Beatriz Suárez-Vence Castro
A pedrada limpia
Soy usuaria activa de las redes sociales; muy activa. Me parecen un gran medio para informarse de las noticias de última hora, precisamente por su inmediatez, promocionar productos, mantener contacto con personas con las que de otra forma sería más difícil o más caro, o para leer artículos que no salen en prensa escrita o subir fotos de momentos que te apetece compartir.
Son interesantes y útiles, aunque tengan decididamente sus inconvenientes: aluviones de publicidad y cookies, información que no aporta nada más que el desahogo del que la comparte, etc. Relacionado con esto último llega a ser preocupante en lo que ha llegado a derivar la libertad de expresión, entendida en las redes, a juzgar por las últimas opiniones vertidas con la muerte de Blesa, en vomitar toda la basura y el resentimiento que llevamos dentro para vengarnos a nuestra pobre manera, creyendo ver en esto alguna forma de justicia.
Leyendo diariamente en las redes muchos de los comentarios vertidos no solo sobre ésta si no sobre otras noticias tristes, entiendo siempre que implican la muerte de una persona, es increíble darse cuenta de la cantidad de partidarios del ojo por ojo y de la pena de muerte aunque le llamen de otra manera, que por lo visto andan pululando por nuestro país.
Probablemente los mismos que se manifiestan contra Trump, los mismos que abogan por los derechos de los animales. Me incluyo en ambos grupos, pero no me puedo incluir entre los bárbaros que piden que a un maltratador animal le arranquen los ojos o entre quienes aplauden y jaleen la muerte de un político corrupto. No porque no me parezca mal los atentados contra animales o la corrupción. Decir que me parece mal es quedarme corta. Si no porque entiendo que a pesar de los fallos judiciales, de que no se utilice para bien en muchas ocasiones el Sistema Judicial y de que esto genere una rabia lógica, de momento es la mejor manera que se nos ha ocurrido de organizar la Democracia fuera de fórmulas mágicas que, por mucho que nos prometan, sabemos que no existen. Intentar sustituir la sala de Justicia por lapidaciones en el patio de vecinos u hogueras en el campo parece ser lo que una parte de la ¿sociedad? está demandando. Miedo da.
Una de las últimas joyas de la crónica social comentada en las redes que ha atraído más buitres encima que un animal muerto ha sido la mayoría de edad de la hija de un torero famoso y una habitual de la prensa rosa más cutre. Como la chica ha llegado a los 18 le han despixelado la cara, que quiere decir en castellano ya antiguo, que le han sacado la cara como la tiene, en lugar de difuminársela como hacían hasta ahora en las fotos, para proteger su intimidad.
Parece ser que a mucha gente, toda ella a juzgar por lo que escriben, muy versada en temas estéticos, no le ha gustado lo que han visto. Y como la chica es, según este sector crítico, poco agraciada se han cebado con ella llamándole tantas cosas que hasta se agradece que exista la palabra fea.
Es decir todos aquellos que machacan a "la gente guapa" porque les pisa un pie que sean guapos, en cuanto ven una menos guapa, también les molesta. Y como la madre de la criatura en cuestión no se ha caracterizado nunca por su discreción y ha hablado de ella públicamente y en tantas ocasiones cuando era menor, que hasta llegó a meter baza en el asunto el defensor del menor, pues ahora todo el mundo se cree con derecho a opinar sobre su imagen.
A la chica, Andrea Janeiro, le han llovido de todo menos buenos deseos por parte de sus compatriotas, tan cainitas ellos, que han llenado el medio de comunicación más moderno con las declaraciones más rancias. Andrea se va de España. Normal.
Los mismos que se llenan la boca contra la violencia de género arremeten contra una jovencita porque les parece fea. Y aunque pocas veces la hemos oído hablar suponen ellos, que deben tener muy altas capacidades, que por ser hija de un torero con pocos estudios y de una madre vociferante, la pobre no puede ser otra cosa que tonta. Así es la lógica patria.
Froilán el nieto del Rey emérito es otro muchacho al que han bendecido también desde Facebook. Supongo que siguiendo con la lógica aplicada a la hija del torero han debido pensar que si echan al chico de España, dan el primer paso para instaurar la República.
De su madre se ha dicho siempre, aunque sea licenciada en Magisterio y amazona, que es de inteligencia limitada y en cuanto a su hijo, ahora con los memes y twits la creatividad se ha desbordado.
A los que ni nos va ni nos viene la vida de este jovenzuelo nos cuesta entender tanto odio acumulado y vertido contra alguien que, de momento, no ha hecho nada a nadie y cuyo único delito es haber nacido en la Familia Real. Las alusiones a la inteligencia de Froilán también vienen de los mismos que luego quieren una educación inclusiva. Se ve que como el chico estudia en colegio privado se le puede llamar retrasado mental sin que sea políticamente incorrecto. ¿ Qué tienen contra él? Que es hijo y nieto de reyes. La que le espera a la princesa Leonor cuando cumpla la mayoría de edad va a ser una Fiesta Nacional. Se puede ser o no monárquico, faltaría más pero lo que no se puede ser es irrespetuoso con el que no pertenece a tu "bando". Que pena tener que volver a utilizar esa palabra en un tiempo que debería ser de paz.
Muchos de los que vierten comentarios, tan ofensivos que a mi modo de ver que deberían ser considerados como delito, son padres que denuncian bullying si a su niña la llaman fea o a su hijo, tonto, o que lloran a mares cuando el protagonista de una serie de televisión se suicida. Pero luego, cuando no va con los suyos, les da igual que sean humanos o alienígenas: se cagan en su madre y se quedan tan anchos.
Antes se lapidaba en plazas públicas, con piedras. Ahora la plaza pública es la red social y para poder acceder al lanzamiento de piedras solo hay que darle a "comentar" y ponerse a escribir.