opinión de los servicios sociales del concello es excelente, diga lo que diga Corazón de Pedra, Agamenón o su porquero. Y como esos buenos profesionales no germinan en un caldo de cultivo infame, concluyo que en el Concello los servicios sociales están correctamente dirigidos desde el ámbito político, extraordinariamente trabajados desde el funcionarial y suficientemente dotados desde el punto de vista presupuestario.
Por eso, al "Corazón de Pedra", que le vayan dando. Aviados andaríamos si fuésemos a encallar en cada crítica malintencionada o fundamentada en una utilización simplista de datos presupuestarios interpretados a conveniencia. Además, "Corazones": no siempre la holgura de recursos lleva aparejada una gestión eficaz, de la misma manera que una gestión eficaz es en ocasiones capaz de suplir carencias presupuestarias severísimas (La abundancia presupuestaria, por ejemplo, construyó el aeropuerto de Castellón). Así que menos premios de una u otra índole y más Pontevedra. Porque Pontevedra tiene muchos matices por hacérsele y un puñado de disfunciones que corregir de modo ineludible. No es perfecta. Si quieren, un día lo comentamos. Y precisamente por eso, porque cuando nos daban un premio al "modelo urbano" me encargaba de rebajar la euforia (cabría plantearse si también es "modelo urbano" el tercer mundo de Mollabao) me tomo ahora a beneficio de inventario ese regusto a fracaso en el que quien nos concedió el galardón pretendía ubicarnos. Porque servidor, cuando de honores o distinciones se trata (salvo los concedidos por la Peña de la Boina) siempre pregunta quién y qué hay detrás de los concedentes (a veces, la compra de un silencio).
El premio al que me vengo refiriendo lo instituyó la Asociación Estatal de Directores y Gerentes de Servicios Sociales. Respeto máximo. Pero como yo fui cinco años Director de Gestión de uno de los mejores centros de acogida de menores de España dispongo al menos de la misma autoridad que dicha asociación para decir que, en el caso de Pontevedra, fallan como escopeta de feria. Y me ciño ya a la refriega política. Sorprendente que de una anécdota se haga noticia para fustigar al antagonista o afearle su gestión. Sorprendente porque aquí sobran cosas sobre las que podríamos debatir. Por ejemplo. Que Vigo, Coruña, Arteixo, Santiago, Lugo y Ourense nos superen en aportación al PIB. O ya puestos, la trascendencia de quedarnos con el premio de consolación superando por los pelos a Ferrol y a As Pontes de García Rodríguez en el citado ranquin. Incluso podríamos reparar en que al sur de Rande, más allá de puntuales discrepancias políticas, Vigo, con visión de futuro, anexiona hinterland y continúa creciendo.
Y otro buen debate ciudadano: si ahora que las diputaciones provinciales -y la misma provincia como entidad con propia sustantividad- parecen entrar en cuestión no sería bueno idear alternativas. Sobre todo eso podríamos polemizar. Lo de las barbas del vecino. Pero aquí, tancredos acomodados continuamos alimentándonos de glorias pasadas, como aquellos personajes decadentes de Visconti, aferrados a mansiones lujosísimas pero incapaces de disimular que adeudaban el sueldo a sus sirvientes. Mientras, a lo mejor, soñamos que tenemos puerto pesquero, aeropuerto e industria automovilística.
Esa embrionaria decadencia a la que me refería puede estar enseñando la patita y, si no lo remediamos, meterá su cuerpo entero. Pero y qué. Autocomplacientes vocacionales y carentes del más mínimo sentido de la autocrítica perseveraremos en la borrachera del premio peatonal en vez de seducir a nuestro entorno (Poio, Marín, Barro, Pontecaldelas) y crear así la gran Pontevedra, un gran área aglutinadora de riqueza turística, portuaria, de industrias respetuosas con el medio ambiente. Insistiremos, pendientes de nuestro propio ombligo, en nuestro patrimonio cultural, monumental y museístico como analgesia a nuestras restantes carencias. "Oiga, Sartier, no sea derrotista. Tenemos la capital de la provincia". Sí, es verdad. Tiene usted razón. La capitalidad mola. Lo que no tengo claro es cuánto alimenta.