José Benito García Iglesias
Las casas de chicas que fuman. Parte primera
En tiempos pasados, la moralidad de la casta sociedad solo contemplaba dos tipos de mujeres que fumaban en público: las que pertenecían a las clases altas, mujeres de buenas familias y libres de toda sospecha en cuanto a llevar una posible vida licenciosa y descocada a ojos de toda aquel que la contemplase, y precisamente, y como contrapunto, las mujeres que se dedicaban a esa vida licenciosa y descocada, mal llamada comúnmente "vida alegre".
Hasta transcurrido el siglo XV no hay mucha referencia en cuanto a la prostitución en Pontevedra. Es a partir del momento en que se inicia la construcción de Santa María cuando se refleja en determinados documentos que en la villa había gran cantidad de mujeres dedicadas a la prostitución que frecuentaban baños, tabernas y posadas.
Los regidores municipales intentaban controlar a estas mujeres para que no ejerciesen esta actividad libremente en cualquier lugar de la villa y así se destinó un lugar específico para ello.
En 1493 el regidor Jácome Rodríguez afora: "…un territorio e herdad calva que esta fora desta dita vila e na barbacana entre as Torres das Trabancas e dos Abades, para a construcion de cuatro casas telladas e de paredes e cerradas con portas e arrimadas o muro de dita vila, onde acoller as ditas mulleres de partido que vivan e moren e usen das suas personas como elas quixeren e asi dejen las calles de la Villa, apartadas de los omes casados e sus mujeres."
Pontevedra, al igual que otras villas que construían catedrales o grandes iglesias, recibió un gran número de constructores, canteros y obreros, muchos de ellos portugueses, que se desplazaban hacia donde predominase el trabajo. Este flujo de hombres conllevaba la aparición de mancebías en las proximidades de estas construcciones y así sucedió aquí. En las inmediaciones de la rúa Formigueira, en las callejuelas que conformaban el barrio de la judería pontevedresa, crecieron los refugios de las prostitutas, sin ser burdeles propiamente dichos, florecieron con la demanda de los muchos obreros que trabajaban en la construcción de la iglesia de Santa María.
El asentamiento de la mancebía en esta zona debió de continuar hasta finales del siglo XIX, pues no se tiene noticia de que se produjese algún cambio en este asunto. En 1888 la prostitución callejera era muy importante y el Ayuntamiento tomó medidas para evitar que por las noches transitaran por las calles mujeres de dudosa reputación. Una de esas medidas tomadas fue la de concretar una "zona de agrupamiento de las casas de lenocinio".
Con el plan de modernización del arquitecto Sesmero la ciudad cambió su fisonomía. Se inició el derribo de las murallas en el último tercio del siglo XIX liberando a la ciudad del cinturón pétreo que la encorsetaba, lo que conllevó a dejar al descubierto toda esa zona donde se asentaban las mujeres de la vida, perdiendo su condición de "semi" clandestinidad que tanto se agradecía. La "ramería" se vio obligada a cambiar de emplazamiento y a buscar lugares más discretos.
Fue elegido un nuevo asentamiento, no muy lejos del anterior y que continuaba bajo las campanas de Santa María. Era más reducido en espacio pero suficiente para las necesidades a cubrir.
La nueva zona elegida fue la Rúa Xan Guillermo y los callejones de Fonte da Moureira y Rúo do Ouro o Louro, primando sobre todo los dos últimos. Con una arquitectura ajustada a sus necesidades, casas formadas por un bajo y un piso superior, con atrios asoportalados donde se entremezclaban las dos actividades principales, taberna en la planta inferior y los cuartos para retozar en el piso superior. Algunas casas con patín también formaban parte de la arquitectura de la zona.
Este fue el nuevo emplazamiento de una "industria" que fue creciendo poco a poco hasta expandirse por otras zonas del entorno, más próximas al mar.
(Continúa)