Alberto Argibay
Liderazgo o Autogestión
Durante estos días todos los aficionados al fútbol viven con la máxima intensidad el tradicional debate sobre el rendimiento y trayectoria de los dos grandes clubes del fútbol español, Real Madrid y Fútbol Club Barcelona.
Nuestros dos actuales representantes en la Champions League viven momentos futbolísticos y coyunturales muy diferentes, lo que genera un debate apasionado en todos los aficionados al fútbol, que, en general, tienen algún lazo afectivo con uno u otro club.
El Fútbol Club Barcelona es el mejor club europeo de la última década, con un estilo de juego admirado y reconocido, pero que empieza a mostrar ciertas fisuras y quizás necesidades de renovación.
El Real Madrid empieza a mostrar de nuevo su fuerza, su tradicional poder, y sobre todo su capacidad de reacción ante las situaciones adversas. Esto unido a su ambición histórica por ganar la 'Décima', supone una gran motivación y un sentimiento de unión hacia ese objetivo admirable.
Pero es necesario reflexionar sobre cómo en tan poco tiempo dos equipos pueden tener un cambio tan grande en su actitud, en su rendimiento. Sin duda alguna, los contextos, la actitud, el liderazgo, la manera en cómo se gestionan ambos grupos humanos determina estos cambios en mayor o menor medida y en cualquier caso cada uno de estos equipos son dirigidos de un modo muy diferente.
En el caso del Real Madrid el liderazgo es muy claro y está en manos de su entrenador, José Mourinho, con una personalidad muy agresiva, pragmática, ambiciosa y determinante en la búsqueda de los objetivos.
Por contra en el Fútbol Club Barcelona, ante la ausencia de su entrenador, el liderazgo parece más compartido, más democrático, emergiendo más la personalidad de los jugadores que tienen más experiencia y poder dentro del vestuario. Esto transmite la sensación de que el grupo prioriza su propia autogestión apelando a un principio de responsabilidad profesional.
No existe modelo perfecto, pero es necesario tener claro que lo más importante no es sólo quien lidera, sino cuál es el rumbo a seguir y sobre quién recae esa responsabilidad, ya que los obstáculos forman parte de esa responsabilidad. Las decisiones y actitudes que se tomen en esos momentos de fragilidad y conflicto, como ambos equipos han tenido, acabarán por ser determinantes a la hora de conseguir los objetivos.
En el ADN de ambos clubes existe la misma naturaleza ganar y triunfar, pero es necesario estar preparado para cuando llegue el momento adecuado y mostrar personalidad y madurez para imponerse en ese momento.
En el Fútbol Club Barcelona los jugadores se esfuerzan en mostrar cohesión y uniformidad, en mostrar equilibrio entre optimismo y realismo. La solución radica en encontrar el equilibrio necesario para diagnosticar los verdaderos problemas, así como tener el nivel de convicción necesario para motivarse. El exceso de confianza de un equipo, amparado por su éxito historico, puede ser la antesala de grandes fracasos.
Por tanto, tendrán que saber convivir con la ausencia de confianza que aparece en esos momentos, con la presión del entorno (de la que mucho hablaba Johan Cruyff), con la posible falta de compromiso de algunos jugadores (ésta pudo ser la razón clave para la salida de Guardiola) y sobre todo la desatención a prestar cuentas cuando llegan los malos resultados.
Lo ha explicado muy bien esta semana el Cholo Simeone: "tenemos que seguir creciendo escalón a escalón sin confundirnos en el éxito. Porque es difícil mantener el equilibrio en el éxito. Si lo logramos seguramente creceremos, porque hay fuerza, energía y capacidad en todas las areas...". El camino debe ser claro, y debe ser entendido por todo el grupo.
Por parte del Real Madrid la dirección es clara y está polarizada y determinada por la figura de su entrenador. Un profesional muy competente, pero sobre todo, acostumbrado a convivir con el éxito y con la presiòn de su propia ambición. Esa experiencia de José Mourinho está resultando determinante en la conducta de su equipo y en el cambio en su rendimiento.
Porque el liderazgo es claro, y está en manos del entrenador y no de los jugadores.
De ese modo el enfoque es más funcional porque los roles quedan claramente definidos por el entrenador (ejemplo de ello son decisiones claras sobre Casillas, Higuain, etc..) que no dejan dudas y que provocan, sobre todo, la unidad del equipo de trabajo, ya que cada uno sabe cuales son sus responsabilidades dentro del propio equipo. Es necesario clarificar esto porque cualidades las tienen todos, pero el resulatdo de saber combinar capacidad y funciones determinan un liderazgo efectivo.
Las emociones son las aliadas invisibles de los profesionales que tienen éxito y es necesario que un entrenador sepa dominar esa área.
Jose Mourinho, con su personalidad directa y arrolladora, demuestra cada día que él es el alma del grupo, al que sirve al mismo tiempo para que puedan dar lo mejor de sí mismos. Transformando una situación negativa en emociones positivas, llevando al grupo a su terreno y consiguiendo fortalecer claramente el vínculo entre jugadores y entrenador.
Porque sólo así se obtiene el máximo rendimiento, lo cual no significa necesariamente dependencia, algo que no suele gustar en exceso a los futbolistas. Lo que significa es que un grupo comienza a rendir al máximo cuando está motivado, pero sobre todo inspirado y esto comienza siempre por un comportamiento emocional.
En definitiva estamos ante un debate muy interesante, ante una situación muy constructiva para todos los aficionados y sobre todo, para todos los profesionales del fútbol.
10.03.2013